Potasas de Navarra, abocada al cierre de sus instalaciones
Veinte a?os despu¨¦s de que el Instituto Nacional de Industria (INI) acometiese la obra de crear una industria de Beriain dedicada a la explotaci¨®n de la potasa y sus derivados, Potasas de Navarra, SA (PDN), se enfrenta con el problema m¨¢s grave de su historia: el cierre a plazo m¨¢s o menos fijo de sus instalaciones. La empresa asegura que los yacimientos se est¨¢n acabando y, a pesar de que se encontrar¨¢n nuevas vetas, hay que pensar que en un plazo de diez o catorce a?os PDN dejar¨¢ de existir como tal. La que durante un tiempo fue la empresa m¨¢s conflictiva de Navarra, que tuvo entre sus plantillas los l¨ªderes obreros m¨¢s combativos y que consigui¨® las huelgas generales durante la dictadura m¨¢s impresionantes que se conocen en la provincia, ha iniciado su cuenta atr¨¢s.
A principios de la presente d¨¦cada, en 1970, Navarra conoc¨ªa una fuerte industrializaci¨®n, producto de los planes de promoci¨®n industrial elaborados por la Diputaci¨®n Foral. Potasas de Navarra, empresa deficitaria en aquella ¨¦poca, contaba con una plantilla de unos 1.900 trabajadores, entre los que se encontraban la flor y nata del clandestino sindicalismo que se pod¨ªa hacer. Los l¨ªderes sindicales de PDN consiguieron aquel a?o la primera huelga seria de los trabajadores de la mina, fundamentalmente de los pozos de Esparza y Undiano, por un aumento lineal de 1.500 pesetas mensuales en el convenio. Como otros a?os, PDN todav¨ªa no hab¨ªa firmado en marzo su convenio, por lo que la huelga se hizo inevitable. Al cabo de tres d¨ªas de paro, la empresa acced¨ªa a la petici¨®n de la plantilla, por lo que los trabajadores volv¨ªan a la normalidad.El a?o 1971 fue clave para las relaciones empresarios-trabajadores en Navarra. Los conflictos aumentaban (Eatori estuvo en huelga durante 55 d¨ªas) y, despu¨¦s de una huelga, la direcci¨®n de PDN despide a nueve trabajadores en marzo. Un mes despu¨¦s, la polic¨ªa detuvo a veinticuatro dirigentes de Eaton, y PDN. La reacci¨®n es inmediata: el Ayuntamiento de Pamplona acuerda no salir en la procesi¨®n de Viernes Santo, y el obispo auxillar de la ciudad, Larrauri, en su alocuci¨®n de Jueves Santo, denuncia. la existencia de represi¨®n y torturas.
Aquel a?o, sin embargo, pas¨® a la historia del movimiento sindical por una carta enviada por el presidente de¨ªConsej:o de Empresarios de Navarra, Javier Gortari Gorricho, en el mes de septiembre al almirante Carrero Blanco. Los empresarios navarros expon¨ªan al vicepresidente del Gobierno franquista lo que entend¨ªan como una situaci¨®n de extrema gravedad en Navarra: huelgas generales, disturbios en la calle, amenazas a empresarios, etc¨¦tera. Unos d¨ªas despu¨¦s, el 6 de noviembre de 1971, el consejo de trabajadores de la provincia dio a conocer un extenso escrito en respuesta al de los empresarios. En ¨¦l se significa que existe un alarmismo ?impropio de un empresariado cabal? y que todo son acusaciones indiscriminadas contra la clase obrera, y para terminar de completar la escena, la Diputaci¨®n Foral de Navarra dirige a la poblaci¨®n de la provincia una carta abierta en la que despu¨¦s de significar que los programas de promoci¨®n, industrial han creado en los ¨²ltimos a?os 25.000 puestos de trabajo, asegura, con un lenguaje propio de la ¨¦poca: ?Navarra se ha distinguido siempre por una fina sensibilidad humana, con la que ha sido capaz de superar las dificultades que se opon¨ªan a la supervivencia de su peculiar estilo y forma de ser. A esta sensibilidad apela ahora la Diputaci¨®n Foral, en estos momentos en que Navarra se encuentra a punto de iniciar la fase decisiva de su desarrollo?.
La experiencia de Motor Ib¨¦rica
El a?o siguiente, 1972, fue un mal a?o para el movimiento obrero. La denuncia hizo mella en las grandes empresas, entre ellas PDN, por lo que la clase obrera se limit¨® a conspirar desde las f¨¢bricas, sin transmitir a la calle sus reivindicaciones. En Potasas de Navarra, la empresa despidi¨® a nueve trabajadores.Sin embargo, la experiencia m¨¢s importante para el combativo movimiento sindical navarro lleg¨® en 1973. En abril, PDN protagoniza una huelga para pedir que se retire una sanci¨®n a los barrenistas, que se prolonga por espacio de dos semanas. El 28 de abril, la mayor¨ªa de las grandes empresas paran dos horas en solidaridad con la plantilla de PDN. El 1 de mayo, con la capital navarra tomada por la polic¨ªa, se producen los enfrentamientos entre las FOP y los trabajadores, que presagian lo que llegar¨ªa unos d¨ªas m¨¢s tarde. El 9 de mayo de 1973, la plantilla de Motor Ib¨¦rica (unos doscientos trabajadores) inicia una huelga en defensa de sus reivindicaciones laborales. Lo que en principio no pas¨® de ser una huelga m¨¢s, acab¨® convirti¨¦ndose en el principal problema de la provincia. As¨ª, el 14 de junio, las f¨¢bricas y comercios de Pamplona paran de forma total. En la capital navarra, los trabajadores del pol¨ªgono industrial de Landaben se enfrentan a la polic¨ªa, y la ciudad se convierte en una continua persecuci¨®n de polic¨ªas y ladrones. PDN secunda durante vanos d¨ªas la huelga general en solidaridad con Motor Ib¨¦rica, y el paro se extiende a otros puntos de Navarra. La huelga acaba el 26 de junio, dos meses despu¨¦s, y ya se presagia que la experiencia de Motor Ib¨¦rica no va a ser bald¨ªa en la provincia; el siguiente paso ser¨ªa Potasas de Navarra.
Un bolet¨ªn de CC OO de 1973 concretaba de forma clara la situaci¨®n pol¨ªtico- laboral de Navarra: ?En la comisar¨ªa?, dec¨ªa el panfleto, ?no conocemos a nadie por el que se nos pregunte. No sabemos qui¨¦n dirige las asambleas en las f¨¢bricas. No est¨¢bamos en la manifestaci¨®n. Pas¨¢bamos por all¨ª, no admitamos nada de lo que se nos culpe?. La hoja clandestina de CC OO finalizaba con una frase gr¨¢fica de aquel a?o: ?Alg¨²n d¨ªa tendr¨¢ que dar la vuelta la tortilla ?.
Primer encierro en la mina
Con la experiencia de 1973, la plantilla de PDN considera que tiene que seguir otros m¨¦todos de lucha. Sin embargo, el primer jarro de agua fr¨ªa lo reciben pronto (el 30 de enero). La empresa despide a dos aut¨¦nticos l¨ªderes: Jos¨¦ Miguel Ibarrola (hoy secretario general del Sindicato Unitario) y Mu?oz. Al d¨ªa siguiente, trescientos mineros se encierran en el pozo de Esparza; en el exterior, el resto de los huelguistas se organizan para introducir alimentos a los encerrados. As¨ª, mientras cien trabajadores 1n.sultan, gritan y arrojan alguna piedra contra la Guardia Civil (que vigila la entrada al pozo) con el ¨¢nimo de despistar, un grupo de mineros encerrados sale al exterior para recibir provisiones. Al segundo d¨ªa de repetir la operaci¨®n, la Guardia Civil se da cuenta de la estratagema y sorprende a cuarenta de los encerrados en el exterior, cargados de latas y otros alimentos. Primero es la infinita sorpresa; luego, el miedo, ya que la Guardia Civil ha quitado el seguro a sus armas. En esta pat¨¦tica situaci¨®n, un minero mayor comienza a gritar: ?Somos padres de familia y tenemos hijos. No disparen, porque tenemos que entrar por encima de todo. Hay trescientos compa?eros que tienen que comer. As¨ª que venga, vamos a agarrarnos unos a otros y para abajo?. Sin testigos y en medio de un silencio sepulcral, los mineros comienzan a entrar en el pozo porque la Guardia Civil no ha tenido tiempo de reaccionar. Al d¨ªa siguiente, los trescientos mineros abandonan su encierro, despu¨¦s de valorar como positiva la toma de conciencia de su problema por parte de la opini¨®n p¨²blica navarra. Sin embargo, aquel a?o se salda con una elevada cifra de despidos. Los empresarios toman el acuerdo de despedir plantillas enteras: Eaton (430 trabajadores), AP Ib¨¦rica (veinte), Bendib¨¦rica (325), Frenos Iru?a (102), Inepsa (190), etc¨¦tera.
La huelga de 1975
Pero antes de que finalice 1974, el 20 de noviembre, la plantilla de PDN va a la huelga, para presionar a la direcci¨®n a que readmita a los despedidos por anteriores paros. Como en precedentes ocasiones, la empresa no atiende a las peticiones de los trabajadores, si bien comunica d¨ªas despu¨¦s que una parte de la plantilla queda suspendida de empleo y sueldo durante dos meses y medio. Y este fue el comienzo de una huelga conocida en toda Espa?a: el 7 de enero de 1975, 47 trabajadores deciden encerrarse en la mina Ia Guardia Civil, que sospechaba una medida de este tipo, hab¨ªa ocupado la entrada por Esparza, mientras los cerca de cincuenta reunido en Astrain para tomar una decisi¨®n. Durante las deliberaciones, un contingente de la Guardia Civil llega a Astrain y los mineros, algunos con lo puesto, tienen que decidirse en pocos segundos. La decisi¨®n est¨¢ tomada: penetran en la mina por Undiano, para llegar hasta Esparza, y desde all¨ª llaman a la direcci¨®n para comunicarles que 47 trabajadores se han encerrado.Al tercer d¨ªa de encierro, la empresa les corta el tel¨¦fono que comunica con el exterior, y al d¨ªa siguiente un obrero se lanza de cabeza al pozo de Esparza, perseguido por la Guardia Civil. En. la ca¨ªda pierde la linterna y, a oscuras, anda por espacio de una hora hasta llegar donde se encuentran los encerrados. Al reunirse con ¨¦stos les da a conocer el movimiento de solidaridad que en la mayor¨ªa de las f¨¢bricas de Navarra se est¨¢ produciendo. A pesar de la solidaridad, lo cierto es que los alimentos fallan: en el quinto d¨ªa de encierro, cada uno de los encerrados consumi¨® cuatro galletas, un quesito, media lata de alubias, una naranja y un vaso de agua. No hab¨ªa m¨¢s.
Pero quiz¨¢ la jornada que hizo m¨¢s famosa la huelga se produjo al s¨¦ptimo d¨ªa (el 17 de enero). Ese d¨ªa, alrededor de 5.000 personas, burlando la intensa vigilancia policial, se concentran en Zizur, poblaci¨®n pr¨®xima a Pamplona, con la intenci¨®n de llegar hasta donde est¨¢n los encerrados, cuya entrada se encontraba vigilada por unos trescientos polic¨ªas armados y otros trescientos miembros de la Guardia Civil. La multitud comienza a andar, campo a trav¨¦s, hacia Espa?a. Unos trescientos metros del punto final. La polic¨ªa les corta el paso y pide que se adelante una representaci¨®n para negociar. Cuando cinco o seis personas se disponen a hablar con la polic¨ªa, ¨¦sta inicia una carga, empleando por primera vez en Espa?a las pelotas de goma lanzadas por fusiles. La confusi¨®n fue tremenda. Y la polic¨ªa se emple¨® tan a fondo que se les acab¨® todo el material antidisturbios y se registraron decenas de heridos. Estos hechos provocaron una huelga general en Navarra, dos d¨ªas despu¨¦s, secundada mayoritariamente. En Pamplona no hubo pan y cerraron todo tipo de establecimientos. La huelga fue total. Por fin, el 21 (le enero, rodeados por Guardia Civil y Polic¨ªa Armada, los encerrados salen de la mina, al considerar que han conseguido su prop¨®sito de llamar la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Hab¨ªa finalizado la huelga m¨¢s importante habida nunca en Navarra. Desde entonces, la conflictividad laboral de PDN se redujo considerablemente, si bien a comienzos de los a?os 1976, 1977, 1978 y 1979 parte de la plantilla volvi¨® a parar, mientras se negociaban los convenios.
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