?As¨ª se cuenta la historia!
Despu¨¦s de escuchar el s¨¢bado, d¨ªa 29 de noviembre, en Tribuna de la Historia el tema del ?Contubernio de Munich?, mucho me llam¨® la atenci¨®n el ¨¦nfasis que puso Van Schendel en recordar c¨®mo hab¨ªa ¨¦l felicitado a las esposas de Satr¨²stegui, Miralles y Alvarez de Miranda por la carta tan valiente que trataron de publicar en defensa del buen nombre de sus maridos quedando absorta ante el trato de cenicienta que a m¨ª me reserv¨®, ya que era la cuarta esposa que encabezaba y firmaba el escrito. Por lo visto, no fui digna de recibir tal consideraci¨®n de dicho se?or. Queda tal vez la posibilidad de que estas se?oras no creyeran conveniente que acompa?ara a sus nombres el de una ex exiliada republicana, y que confeccionaran una nueva carta, en la que no se me dio participaci¨®n.Tambi¨¦n observ¨¦ el olvido en que se tuvo, en la citada emisi¨®n, a mi marido, Jes¨²s Prados Arrarte, quien sustituy¨® a Dionisio Ridruejo (por haber llegado ¨¦ste con retraso, a causa de las dificultades en el paso clandestino de fronteras) y que fue designado presidente de la comisi¨®n econ¨®mica de los espa?oles asistentes a Munich. Quiz¨¢ por ello, el Gobierno apreci¨® una mayor responsabilidad en mi marido, que fue el pen¨²ltimo autorizado a regresar a Espa?a al cabo de casi dos a?os. El ¨²ltimo en volver, haci¨¦ndolo clandestinamente, fue Dionisio Ridruejo, uno de los principales organizadores de la reuni¨®n de Munich, cuya actuaci¨®n, as¨ª como la de Madariaga y Gil Robles, casi se silenci¨® en la referida emisi¨®n./
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