Anto?¨ªsima
Cinco sortijas de brillantes en los tres dedos finales de la mano izquierda y un peluc¨®n que es como un viol¨ªn en llamas. Anto?¨ªsima, Antonia, Sara, Sarit¨ªsima, la moza cincuentona del Campo de Montiel, descubierta por Miguel Mihura -que ten¨ªa fino tacto para el g¨¦nero- nos da una cena en el viejo caf¨¦ Viena, de Arg¨¹elles, que ahora es nuevo y refrigerado. Mar¨ªa Antonia Abad, Anto?¨ªsima, trae una gasa transparente sobre los senos desnudos y espa?oles: ?Pues ¨¦stos no han estado nunca en el quir¨®fano, Paco, y no como los de tantas, pero ya me est¨¢s metiendo complejo con tanto mirarme lo transparente?. Y hace como que se frunce la gasa -que era una funda de almohada de su madre- sobre las turgencias de medio siglo, y la calavera bell¨ªsima (las calaveras no envejecen) luce por sobrencima la m¨¢scara de los afeites y a media cena, en la presidencia, entre Emilio Romero y yo (vestido Emilio de blanco y negro, con gafas negras, casi como un consejero nacional del Movimiento), a media cena, digo, dec¨ªa, Anto?¨ªsima saca la barra Helena Rubinstein y se repinta la boca de flor violenta y popular que ha besado toda Espa?a en el espejo de la m¨²sica, y luego se da con un pincelito. ??Eso es el perfilador, Antonia??. ?El perfilador, hijo?. ?Ya ves que estoy en todo, Antonia, pero d¨¦jame la blonda de tu madre para el cuello, por el airweIl este que mata?. ?Aqu¨ª ven¨ªa yo con Miguel? (Mihura), me dice, ?cuando esto era un viejo caf¨¦, todav¨ªa sin televisi¨®n, con parejas maduritas que jugaban al parch¨ªs, c¨®mo te sienta el encaje de mi madre, Paco, hijo, y cu¨¢nto me ayud¨® a m¨ª Marujita D¨ªaz en la muerte de mi madre, la pobrecita, que en paz descanse, Antonia esto, Antonia lo otro, que la vida es as¨ª, Antonia, o sea que hac¨ªa por entretenerme, yo por Maruja lo que quiera, es tan graciosa y tan buena?. ?No ha hecho otra cosa en la vida que copiarte, Antonia?. ?Eso es una obsesi¨®n que se le ha metido, hijo, qu¨¦ le vas a hacer, pero si vieras c¨®mo la quiero y c¨®mo se port¨® cuando mi madre, s¨ª, el at¨²n es para m¨ª, no, ya no guardo r¨¦gimen, ?te acuerdas cuando me desmay¨¦, en Barcelona, que estabas t¨²?, ahora estoy siempre entre los 52 y los 54, he pasado el verano por Catalu?a, cantando en los pueblos del interior, tambi¨¦n me he ba?ado en la Costa Brava, qu¨¦ gente, Paco, o sea, qu¨¦ cari?o, y les he cantado una canci¨®n en catal¨¢n, me dije digo, si yo les he cantado a los griegos en griego, ?por qu¨¦ no les voy a cantar a los catalanes en catal¨¢n?, me cost¨®, pero les gustaba mucho, ahora a triunfar en Madrid con estas carrozas que me he tra¨ªdo, ya sabes, de nuestros tiempos, Lorenzo, Bonet de San Pedro, Jorge Sep¨²lveda, que ah¨ª le tienes cenando, con su se?ora, correct¨ªsima, hijo, qu¨¦ quieres que te diga, y no me mires m¨¢s lo transparente, Paco, que se me est¨¢ poniendo as¨ª como una cosa?.Ahora se sube la falda hasta mitad de los muslos, s¨®lo para Emilio y yo, que estamos a su lado. Casi cuarenta a?os presidiendo el mujer¨ªo nacional, desde que era novia de Mihura en el viejo Viena desgualdrajado de la posguerra hasta esta noche de escritores, m¨²sicos y tiernos fantasmas, con la s¨¢bana reci¨¦n planchada, del mundo retrocamp /kitsch de los cuarenta. Anto?¨ªsima es como la moza de c¨¢ntaro de Lope desenterrada en el Campo de Montiel, cual Dama de Baza. O, m¨¢s a¨²n, es el c¨¢ntaro simplemente (ella tiene voz oscura de c¨¢ntaro), una milenaria vasija espa?ola que tiene prestigio de museo y todav¨ªa hace fresca el agua. Por eso nos reconocemos en Anto?¨ªsima, por eso la reconocemos bajo sus cinco sortijas, sus dos pulseras, su profusi¨®n de dijes, collares, borlas y cosas que lleva al cuello, sobre el escote, quiz¨¢ -ay- ya no muy descotable. ?Y que le hemos quitado un teatro a Colsada, f¨ªjate t¨² lo que es quitarle un teatro a Colsada, yo ya lo canto todo, Paco, hijo, hasta cosas de la Caball¨¦, que ella las hace a su manera, ech¨¢ndole mucho, y yo las hago a la m¨ªa, sin matarme, y qu¨¦, para ya con lo transparente, asqueroso, que las m¨ªas son as¨ª y nada de quir¨®fano, ya ves?.
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