Glauber Rocha vuelve a interesarse por la causa tercermundista
El manifiesto tercermundista de La edad de la tierra, de Glauber Rocha; la fascinaci¨®n por la ciudad en Atlantic city, de Louis Malle; el testimonio de la revoluci¨®n nicarag¨¹ense de La insurrecci¨®n, de Peter Lilienthal, y el desencanto producido por Phobia, de John Huston, han dominado las ¨²ltimas sesiones de la Mostra Internacional de Cine de la Bienal de Venecia, que contin¨²a a ritmo creciente con la proyecci¨®n diaria de unas quince pel¨ªculas, adem¨¢s de otras actividades paralelas.
Tras un intercambio de telegramas y modificaciones de horarios, el realizador Glauber Rocha present¨® su ¨²ltima pel¨ªcula, La edad de la tierra, que significa su regreso a Brasil despu¨¦s de varios a?os de exilio. El cine de Rocha nunca deja indiferente, y esta pel¨ªcula, dos horas y media de im¨¢genes agolpadas y m¨²sica fren¨¦tica sobre su visi¨®n del mundo actual, ha producido-irritaci¨®n, sue?o, abandonos de sala y admiraci¨®n por su entrega personal a la causa tercermundista, a trav¨¦s del cine.La edad de la tierra se anuncia como un poema ¨¦pico y did¨¢ctico sobre las contradicciones sociales y m¨ªsticas del mundo contempor¨¢neo. A trav¨¦s de largas secuencias, con reiteraciones de im¨¢genes y di¨¢logos, cambios de escenarios y de ritmos, la presencia continua de la m¨²sica y el baile, Rocha coloca una meditaci¨®n catastr¨®fica sobre la sociedad que ?comenz¨® en Grecia y termin¨® en Estados Unidos?. La situaci¨®n de los pueblos subdesarrollados, los l¨ªmites de las sociedades capitalista y socialista, la libertad de los oprimidos, aparecen en un discurso lleno de referencias b¨ªblicas y cristianismo. El m¨ªstico y real Rocha llega a citar a Pasolini y al papa Juan XXIII.
El director franc¨¦s Louis Malle reconoci¨®, durante la conferencia de Prensa, su fascinaci¨®n por algunas ciudades de la vieja Am¨¦rica. Si en Pretty baby era la ciudad de Nueva Orleans, a trav¨¦s de la m¨²sica de jazz, en Atlantic city se asiste a la formaci¨®n urbana y arquitect¨®nica, a partir de la nueva ley permisiva del juego, que lo hace desplazar a Las Vegas. Este cambio no es asimilado por un viejo hombre duro (interpretado por Burt Lancaster), que vive en el pasado y se aventura en el peligro como si se tratara de un iuego infantil.
No hay fanatismo en Atlantic city. Malle se inclina hacia la comedia diluida en algo de ensue?o, proporcionado por la mirada de Susan Sarandon, la m¨²sica de Michel Legrand o la canci¨®n de Paul Anka. La ciudad es paseada por la c¨¢mara, que recoge la nueva fisonom¨ªa urbana y se acerca a los nuevos lugares de diversi¨®n, junto a los restos de los ?otros tiempos?, de prohibiciones y concursos de belleza. El p¨²blico acogi¨® con simpat¨ªa esta realizaci¨®n y los cr¨ªticos se han reconciliado con el director.
Movimientos de liberaci¨®n nacional
Peter Lilienthal, director alem¨¢n, sigue con La insurrecci¨®n, presentada a concurso, el tema de los movimientos de liberaci¨®n nacional, que inici¨® en 1973 con La victoria, sobre el Chile de Allende. El movimiento sandinista y la ca¨ªda de la dictadura de Somoza en Nicaragua era, para un cineasta conocedor de la realidad latinoamericana, un reto que se pod¨ªa trasladar en im¨¢genes. La pel¨ªcula, rodada a partir de noviembre de 1979 en los mismos escenarios, se centra en la insurrecci¨®n popular de la ciudad de Le¨®n y, como suele ser habitual en Lilienthal, seguida a trav¨¦s de un caso particular, el de un soldado perteneciente a una unidad especial de la guardia nacional somocista, que, tras presenciar la represi¨®n y las matanzas, se une a la guerrilla.La pel¨ªcula recoge algunos testimonios reales que dieron la vuelta al mundo a trav¨¦s de la televisi¨®n, y esas mismas im¨¢genes forman parte del argumento, minucioso en el registro de la ambientaci¨®n y el comportamiento de los personajes, sin imponer la sucesi¨®n de los hechos hist¨®ricos.
Para muchos cr¨ªticos, nombrar a John Huston significa la veneraci¨®n por el viejo maestro, pero algunos de ellos se refieren al ?suicidio art¨ªstico? que significa su ¨²ltima pel¨ªcula, Phobia, producci¨®n canadiense presentada fuera de concurso, que participar¨¢ en los pr¨®ximos festivales de San Sebasti¨¢n y Sevilla. Frente a los que no admiten desmayos en el realizador de La reina de A frica o Sangre sabia, ha defraudado Phobia por una aparente facilidad y fragilidad de esta historia de un joven y c¨¦lebre psiquiatra que ?trata? cinco casos de neur¨®ticos. Sin llegar a planteamientos de la insistuci¨®n psiqui¨¢trica, en la forma del recientemente desaparecido Franco Basaglia, la pel¨ªcula sigue el esquema habitual del thriller, sin presionar las neuronas del espectador, con el apoyo en la interpretaci¨®n del actor Paul Michael Glaser, m¨¢s cercano al estilo de la popular serie de televisi¨®n norteamericana Starsky y Hutch, tal como puso de relieve en sus paseos por las terrazas del Lido.
Franco Brogi Taviani, el menor de los hermanos Taviani, realizadores italianos, ha llevado por primera vez a la pantalla, y precisamente en su primer largometraje, la biograf¨ªa del promotor del masoquismo, con la continua presencia en pantalla de Paolo Malco y Francesca de Sapio, sin apuntar el ambiente social de la Viena del siglo pasado. La creciente dial¨¦ctica amor-castigo-dolor- placer se distancia en la incredulidad de los espectadores.
Babelia
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