Un largo proceso electoral

( ... ) Esta campa?a habr¨¢ demostrado m¨¢s que otras las ambig¨¹edades y las contradicciones del sistema pol¨ªtico americano. Todo sislema mayoritario, aplicado adem¨¢s sobre una base federal, lamina a los peque?os y empobrece, por consiguiente, el debate de ideas que se deb¨ªa esperar ante una elecci¨®n de esta importancia. La parcelaci¨®n de los partidos y la emergencia de la televisi¨®n han acentuado todav¨ªa m¨¢s los aspectos m¨¢s fastidiosos -primac¨ªa a la apariencia y la t¨¦cnica teleg¨¦nica sobre las posiciones y los argumentos- de lo que se denominaba, antes de que el fen¨®meno se extendiese por Europa, una "campa?a a la americana". Llev¨¢ndolo al extremo, se puede decir que las cualidades necesarias para acceder al poder supremo son completamente distintas y a veces contrarias a las que ser¨ªan necesarias para ejercerlo.Pero todav¨ªa hay m¨¢s. Con el fin plausible de sustraer el proceso de designaci¨®n de los candidatos a las m¨¢quinas de los partidos, los reformadores de los diez ¨²ltimos a?os han aumentado el n¨²mero y la importancia en las elecciones primarias; se han contado 35 este a?o, o sea, dos veces m¨¢s que en 1968.( ... )

Este largo y pesado proceso ha prolongado la duraci¨®n de las campa?as electorales y paralizado la acci¨®n de los presidentes. Se puede decir que el habitante de la Casa Blanca no puede gobernar verdaderamente nada m¨¢s que durante el segundo a?o de su mandato: pasa el primero estudiando los asuntos de Estado y los dos ¨²ltimos ocup¨¢ndose de su reelecci¨®n. ( ... )

5 de noviembre