De la ruptura fiscal a la contrarreforma
Con el hundimiento de las econom¨ªas capitalistas m¨¢s avanzadas en la profunda crisis econ¨®mica actual se han alzado voces preconizando la reducci¨®n de la presi¨®n fiscal y expresando su confianza en la din¨¢mica del sector privado para remontar el tremendo bache. Tambi¨¦n ha surgido un griter¨ªo clamando contra la reforma fiscal.Se alega que aqu¨ª se eleva la fiscalidad, mientras que en los dem¨¢s pa¨ªses se reduce, que se han acortado sustancialmente las distancias fiscales entre Espa?a y la CEE y que el ritmo de la reforma fiscal est¨¢ colocando la presi¨®n a niveles insostenibles. Lo que pretenden esos portavoces no es otra cosa que olvidarse de la ruptura fiscal de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y encontrar argumentos para la contrarreforma.
Pero al contrastar con los datos de la realidad las afirmaciones alarmistas, las conclusiones a que se llega, en el per¨ªodo 1965-1979, son las siguientes:
1. El nivel de la presi¨®n fiscal en Espa?a est¨¢ muy lejos de los niveles medios de los pa¨ªses de la CEE y de la OCDE. Por agrupaciones de pa¨ªses, la presi¨®n fiscal en la CEE es el 41%; en la OCDE europea, el 38%; en toda la OCDE, el 36%, y en Norteam¨¦rica, el 31%. Espa?a se queda en el 23%, mientras que Suecia alcanza el 53%.
2. Tan inexacto es concluir que se ha aflojado en todos los pa¨ªses de la OCDE la presi¨®n impositiva como se?alar que se ha generalizado su elevaci¨®n. Lo ¨²nico que puede afirmarse, en contra de las opiniones neoliberales, es que no hay una tendencia estructural a intentar salir de la crisis disminuyendo la fiscalidad y el tama?o del sector p¨²blico. Al contrario, ante la crisis, se multiplican las presiones sobre la econom¨ªa p¨²blica en demanda de ayudas. El Reino Unido, buen ejemplo de cambio de rumbo en la pol¨ªtica fiscal y presupuestaria, est¨¢ lejos de proporcionar a la se?ora Thatcher el placer de ir a una reelecci¨®n mostrando sus logros econ¨®micos.
3. Comparando los niveles de Espa?a en 1979 con los de la CEE en 1977, la diferencia es nada menos que de dieciocho puntos del PIB, tanto si se incluye como si se excluye la seguridad social. Lo peor del caso no es s¨®lo la separaci¨®n actual. Lo m¨¢s llamativo es que, en lugar de acercarnos, nos vamos distanciando, situaci¨®n francamente complicada para un pa¨ªs que pretende integrarse en la Comunidad. En efecto, se mire, con o sin incluir las cotizaciones a la Seguridad Social, con series antiguas o revisiones modernas para Espa?a, el resultado es el mismo: mayor diferencia que en 1965.
4. El punto anterior nos lleva de la mano a otro, el del incremento del peso de la fiscalidad en nuestro pa¨ªs y el papel jugado por la Seguridad Social. Si nos atenemos a la evoluci¨®n de la presi¨®n fiscal en sentido estricto, en los quince a?os que van desde 1965 a 1979 ni siquiera ha crecido un punto, pues la variaci¨®n ha sido del 11,5% al 12,2% del PIB. En cambio, incluyendo las cotizaciones sociales, se registra un aumento de siete puntos. He aqu¨ª una manifestaci¨®n de c¨®mo el propio sistema ha tenido que recurrir a una fiscalidad encubierta, cuyo peso ha ca¨ªdo sobre la creaci¨®n de puestos de trabajo para suplir en alguna medida la insuficiencia del aparato fiscal.
5. En 1978 tuvo lugar un acontecimiento que, dada la tradici¨®n del sistema fiscal espa?ol, puede calificarse de hist¨®rico, al superar los impuestos directos a los indirectos en recaudaci¨®n, aunque las previsiones del Ministerio de Hacienda dan para 1980 mayor crecimiento de la recaudaci¨®n indirecta que de la directa. Lo que no se ha explicado suficientemente es que ese avance de los impuestos directos se debe a dos factores combinados. Por un lado, los efectos de la inflaci¨®n, que sometieron a gravamen rentas antes exentas, sobre todo rentas de trabajo, erosionadas, por otra parte, como consecuencia de la subida del coste de la vida. Y, por otro lado, la sorprendente alza de los rendimientos del IRTP, que entre 1970 y 1977 se multiplicaron por veintid¨®s, mientras que los del impuesto sobre capital o sobre la renta de las personas f¨ªsicas crecieron en el mismo per¨ªodo s¨®lo seis y siete veces, respectivamente. Estas matizaciones son imprescindibles para comprender el verdadero alcance de la ?progresivizaci¨®n? reciente del sistema fiscal espa?ol.
6. Algunos sectores han argumentado que desde que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez inici¨® la reforma fiscal ista se est¨¢ llevando a cabo a un ritmo intolerable. Si se tiene en cuenta que el proceso se inici¨® en 1977, que a¨²n permanecen en las Cortes sin haberse discutido algunos proyectos de ley, como el que gravar¨¢ el valor a?adido, y que faltan desarrollos complementarios de otros que pasaron el Rubic¨®n parlamentario, como el de sociedades, est¨¢ uno en condiciones de opinar sobre la velocidad de una reforma que no estar¨¢ totalmente a punto, si llega al final del camino, en menos de cinco a?os entre pitos y flautas. Traducido todo a n¨²meros, se resume en unavariaci¨®n de la presi¨®n fiscal entre 1977 y 1979 de 0,6 puntos, incluyendo la Seguridad Social.
En fin, el an¨¢lisis de algunos datos significativos no avala, antes al contrario, desautoriza y desarma las alarmas lanzadas por algunos sectores, aprovechando el l¨®gico malestar de los que a la hora de hacer estos d¨ªas la declaraci¨®n de la renta se encuentran con la obligaci¨®n de tener que pagar a Hacienda m¨¢s de lo esperado, como consecuencia de unas retenciones bajas, por error de c¨¢lculo o por motivos electorales. Ni la presi¨®n fiscal espa?ola est¨¢ a niveles cercanos a los europeos, ni se ha desmadrado el ritmo de la reforma fiscal, ni hay en Occidente una tendencia estructural a superar la crisis econ¨®mica aflojando la fiscalidad, aunque esto ¨²ltimo suceda en algunos pa¨ªses, que, por cierto, no han logrado mejorar sus perspectivas. ?C¨®mo interpretar entonces el griter¨ªo que se ha alzado en el centro del sal¨®n? Todo parece indicar que se ventilan opciones pol¨ªticas y no econ¨®micas. La reforma de Su¨¢rez toc¨® techo en diciembre de 1978, cuando se refrend¨® la Constituci¨®n. Desde entonces, venimos asistiendo a una ofensiva para frenar primero, parar despu¨¦s y dar marcha atr¨¢s finalmente en algunos avances conseguidos. La acci¨®n combinada de intereses econ¨®micos e ideol¨®gicos de car¨¢cter olig¨¢rquico y reaccionario puede dar al traste con una oportunidad hist¨®rica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.