La dial¨¦ctica del botellazo
Ardi¨® Troya ayer en Colmenar, donde parte del p¨²blico empleaba la dial¨¦ctica del botellazo. Afortunadamente la gente ya no va a la plaza con aquellos botellones de gaseosa y tap¨®n de bola, de doble uso, pues se empleaban para refrescar y como arma arrojadiza. Hoy lo que se usa para bebida es el bote, de liviana hojalata, menos mal. Esta innovaci¨®n del consumismo evit¨® que en Colmenar hubiera una tragedia.En cuanto los toreros daban un mal paso o se inhib¨ªan de la lidia, empezaban a cruzar vertiginosamente el espacio a¨¦reo los botes y, en lluvia, ca¨ªan sobre el ruedo. Con ellos, a veces, tambi¨¦n iba material pesado, como una cantimplora o una bota a poco tentar. A Roberto Dom¨ªnguez le pegaron con un bote en la cabeza cuando acababa de eternizarse con el descabello, y la suerte fue que iba vac¨ªo. En cambio, a Paco Alcalde se lo arrojaron lleno y le pas¨® silbando la oreja.
Plaza de Colmenar
Primera de feria. Toros de Los Eulogios, con trap¨ªo, astifinos. Julio Robles: estocada traleira y descabello (ovaci¨®n y saludos). Media atravesada y descabello (ovaci¨®n). Roberto Dom¨ªnguez: pinchazo pescuecero y estocada corta (algunos pitos). Estocada corta y once descabellos. La presidencia le envi¨® un aviso a los seis minutos, y otro, a los ocho (bronca y botes). Paco Alcalde: media atravesada y dos descabellos (gran esc¨¢ndalo y lanzamiento de botes). Tres pinchazos y media (silencio).
Alcalde se manifest¨® asustadito durante el tercio de banderillas de su primer toro, temperamental, crecido, y quiz¨¢ poco picado. S¨®lo puso un par (muy malo), y en los otros intentos huy¨® por las claras. Luego, comprobada la codiciosa y nada suave embestida, pinch¨® en los bajos, machete¨® a la defensiva y entr¨® a matar alocadamente.De ah¨ª el esc¨¢ndalo y los botes. Muy bravo el quinto, que tom¨® dos varas interminables; encelado y fijo, lleg¨® a la muleta incierto, por lo que Roberto Dom¨ªnguez, tras probar el de rechazo y el natural, abrevi¨®.
Mas no en sentido estricto, pues necesit¨® descabellar once veces, y de nuevo se produjo el bombardeo. Alcalde firm¨® el armisticio al intentar faena en el sexto, que era manejable. Dom¨ªnguez hab¨ªa estado apagadillo en el segundo, que se quedaba corto. El ¨²nico que hizo el toreo fue Julio Robles, a lo largo de dos faenas vibrantes y mandonas, muy valiente.
El valor hab¨ªa que demostrarlo ayer en Colmenar, con aquel p¨²blico armado y aquellos toros que salieron astifinos. Pues no es nada la diferencia que hay entre un toro astifino y otro afeitado. Cuando el primero de Robles le tir¨® un ga?af¨®n a la altura de la boca del est¨®mago se nos hel¨® el coraz¨®n: hab¨ªa sid o una centelleante pu?alada. A quien no se le hel¨® el coraz¨®n fue al propio Julio Robles, que a partir de aqu¨ª a¨²n se arrim¨® m¨¢s y acab¨® de construir la faena con todos los m¨¦ritos apropiados para el triunfo. No lo obtuvo porque el p¨²blico colmenare?o, bien se ve, estaba ayer a la contra.
Toros con trap¨ªo, todos. M¨¢s serios y armados que la mayor¨ªa de cuantos hemos visto en Bilbao y otras ferias. Y una presidencia incompetente, que env¨ªa avisos a los seis minutos de faena. Con esos toros y sin ese presidente nos gustar¨ªa volver a Colmenar. Es curioso, pero ahora da m¨¢s gusto ir a cualquier plaza que a Las Ventas, la de los caballos, las mixturas y las farfallas. Qu¨¦ poco se puede tardar en destruir un prestigio construido durante cincuenta a?os, d¨ªa a d¨ªa.
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