La mujer tambi¨¦n es ad¨²ltera
Quisiera contestar a Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n que, en un art¨ªculo publicado en este peri¨®dico, con fecha 9 de los corrientes, titulado Cuidado con la concupiscencia, dice: ?Siempre que se habla de la concupiscencia se est¨¢ condenando al hombre. ?Por ventura, la esposa no podr¨ªa cometer tambi¨¦n ese pecado? ?La mujer no tendr¨ªa, digo, las mismas posibilidades de condenarse que el hombre? Alguien deber¨ªa reivindicar ese derecho?.Efectivamente, en carta dirigida a EL PAIS aproximadamente tres semanas antes de que apareciera su art¨ªculo, pero que no fue publicada, yo hac¨ªa esa reivindicaci¨®n, diciendo: ?Ha tenido una gran difusi¨®n internacional esa ocurrencia chistosa del Papa, diciendo que el hombre que desea sexualmente a su esposa comete adulterio, y contra esta afirmaci¨®n se han levantado voces a trav¨¦s de la Prensa mundial, as¨ª como por grupos feministas. Pero hay algo que a m¨ª me hiere m¨¢s a¨²n y me extra?a que nadie haya protestado por ello... Es esa omisi¨®n, castrante para la mujer, al no mencionar ni por lo m¨¢s remoto que ella tambi¨¦n pueda realizar ese tipo de adulterio al sentir un natural deseo sexual, no solamente hacia su marido, sino hacia cualquier otro esp¨¦cimen del sexo opuesto. Negar esto es negar la naturaleza?.
As¨ª me expresaba en carta que, como ya he dicho, no public¨® EL PAIS, aunque s¨ª lo hicieran otros peri¨®dicos. La Iglesia ha venido neg¨¢ndole a la mujer una de las principales funciones del organismo: la natural, regular y normal libertad sexual. As¨ª, la mujer ha sido mutilada. Tendr¨¢n que transcurrir muchas generaciones para que las cosas vuelvan a su cauce. Esto es: la relaci¨®n sexual sin trabas. Ahora que tanto se quiere volver a los or¨ªgenes de la naturaleza, por lo que luchan tantos grupos ecologistas, habr¨ªa que empezar por ah¨ª, para lo que ser¨ªa conveniente suprimir la nefasta instituci¨®n matrimonial como tal, lo que har¨ªa innecesario ese divorcio que a tantas personas asusta./
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