El Gobierno, interesado en que se resuelva pronto el crimen, seg¨²n los herederos
El Gobierno ha presionado, y posiblemente lo sigue haciendo, para que la polic¨ªa esclarezca r¨¢pidamente el asesinato de los marqueses de Urquijo. Mirian de la Sierra, hija mayor de los fallecidos, apunta esta novedad, que pone de relieve el esfuerzo por desvelar la oscuridad ce?ida en torno al doble crimen. La joven asume y rechaza, al igual que su hermano, la hip¨®tesis que de alguna forma les implicar¨ªa en el suceso. Con mucha dureza en algunos momentos de la conversaci¨®n, expres¨® su deseo de que ?todo esto se aclare y terminen las conjeturas?. Su hermano, Juan, esc¨¦ptico, cree que el resultado ?va para largo?.
Mirian de la Sierra y Urquijo, hija mayor de los marqueses asesinados el 1 de agosto, regres¨® el jueves, por la tarde, al apartamento que ocupa en la calle de Orense, de su viaje de descanso en la finca de una amiga, adonde march¨® el pasado viernes. ?Posiblemente en Alicante, s¨ª?, dice sonriendo la joven, que quiere apartar todo lo posible su vida privada de cuanto concierne a la muerte de sus padres. Mirian, ex estudiante de arte y decoraci¨®n, viste un sencillo traje blanco y, a esta distancia temporal, acepta, como su hermano Juan, enfrentarse a la hip¨®tesis que lleva a preguntar si pudo ser alguno de los herederos el asesino de los marqueses de Urquijo.
Su cara se endurece. No se sorprende por la pregunta, aunque quiz¨¢ s¨ª por comenzar con ella esta segunda conversaci¨®n que manten¨ªa con el periodista. Y no la responde de forma directa.
-Yo no puedo entender el motivo por el que mataron a mis padres. Es muy duro hacer esa pregunta. Creo que nadie debe tener motivos para matar a otra persona. Yo podr¨ªa decirle que se pusiera en nuestro caso y seguramente usted contestar¨ªa violentamente.
Insistimos, en el deseo de apurar su opini¨®n sobre las distintas posibilidades, las cuales, al parecer, se han ido desechando.
-Mis padres -explica Mirian ten¨ªan un c¨ªrculo de amistades muy amplio y quiz¨¢ por eso es m¨¢s dif¨ªcil llegar a una explicaci¨®n. ?Por Dios!, yo no he sido, y ?c¨®mo voy a dudar de m¨ª o de mi hermano! ?Realmente cree que yo podr¨ªa haber tenido alg¨²n motivo?
-El dinero podr¨ªa ser un motivo. En los ¨²ltimos a?os, usted ha atravesado dificultades laborales y emocionales. Nos lo dijo usted misma.
Su rostro se endurece m¨¢s, y dice, como en un desaf¨ªo: ?Soy muy ambiciosa. Pero me gusta trabajar y conseguir mis objetivos por m¨¦ritos propios. No debe extra?ar a nadie que haya buscado y elegido mis trabajos. Por supuesto, s¨ª necesitaba algo que escapaba a las posibilidades de mis medios, mis padres no me fallaban. Yo quer¨ªa a mi madre, pero a mi padre le adoraba. A m¨ª me satisfac¨ªa demostrar a mi padre que pod¨ªa salir adelante sin necesidad de ¨¦l, y a mi padre se le ca¨ªa la baba. Creo que estaban orgullosos y divertidos con lo que hac¨ªa, tanto cuando les iba contando que vend¨ªa detergentes como cualquier otra actividad en que me haya metido.
La ausencia del mayordomo
Mirian hace una pausa. Observa a su hermano y a la novia de ¨¦ste, que nos acompa?an en el apartamento. Luego, ella misma plantea unos de los puntos m¨¢s curiosos.
-Entiendo perfectamente -dice- que todo el confusionismo que hay sobre lo ocurrido lleve a pensar en nosotros, pero eso es absurdo. (Se vuelve a su hermano y le pregunta si est¨¢ de acuerdo, el joven guarda silencio y ella contin¨²a.) Alguna persona me ha preguntado ese punto de la ausencia del mayordomo y su mujer, aquella noche. ?Y qu¨¦ quieren que diga? No s¨¦ realmente qu¨¦ significaci¨®n puede tener. Yo creo que no era absolutamente necesario que el asesino conociera la casa. Posiblemente le hubiera bastado con observar su posici¨®n desde el exterior. Yo creo que una persona se puede hacer una idea de la distribuci¨®n interior con, s¨®lo observar a trav¨¦s de la piscina y las ventanas.
Mirian vuelve a consultar la opini¨®n de Juan, que tampoco se pronuncia. Si en el punto anterior Juan de la Sierra hab¨ªa mostrado una actitud similar a la de su hermana en las declaraciones que le recogimos, en este otro discrep¨®. La casa de Somosaguas es complicada.
Mirian a?ade: ?Adem¨¢s, el mayordomo siempre deja el coche suyo en el jard¨ªn, a la vista desde la verja. Si el asesino vio que aquella noche no estaba, pudo suponer que Vicente y su mujer estaban fuera de casa?.
-?Cu¨¢ntas personas sab¨ªan que el mayordomo y la doncella no estar¨ªan all¨ª?
-No lo s¨¦.
-?Usted lo sab¨ªa?Mirian parece no haber escuchado la pregunta. Seg¨²n nuestras referencias, eran siete las personas que conoc¨ªan este dato: los marqueses, el mayordomo y su esposa, la cocinera y otras dos. Mirian habla de nuevo de sus padres. Explica que Manuel de la Sierra y Torres le pag¨® en una ocasi¨®n el dentista, que le cost¨® doscientas y pico mil pesetas. Al parecer, tambi¨¦n ha costeado los tr¨¢mites de la anulaci¨®n matrimonial.
Al insistir, dice r¨¢pidamente que s¨ª, que se lo dijo su madre a prop¨®sito de unas alfombras.
-Ella me iba a dar unas alfombras para el negocio en que ahora trabajo, y me dijo que no las podr¨ªamos trasladar el s¨¢bado porque Vicente no iba a estar.
Seguidamente ampl¨ªa: ?Ese d¨ªa com¨ª all¨ª, sola; es decir, con mis dos abuelas. Y no, yo no dije nada a nadie respecto al viaje del mayordomo?.
-?Ni siquiera lo coment¨® con su socio?
-?Qu¨¦ tiene que ver mi socio? No, no lo coment¨¦ con Dick.
-La polic¨ªa, por lo visto, se ha interesado por ¨¦l. Tambi¨¦n se rumorea que se van a casar. ?Tambi¨¦n lo descarta a ¨¦l?
- Desde luego. Dick estaba en Oviedo, con Elena, una compa?era del trabajo. La polic¨ªa ya ha investigado eso. Por lo dem¨¢s, esos rumores son falsos. Dick no es m¨¢s que un amigo, como tengo otros. Y le aseguro que voy a tardar bastante tiempo en casarme, si es que llego a poder hacerlo. Tendr¨¦ que pensarlo muy bien despu¨¦s de haberme salido mal una vez, aunque le aseguro que no es agradable estar sola.
?A medida que pasan los d¨ªas?, reflexiona la joven, ?noto m¨¢s la falta de mis padres. Se echa de menos ese tener a alguien a quien llamar, a tu madre, para decirle cualquier simpleza, como que te duele una rodilla, o con quien sabes que vas a comer alg¨²n d¨ªa todas las semanas. Y luego, esta obsesi¨®n que se tiene por las noches, sin dejar de darle vueltas a todo esto?.
Queremos, por aclarar el mayor n¨²mero de datos, insistir en Dick, norteamericano, alto, atl¨¦tico, rubio, divorciado, padre de una ni?a -que vive con su madre en Londres- y de un ni?o de unos nueve a?os, que vive con ¨¦l en Madrid. De Dick se sabe, salvo error, que trabaj¨® en la firma Golden, donde conoci¨® a Mirian, que march¨® a Estados Unidos despu¨¦s de producirse alg¨²n desacuerdo con esta empresa y que regres¨® para constituir con Mirian un negocio de bisuter¨ªa. Pero Mirian se niega a hablar de Dick y s¨®lo aclara que su aportaci¨®n a este negocio ha sido su trabajo. Se sorprende al decirle que hay referencias de una participaci¨®n suya, por importe de 50.000 pesetas, al capital social, y explica que, ?efectivamente, el capital social declarado es de 100.000 pesetas, pero yo no he puesto la mitad ni nada, s¨®lo mi trabajo?. ?Y con mis ahorros?, a?ade con iron¨ªa, ?me he comprado ahora un Fiat 127 a plazos?.
Tambi¨¦n se han investigado los negocios de Dick en Estados Unidos, as¨ª como sus visitas a la casa de Somosaguas, a la que acudi¨® por primera vez en las Navidades de 1978, con su esposa, y a la que ha vuelto con m¨¢s frecuencia despu¨¦s de la muerte de los marqueses, en compa?¨ªa de Mirian. Sin embargo, Mirian insiste en que no es necesario hablar de lo que, para ella, es marginal al delito cometido. De momento, no ha sido posible hablar con Dick.
Igualmente, rechaza Mirian internarse en explicaciones sobre su matrimonio. ?Tampoco Rafael, mi ex marido, ten¨ªa motivos para hacer una cosa as¨ª? (v¨¦ase EL PAIS del 10 y 12 de agosto), y precisa que, desde que iniciaron los tr¨¢mites de nulidad del matrimonio, hace cinco meses, se han visto alguna vez, pero ninguna despu¨¦s del entierro de sus padres. ?Cuando supe la noticia, lo llam¨¦. Nos separamos, digamos que por incompatibilidad de caracteres, pero nuestra relaci¨®n no es tirante. Luego, al preparar los tr¨¢mites, se vio que pod¨ªa solicitar la anulaci¨®n del matrimonio, en virtud de varios aspectos?.
Pipo, el perrito blanco que le regal¨® su ex marido, corretea por el apartamento. Rafael Escobedo en estos momentos no quiere hacer declaraciones p¨²blicas, nos dijo.
Desde Espa?a a Centroam¨¦rica
Ninguno de los dos j¨®venes herederos saben nada, dicen, sobre posibles negocios de su padre en Centroam¨¦rica, y concretamente, en Colombia. Seg¨²n algunas fuentes, su presencia fue detectada en el sur de Colombia, en 1979, en compa?¨ªa de varios hombres de negocios norteamericanos, as¨ª como en Panam¨¢. Y sobre estos puntos ha practicado gestiones la polic¨ªa en las respectivas embajadas de estos pa¨ªses en Madrid, en la misma semana del asesinato.
?En Panam¨¢, s¨ª?, afirma Juan de la Sierra. ?Pero nada de importancia. Una aseguradora. No, tampoco por ah¨ª se ha encontrado nada?.
Otro de los intereses de la polic¨ªa ha ido dirigido hacia las personas que m¨¢s acceso ten¨ªan al dormitorio del marqu¨¦s. En este c¨ªrculo, sobresale la personalidad del administrador, Diego Mart¨ªnez Herrera, que todos los d¨ªas despacha con el marqu¨¦s. Sobre ¨¦l, nos dijo Juan de la Sierra que ?es una persona fuera de toda sospecha?. ?Su ¨²nica idea sobre lo ocurrido es un deseo de saber qui¨¦n los mat¨®. Trabajaba con mi padre antes de que se casara. Y le gustar¨ªa aplastar a los asesinos?. Juan de la Sierra, en ese momento, descompuso un instante la tranquilidad que ha tratado de mantener, al a?adir: ?Lo mismo que me gustar¨ªa a m¨ª?.
A Juan de la Sierra le falta una asignatura para terminar la carrera de Derecho. Quiere quedarse en Madrid para acabarla y para estar con su novia, que en estos d¨ªas le acompa?a continuamente. El Banco de Londres, al que le hab¨ªa enviado su padre, no lo soporta. ?All¨ª recib¨ª la noticia de sus muertes y no puedo evitar asociar ambas cosas. Me pongo malo al recordar el banco y aquel instante. No s¨¦, no lo puedo evitar?.
Mirian dice: ?Yo seguir¨¦ trabajando?. Con nueva iron¨ªa, remacha: ?Con Dick, con Elena, con
El Gobierno, interesado en que se resuelva pronto el crimen, seg¨²n los herederos
Maita y con otras vendedoras que ya est¨¢n con nosotros?.De momento, mantendr¨¢n la casa de Somosaguas. Juan explica que ?despu¨¦s de ser construida hace cuatro a?os, mi padre estaba pesaroso de haberla hecho. Antes viv¨ªamos en un piso, y, mucho mejor. Es mucha casa. Por cierto que, ni mi hermana ni yo est¨¢bamos autorizados a dar fiestas en ella; s¨®lo mis padres organizaron tres o cuatro, por raz¨®n de sus bodas de plata y alg¨²n compromiso social, a las que no asistieron m¨¢s de cuarenta personas. Con ella quiso mi padre hacer la ¨²nica locura de su vida. Bueno, hizo dos. Porque comprar el Triumph fue dar salida al sue?o de su vida, a los cincuenta y tantos a?os, porque, desde peque?o, le hab¨ªan encantado los coches deportivos. No por correr, s¨®lo porque le gustaban?.
Hacia el esclarecimiento
Mirian, de pronto, tiene como un desahogo contenido hasta ese momento: ?Ustedes es que ni se imaginan las ganas que nosotros tenemos de que esto se aclare, de que terminen todas las conjeturas, de vivir en paz?.
-Y ?qu¨¦ hacen para conseguirlo?
- Desde luego, no hemos contratado ning¨²n detective, como alg¨²n amigo nos ha sugerido, porque nos parece rid¨ªculo -intervino Juan.
-Hemos hecho todo -asegura Mirian con firmeza- Hemos dicho todo lo que sabemos a la polic¨ªa, nos hemos puesto a su disposici¨®n cada minuto del d¨ªa y de la noche. Le hemos dado listas y listas de personas. Nuestros amigos y familiares se han prestado a todo tipo de declaraci¨®n, en cualquier momento, en cualquier sitio. ?Qu¨¦ m¨¢s podemos hacer?
Se sienten solos, en cierta medida. Y tratan de seguir tan unidos como cuando, de peque?os, pintaban a la par cuadros de coches antiguos que firmaban juntos.
Los padres de Mirian y Juan eran hijos ¨²nicos. Los dos herederos explican que no tienen t¨ªos carnales directos y que no hay nadie de su familia que act¨²e, como persona autorizada en concreto, de intermediario entre ellos y el Ministerio del Interior.
Sin embargo, reconocen ambos, as¨ª como Mar¨ªa Moreno, la novia de Juan, que la polic¨ªa est¨¢ haciendo un gran esfuerzo y que numerosas personas influyentes se han interesado por el caso, cerca de la polic¨ªa.
Mirian y Mar¨ªa llegan a precisar m¨¢s a¨²n la actual situaci¨®n. ?El Gobierno en pleno ha presionado para que la polic¨ªa esclarezca con prontitud lo ocurrido. Estas peticiones son tan fuertes que la propia polic¨ªa nos ha llegado a pedir a nosotros que, por favor, intercedamos para que cesen, porque bastante tienen con investigar. Sabemos que han dejado otros delitos importantes por volcarse en el asesinato de nuestros padres. Al comisario que lleva la investigaci¨®n sus jefes le han dicho que cuente con todo el personal que sea necesario. Y los polic¨ªas que trabajan en esto hasta disponen de un mandamiento judicial abierto para las actuaciones de emergencia que necesiten practicar. Sinceramente, creemos que se est¨¢ haciendo todo lo posible?.
Un portavoz policial ha se?alado que no se trataba ?de un crimen perfecto, que el asesino hab¨ªa cometido errores?. Y Juan de la Sierra, esc¨¦ptico, dijo: ?Estoy seguro de que incluso nosotros hemos sido investigados, pero creo que van para largo?.
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