Carta abierta a Lawrence Klein, nuevo premio Nobel de Econom¨ªa
Estimado profesor Klein:Siempre resulta agradable comprobar que un premio Nobel se otorga a una persona cuyos m¨¦ritos son reconocidos un¨¢nimemente a nivel internacional. Pero en este caso se unen a sus muchos merecimientos personales una cercan¨ªa a nuestro pa¨ªs que nos permite, en cierta manera, a los economistas espa?oles considerar como especialmente entra?able su nombramiento.
Perm¨ªtaseme que recuerde p¨²blicamente en esta carta abierta c¨®mo se inici¨® esa rama de la econom¨ªa de la que se le considera a usted como el gran propulsor.
La historia de la econometr¨ªa puede considerarse que se inicia con la constituci¨®n, el 29 de diciembre de 1930 en EE UU (Cleveland, Ohio), de la Econometric Society. Como puede suponerse, en aquellas fechas -en que usted acababa de cumplir los diez a?os- el terreno no estaba muy abonado para que los economistas se preocupasen de una asociaci¨®n que trataba, seg¨²n sus estatutos fundacionales, ?del avance de la teor¨ªa econ¨®mica en su relaci¨®n con la estad¨ªstica y la matem¨¢tica?, y ten¨ªa por objetivo principal ?promover estudios que conduzcan a la unificaci¨®n del enfoque te¨®rico-cuantitativo y emp¨ªrico-cuantitativo de los problemas econ¨®micos y que est¨¦n penetrados por un pensamiento constructivo y riguroso similar al que ha llegado a dominar en las ciencias naturales?.
La sesi¨®n constitutiva s¨®lo alcanz¨® a reunir a sus tres promotores (el noruego Ragnar Frisch -creador de la palabra ?econometr¨ªa?- y los norteamericanos Irving Fisher y Charles Roos), doce economistas americanos y cuatro europeos. Como detalle anecd¨®tico recordemos que en 1912 Fisher hab¨ªa intentado ya organizar, sin ¨¦xito, una asociaci¨®n para promover la investigaci¨®n en econom¨ªa cuantitativa. Incluso en la reuni¨®n preparatoria que celebraron los promotores en abril de 1928 s¨®lo pudieron componer una lista mundial de ochenta economistas que pudieran estar interesados en esta v¨ªa de investigaci¨®n. A lo largo de su historia, la sociedad de econometr¨ªa ha conseguido aunar a cerca de 3.000 economistas del mundo entero y ha sido presidida por investigadores tan prestigiosos como Schumpeter, Keynes, Tinbergen, Koopmans, Samuelson, Leontief y usted mismo.
Naturalmente, pueden encontrarse antecedentes remotos de la aplicaci¨®n de modelos emp¨ªricos (en un sentido muy amplio) en econom¨ªa. En tal sentido se han considerado trabajos tales como la ?Aritm¨¦tica pol¨ªtica?, de sir William Petty (1678); ?Le tableau economique?, de Fran?ois Quesnay (1758) o la ley de comportamiento del consumo de Ernest Engel (1857), por citar tres investigaciones pertenecientes a siglos sucesivos.
No obstante, los primeros modelos econom¨¦tricos, en un sentido moderno, no se aplican antes de finalizar el primer cuarto del presente siglo. Los trabajos de Cobb y Douglas (1928) sobre funciones de producci¨®n, de Henry Schultz (1938) sobre funciones de demanda, de Joel Dean (1941) referentes a funciones de costes y de R. M. Walsh (1944) sobre funciones de of¨¦rta pueden considerarse entre las investigaciones pioneras de econometr¨ªa aplicada en los campos indicados, que fueron los primeros en someterse a una contrastaci¨®n emp¨ªrica.
Tambi¨¦n a partir de los a?os treinta se empiezan a plantear modelos multiecuacionales, siendo en este caso el gran adelantado su antecesor en el Premio Nobel, el econ¨®metra holand¨¦s Jean Tinbergen, quien en 1937 (para Holanda) y 1939 (para EE UU) propone los primeros modelos macroeconom¨¦tricos, bajo la cr¨ªtica tolerancia de lord Keynes, que no parece entonces muy entusiasmado con la nueva metodolog¨ªa.
Perm¨ªtame ahora, profesor Klein, que le recuerde -a pesar de su natural modestia- c¨®mo a partir de estas fechas entra usted en la historia de la econom¨ªa y especialmente en la econometr¨ªa moderna.
En 1942 termina usted sus estudios de primer ciclo en la Universidad de California (recibiendo el Premio Phi Beta Kappa), dos a?os m¨¢s tarde recibe su Ph. D. en el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts, y a partir de aqu¨ª su ?curriculum? resulta ya de muy dif¨ªcil resumen. Miembro del Social Science Research Council (1945-1948), investigador asociado de la Cowles Commission (1944-1947), consultor del Gobierno canadiense (1947), investigador asociado del National Bureau of Economic Research (1948-1951), profesor universitario primero en la Universidad de Michigan (1951-1954), despu¨¦s en la Universidad de Oxford (1955-1958) y, por ¨²ltimo, en su actual Universidad de Pensilvania.
Los reconocimientos a su labor van llegando sucesiva e ininterrumpidamente: la medalla John Bates Clark, en 1959; la presidencia de la Econometric Society, en 1960; el nombramiento como acad¨¦mico de la American Academy of Arts and Sciences, en 1962; su elecci¨®n como presidente de la Asociaci¨®n de Economistas Americanos, en 1970.
Su influencia en las instituciones econ¨®micas americanas se multiplica (Committee of Economic Stability, Committee on International Relations, Committee of Price Research, Brookings Institution, Social Science Research Council, Strategic Studies Center ... ). El reconocimiento a nivel internacional se generaliza con su nombramiento como consultor de UNCTAD, UNIDO y otras m¨²ltiples instituciones supranacionales, as¨ª como con sus visitas y nombramientos en relaci¨®n con la Hebrew University of Jerusalem, Universidad de Copenhague, Universidad de Bonn...
Su conexi¨®n con la universidad espa?ola viene de hace muchos a?os, y usted recordar¨¢ c¨®mo un libro suyo (Manual de Econometr¨ªa, Editorial Aguilar, 1958), traducido por el pionero de estos estudios en nuestro pa¨ªs, mi maestro y amigo Angel Alcaide, sirvi¨® de texto para la formaci¨®n en este campo de muchas promociones de economistas en la vieja Universidad de San Bernardo.
Hace ya tres a?os que la facultad de Econ¨®micas y Empresariales de la Universidad Aut¨®noma de Madrid propuso su nombramiento como doctor honoris causa, que usted tan amablemente acept¨®, y cuyo acto de entrega se realizar¨¢ en los pr¨®ximos meses.
Adem¨¢s, para usted no es nuevo nuestro pa¨ªs. Su estancia en Madrid en mayo de 1977 para participar en la reuni¨®n sobre aplicaciones empresariales de los modelos macroeconom¨¦tricos, organizada por nuestro com¨²n amigo Adolfo Castilla, nos permiti¨® a una serie de econ¨®metras espa?oles establecer una conexi¨®n que en nuestro caso no se ha interrumpido desde entonces.
Desde hace tres a?os venimos colaborando en la construcci¨®n de un modelo para la econom¨ªa espa?ola, a la que tantas horas ha venido dedicando usted y su equipo en Wharton Econometric Forecasting (Adams, Beltr¨¢n del R¨ªo, Vianne). Por nuestra parte, conoce bien, profesor Klein, c¨®mo sobreponi¨¦ndonos a la penuria econ¨®mica de nuestra universidad hemos venido dedic¨¢ndonos a este tema sin que fuera posible obtener financiaci¨®n alguna ni tan siquiera para pagar nuestros viajes a Filadelfia. Los profesores Mart¨ªnez-Aguado, Vicens y Castilla han estado en Wharton por su esfuerzo personal y conjunto de nuestro departamento de econometr¨ªa de la empresa e inform¨¢tica.
Cuando hace unos d¨ªas te notificaba que, por fin -y tras dos convocatorias fallidas-, el Comit¨¦ Conjunto Hispano-Norteamericano para Asuntos Educativos y Culturales nos hab¨ªa otorgado una peque?a ayuda a nuestras dos instituciones para elaborar en com¨²n un modelo econom¨¦trico de la econom¨ªa espa?ola, no pensaba que poco despu¨¦s iba a tener que felicitarle por el Nobel.
Desde luego no ha sido ninguna sorpresa para los que le conocemos. Como se escribi¨® en Pennsylvania Gazette en febrero de 1975, ?muchos de los colegas de Klein le describen como un genio. Algunos de ellos dan por seguro que si no le conceden el Premio Nobel de Econom¨ªa este a?o ser¨¢ el pr¨®ximo?. Nosotros est¨¢bamos entre ellos y, como sabe, estamos preparando desde hace ya varios meses un n¨²mero homenaje a su persona en la Revista Espa?ola de Econom¨ªa.
Para terminar, Klein, mi reconocimiento personal m¨¢s profundo no ya por su indudable talla como investigador, sino tambi¨¦n por su gvran lecci¨®n como profesor universitario. Como dec¨ªa Kravis, ?yo no me lo puedo figurar m¨¢s que trabajando; Klein emplea todo su tiempo en temas universitarios, dispone siempre de ocasiones para hablar con los estudiantes; si usted camina con ¨¦l nunca tiene prisa... y, sin embargo, se multiplican sus aportaciones?.
Querido profesor Klein, por sus m¨²ltiples aportaciones al mundo de la econometr¨ªa moderna (reflejadas al menos en diecis¨¦is libros y 135 art¨ªculos que yo haya podido localizar), por su humanidad y por su comprensi¨®n y est¨ªmulo hacia la econometr¨ªa de nuestro pa¨ªs, bienvenido sea este Nobel para su persona.
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