Dos hombres

Todav¨ªa quedan unos cuantos hombres sin miedo. Anteayer, uno se atrevi¨® a desafiar las iras de la ETA neg¨¢ndose a pagar su humilde tributo. Otro se lanz¨® desarmado a capturar a un asesino Jug¨¢ndose la vida, que ha estado a punto de perder. Estos hechos ad mirables, heroicos, tendr¨ªan que sacudir muchas debilidades, golpear muchas indiferencias, estremecer muchas cobard¨ªas. Estos dos hombres -el uno en el lecho de un hospital, gravemente herido; el otro bajo una constante amenaza de muerte a traici¨®n- nos recuerdan a todos que tenemos un deber que cumplir, que no somos seres aislados atentos solamente a nuestros particulares intereses, sino miembros de una sociedad, de una naci¨®n que es herencia y destino com¨²n. ( ... )Algunos detalles podr¨ªan ayudamos en nuestra meditaci¨®n. Por ejemplo, que el cad¨¢ver del guardia civil asesinado, tras un escrito funeral, salga para recibir sepultu ra en un pueblecito burgal¨¦s, mientras una huelga general, un cierre del comercio, una reuni¨®n extraordinaria del municipio y otras actitudes colectivas preludian lo que ser¨¢n las honras f¨²nebres del etarra amnistiado que empu?¨® el arma. ?Por qu¨¦ esta gran mayor¨ªa de los que lamentan, de los que condenan verbalmente, no demuestran sin alboroto, con dignidad, su posici¨®n en esta guerra que nos declaran todos los d¨ªas? No hace falta empu?ar una metralleta ni situarse al mismo nivel de los terroristas. Bastar¨ªa con aprender la lecci¨®n de estos dos hombres valientes, dignos; estos dos espa?oles de verdad. ( ... )

30 de abril