El presidente del PSOE pide a Revilla que presente su dimisi¨®n
Ram¨®n Rubial, presidente del PSOE y de la comisi¨®n federal del partido, pidi¨® de forma oficial el lunes a Carlos Revilla que presentase su dimisi¨®n como presidente de la Diputaci¨®n Provincial de Madrid, seg¨²n pudo confirmar EL PAIS. La petici¨®n se produjo al t¨¦rmino de la reuni¨®n del comit¨¦ federal, que decidi¨® posponer la ratificaci¨®n del acuerdo del comit¨¦ regional de Madrid en el sentido de relevar de su cargo a Revilla. Este, por su parte, no hab¨ªa presentado a¨²n anoche su dimisi¨®n, y prefiri¨® desatender los requerimientos hechos por este peri¨®dico para que explicase su versi¨®n de la crisis.
En cuanto a la decisi¨®n de la comisi¨®n federal del PSOE (m¨¢ximo ¨®rgano pol¨ªtico entre congresos del partido) de no ratificar autom¨¢ticamente el acuerdo del comit¨¦ regional madrile?o, hay que entenderla como un intento de no crear precedentes en el sentido de que los comit¨¦s regionales puedan adoptar decisiones de esta envergadura. No obstante, ma?ana, jueves, se celebrar¨¢ una reuni¨®n conjunta entre la comisi¨®n federal y el comit¨¦ regional madrile?o, en que se adoptar¨¢ una decisi¨®n definitiva sobre el caso, que pasa necesariamente por la sustituci¨®n de Revilla.Responsables del comit¨¦ federal se?alaron en los ¨²ltimos d¨ªas su esperanza de que Revilla dimita voluntariamente para evitar que la crisis supere el ¨¢mbito provincial madrile?o y se convierta en un problema a nivel de todo el partido. Si Revilla decidiera hacer caso omiso a las distintas peticiones recibidas para que presente su dimisi¨®n, la direcci¨®n del partido se ver¨ªa obligada a cesarle como militante, lo que supondr¨ªa un esc¨¢ndalo mayor.
Por su parte, Carlos Revilla se ha encerrado en un mutismo absoluto y ha desatendido cualquier oferta de explicar su postura ante la crisis desencadenada en torno a su persona. Dirigentes socialistas insistieron ayer que ¨¦sta se centra exclusivamente en el ¨¢mbito pol¨ªtico, que su sustituci¨®n se debe a su gesti¨®n como presidente y que, en cualquier caso, queda salvada la honorabilidad personal de Revilla.
Hace escasas semanas, un diputado provincial de izquierdas reconoc¨ªa en privado que muchas de las acusaciones de Enrique Castellanos, portavoz ucedista en la diputaci¨®n, a Carlos Revilla ten¨ªan un fondo de verdad. El presidente se caracteriz¨® desde el principio por un marcado sentido presidencialista del poder y actu¨® en ocasiones sin consultar al grupo de diputados. Algo que legalmente puede hacer, puesto que la ley le confiere esas prerrogativas, pero que no agradaba ni a un grupo de diputados provinciales de su propio partido ni a la FSM, que pensaban que no debe ser ese el talante de un presidente socialista.
As¨ª, Revilla utiliz¨® fondos de la cuenta de la diputaci¨®n en la Banca March, mediante decretos que en ocasiones ni siquiera fueron comunicados al pleno. Cuando UCD provoc¨® un pleno extraordinario para juzgar la gesti¨®n del presidente, fue visible que los diputados de izquierda argumentaban en contra, como era l¨®gico, pero sin que en ning¨²n momento salieran en defensa personal de Revilla. Su talante personalista se demostr¨® en el asunto del palacio de Vistahermosa, en cuya compra se empecin¨® incluso con la oposici¨®n declarada de su grupo y de los comunistas.
Javier Solana, su mayor detractor
Antes del verano, Revilla presion¨® a Eduardo Ferrera y Mar¨ªa G¨®mez de Mendoza para que abandonaran sus cargos en la diputaci¨®n, sin conseguirlo en ese momento. El 30 de septiembre ces¨® tambi¨¦n por decreto presidencial a Eduardo Ferrera esta vez desobedeciendo frontalmente a la comisi¨®n ejecutiva de la FSM, que en carta enviada d¨ªas antes hab¨ªa ordenado el aplazamiento del tema.La impresi¨®n que se deduce es que Carlos Revilla confi¨® demasiado en sus amistades personales en la ejecutiva federal. Los apoyos no fueron tan decididos, vista la gravedad de los cargos en su contra, y, en cambio, tambi¨¦n tiene fuertes detractores, como es el caso de Javier Solana.
A lo largo de estos ¨²ltimos meses han ido apareciendo asuntos como el de Alvarez Miranda, la cuenta de la Banca March, las acusaciones de la secci¨®n sindical de UGT respecto a su mala gesti¨®n en el tema de la Ciudad Sanitaria Provincial y, por fin, el cese de Eduardo Ferrera, que actu¨® como detonante.
Aunque Revilla contaba, en teor¨ªa, con el apoyo de la mayor¨ªa de su grupo de diputados -en el comit¨¦ regional ese apoyo no se reflej¨® en absoluto-, un grupo de cinco o seis diputados comenz¨® a alarmarse ante las continuas interferencias del presidente en el desarrollo de los planes pol¨ªticos de la FSM. Joaqu¨ªn Leguina ya advirti¨® en su d¨ªa que el pacto municipal con el PCE ten¨ªa un l¨ªmite, pero que hasta ese l¨ªmite se iba a aplicar seriamente. Fruto de esa concepci¨®n fue la idea de creaci¨®n en la diputaci¨®n de un consejo de coordinaci¨®n que actuara como un verdadero gobierno de izquierdas, encargado de estudiar y aplicar la actuaci¨®n pol¨ªtica general y por sectores, y que indirectamente despojaba al presidente de gran parte de sus prerrogativas.
Revilla nunca vio la idea con buenos ojos, e intent¨® frenarla como pudo. A¨²n despu¨¦s de constituido el consejo puso continuos obst¨¢culos a su funcionamiento. Jos¨¦ Borrell y C¨¦sar Cimadevilla se constituyeron en oposici¨®n a Revilla y transmitieron a la FSM las quejas, cada vez m¨¢s subidas de tono, hasta que la destituci¨®n de Eduardo Ferreras colm¨® el vaso y los dos anteriores, m¨¢s el mismo Ferreras y Mar¨ªa G¨®mez Mendoza, ponen su cargo a disposici¨®n del partido.
Puesta la crisis en el tapete, la FSM sabe que el tema de Revilla se sigue con preocupaci¨®n en Santa Engracia -antigua Garc¨ªa Morato- y trata de actuar con prudencia. Aunque no existen oficialmente presiones de las m¨¢s altas instancias del partido, Felipe Gonz¨¢lez llama en persona a Joaqu¨ªn Leguina para recomendarle que evite los enfrentamientos escandalosos en el comit¨¦ regional. La FSM se ve presionada adem¨¢s por el hecho de que Revilla no ha hecho un solo gesto que pueda rebajar las tensiones en todo el proceso de la crisis, y el grupo de diputados, sobre todo en el caso de Jos¨¦ Borrell, no est¨¢ dispuesto a aceptar f¨®rmulas de compromiso. La carta firmada por Revilla pocas horas antes de comenzar el comit¨¦ lleg¨® ya tarde, al margen que tal vez la comisi¨®n ejecutiva pensara que no querr¨ªa firmarla. La votaci¨®n final arroj¨® un resultado de 118 votos en contra del presidente por 61 a favor, casi el doble.
Los tiras y aflojas para sustituir a Revilla se reproducen ahora en la ejecutiva federal en el momento de buscarle sucesor.
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