?Por el amor de Dios, basta, basta de persecuci¨®n!
-?Qu¨¦ est¨¢ pasando en este pa¨ªs? ,Qu¨¦ demonios de la ceguera, del oscurantismo, de la cruel inquisici¨®n se est¨¢n adue?ando de las mentes y las conciencias de muchos espa?oles? ?Por qu¨¦ esa furia, ese af¨¢n persecutorio, esa ?caza del gitano? que se est¨¢ propagando por demasiados pueblos y ciudades ya de nuestra patria? ?Qu¨¦ es lo que pretenden?Hasta ahora hab¨ªamos venido malviviendo, condenados a la miseria, analfabetos y benefici¨¢ndonos tan solo de algunos gestos paternalistas aislados. Nos sab¨ªamos discriminados y hasta despreciados. Casi siempre maltratados por las autoridades y eternamente sospechosos de fechor¨ªas y delitos. Contra esa situaci¨®n llevamos luchando muchos a?os y algo -muy poco- se ha logrado en nuestro beneficio. Pero bueno, al menos nos permit¨ªan vivir encenagados en los suburbios y las chabolas de las grandes ciudades. Condenados a la miseria y el abandono, sin escuelas para nuestros hijos, sucios y desharrapados, mientras la sociedad descargaba su conciencia haciendo de nosotros pel¨ªculas de cante y baile y diciendo que si viv¨ªamos as¨ª era porque quer¨ªamos. Y ese parec¨ªa nuestro destino por m¨¢s que muchos luch¨¢ramos contra ¨¦l. Con contenida rabia en m¨¢s de una ocasi¨®n he o¨ªdo decir a alg¨²n gitano viejo que nuestra situaci¨®n no ten¨ªa remedio. Se hab¨ªa adue?ado de buena parte de nosotros el fatalismo, la droga enervante del conformismo, aprendiendo a no protestar mientras los dem¨¢s nos daban patadas en las costillas.
-S¨ª, nos daban patadas, pero nos permit¨ªan permanecer en el lugar siempre que nuestras mis¨¦rrimas casas estuvieran lo suficientemente lejos de la pulcra, limpia, honrada y cristiana sociedad paya. Pero ?qu¨¦ ha pasado? Muy sencillo: que los gitanos nos hemos cansado de esperar. Que la nueva era de libertades p¨²blicas (para los dem¨¢s, no por lo visto para nos otros) ha devuelto la voz a nuestros j¨®venes y ha encendido en nosotros un fuego de lucha por la justicia. Ni podemos ni queremos seguir viviendo por m¨¢s tiempo en estas condiciones. Y nos hemos lanzado, t¨ªmidamente, pero con firmeza, a reivindicar nuestros derechos de ciudadanos y de pueblo. iAh, pero eso es m¨¢s de lo que esta hip¨®crita sociedad est¨¢ dispuesta a tolerar! ?S¨ª, s¨ª, muy bonito lo de los gitanos, pero lejos, bien lejos de nosotros, no sea cosa que nos infecten?, dicen ya con descaro algunos payos malnacidos. Y de la palabra han pasado a la acci¨®n. Como en una santa cruzada en defensa de los ?valores? payos han encendido la hoguera de la inquisici¨®n para arrojarnos a todos dentro. Quieren que desaparezcamos. Quieren eliminarnos. Quieren cometer con nosotros un genocidio. Se han puesto sobre las solapas del coraz¨®n las SS del racismo nazi y con las entra?as destilando veneno sue?an con el horno crematorio que ponga fin a nuestra presencia de cinco siglos en Espa?a.
-Pero no lo conseguir¨¢n. El miedo es muy mal consejero para el hombre, y los gitanos empezamos a tener miedo ante tanto atropello. Nuestro miedo puede convertirse en locura de autodefensa. Y si salta la espiral de la violencia esto puede convertirse en una guerra sin cuartel. Estoy preocupado, muy preocupado. Quienes rechazamos la violencia, quienes creemos en el di¨¢logo y en la lucha pac¨ªfica contra las injusticias, quienes manifestamos hasta la saciedad que nadie es m¨¢s que nadie, que todos somos iguales, que debemos respetarnos y amarnos fraternalmente, empezamos a temer que nuestras razones convencen muy poco a la vista de los ¨²ltimos y dram¨¢ticos acontecimientos que est¨¢ viviendo nuestro pa¨ªs. Y me niego a aceptar que se eche toda la culpa al Pa¨ªs Vasco. Es verdad que all¨ª est¨¢n sucediendo cosas terribles, pero no son las ¨²nicas. En Castilla, en Levante, en Catalu?a y en la misma Andaluc¨ªa han sucedido hechos de insolidaridad y de racismo miserable, tan reprobables como los de Euskadi. Ojo, que aqu¨ª siempre se ha dicho que los yankis son unos racistas, pero los espa?oles no. No sea cosa que ahora digamos que los ¨²nicos racistas en el Estado son los vascos y nos quedemos tan tranquilos.
-Por el amor de Dios, basta, basta de persecuci¨®n. D¨¦jennos vivir en paz. Ay¨²dennos en nuestro af¨¢n de promoci¨®n. Ti¨¦ndannos una mano amiga y generosa. No nos condenen de nuevo a ir de pueblo en pueblo, de chabola en chabola. Esa no es la soluci¨®n. Si no nos dej¨¢is vivir en un lugar determinado, ?c¨®mo ir¨¢n nuestros hijos a la escuela?, ?c¨®mo podremos trabajar dignamente?, ?c¨®mo adquiriremos esos h¨¢bitos de convivencia c¨ªvica por cuya carencia tanto nos reproch¨¢is? No es nuestra la culpa por vivir como vivimos y comportarnos, algunas veces, como nos comportamos. No se le pueden pedir rosas a los zarzales ni cardos a los jazmines.
-Y esta llamada es a toda la sociedad, a todos los partidos pol¨ªticos, a todas las organizaciones ciudadanas. Que nadie se arrogue aqu¨ª la representaci¨®n exclusiva de la defensa de los intereses del pueblo gitano. O nos concienciamos todos -derecha, centro e izquierda- o las cosas ir¨¢n de mal en peor. Que nadie haga aqu¨ª de proselitismo partidista, que esa no es la cuesti¨®n, porque incoherencias las ha habido en este tema tanto en la derecha -y por supuesto, en el centro- como en la izquierda.
- Hace unos d¨ªas la sangre gitana ha regado las tierras del noble pueblo vasco. Tres criaturas han ca¨ªdo v¨ªctimas del terrorismo ciego y asesino. No hace demasiado tiempo una multitud borracha de odio prendi¨® fuego a unas chabolas habitadas por gitanos. La semana pasada, sobre la una de la madrugada, un pobre gitano pudo espantar a gritos a unos miserables que intentaban colocar, cerca de un barrio de chabolas, unos paquetes explosivos..., y la lista se har¨ªa interminable. Por el amor de Dios, basta, basta de tanta persecuci¨®n.
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