La JOC
Mi querido y admirado Jos¨¦ Luis Mart¨ªn-Descalzo, con quien tantos libros y gatos ha compartido, expresaba el otro d¨ªa en Abc su preocupaci¨®n y comprensi¨®n por el hecho de que el S¨ªnodo Episcopal de Roma no interese demasiado al mundo de hoy. Juan Arias, en nuestro peri¨®dico, informa desde Roma del escepticismo de los cat¨®licos progresistas frente a dicho S¨ªnodo. Uno, de momento, puede contarles a ustedes el ¨²ltimo obispazo de nuestras eminencias nacionales, o ilustr¨ªsimas, que ha sido una invasi¨®n con cuarenta divisiones teol¨®gicas, tipo Breznev, contra la JOC (Juventud Obrera Cat¨®lica), de la que hoy se sospecha, m¨¢s que por cat¨®lica, por obrera y por joven.La Comisi¨®n Episcopal de Apostolado Seglar le ha dicho a la JOC que a este movimiento le falta ?una suficiente identidad cristiana, eclesial y apost¨®lica?, as¨ª como le sobra un exceso de ?radical ambig¨¹edad apost¨®lica? (c¨®mo la ambig¨¹edad pueda ser radical debe ser cosa teol¨®gica o tomista que no se me alcanza). En vista de lo cual y de otras pastorales y dictatoriales razones, los obispos no prorrogan al presidente don Te¨®fillo Fern¨¢ndez ni admiten a don Andr¨¦s G¨®mez como consiliario general. O sea que les dan una puerta tipo Kremlin/ Vaticano, que son las formidables y espantosas m¨¢quinas que persiguen hoy en el mundo cualquier ?radical ambig¨¹edad?, bien sea cristiana, totalitaria, teol¨®gica o eurorrevisionista. Los obispos asumen interinamente las funciones de la JOC, quedan con Cristo Resucitado y firman un par Felipe Fern¨¢ndez y otro. La Iglesia espa?ola se revuelve contra cualquier disidencia, cr¨ªtica interior, desviacionismo celestial o cosa, con o sin motivo, como la Iglesia rusa contra Polonia o Afganist¨¢n.
Por su parte, Feliciano Gonz¨¢lez, de la comisi¨®n permanente de la JOC, dice que los obispos quieren hacer de este movimiento obrero un ?movimiento t¨ªtere?. En la reciente Conferencia Episcopal no se ha hablado del tema, prueba de la mala conciencia al respecto. Feliciano, Archilla, Castilla y otros me informan de que la JOC, segregada en los felices sesenta de Acci¨®n Cat¨®lica -por ambig¨¹edad y obrerismo, sin duda-, no acepta realmente la paternidad ni el paternalismo de los obispos y va por libre. Yo recuerdo que la JOC, que naci¨® en los tontos y lluviosos cincuenta, era una cosa que estaba, en Valladolid, junto a la Escuela de Artes y Oficios, y frente a la sala de fiestas Bolero, donde siempre hab¨ªa un bodorrio bailando la raspa. De modo que yo primero dibujaba un poco del natural en Artes y Oficios, luego me bailaba una raspa en Bolero y, finalmente, sub¨ªa a los desgualdrajados salones de la JOC a jugarme una partida de damas. Sin ser de nada de aquello, yo llevaba la vida del perfecto obrerito espa?ol y valiente, y pronto vi que en la JOC, bajo los campeonatos de damas y las salves colectivas, hab¨ªa un agruparniento obrero y juvenil al margen del sindicato ¨²nico o la Falange eterna. La JOC, que naci¨® para troquelar obreros sumisos, humildes, sin otra conciencia de clase que la conciencia de infortunio y recompensa en el cielo, ha llegado con los a?os a ser lo que era, lo que quer¨ªa y deb¨ªa ser un lugar de encuentro para obreros j¨®venes con todas las impaciencias de su juventud y condici¨®n. Ahora que el sindicalismo es libre, la JOC se radicaliza y pierde adictos (Marcelino Camacho ha debido robarle algunas vocaciones), con lo que nuestros obispos acorazados han entrado por sorpresa en una provincia eclesial que cre¨ªan habitada tan s¨®lo por melanc¨®licos jugadores de damas. Y se han encontrado la contestaci¨®n a la polaca, con rosario y todo.
Los j¨®venes y viejos jocistas ni siquiera saben ni quieren depender de nuestros grandes obispos. Son obreros por libre, j¨®venes por libre cristianos por libre. Un esc¨¢ndalo. Mientras Wojtyla inaugura el escepticismo ecum¨¦nico en Roma, con el S¨ªnodo, los obispos espa?oles concentran sus divisiones tomistas en la frontera de papel de una provincia joven, vieja y obrera del cristianismo. La JOC es la Polonia del catolicismo espa?ol.
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