El periodismo
He lamentado no participar en las jornadas de comunicaci¨®n de Murcia. Prometeico, gideano y mediocre, mal encadenado por la bufanda roja al cuervo del catarro, como una alegor¨ªa de la tos, pienso ahora, sin embargo, que Jos¨¦ Miguel Ull¨¢n, de este peri¨®dico, presente en la mesa redonda de la que estuve ausente, lo ha hecho muy bien, como era de esperar de su larga, compleja, contradictoria, aleatoria y combinatoria biobibliograf¨ªa. O sea que ha dado la cara por el periodismo de hombre a hombre.En estos mismos d¨ªas, se ha presentado el libro de nuestro se?orito, La Prensa y la calle, aqu¨ª en Madrid, y se presenta La tribu, de Manu Leguineche, novela de periodistas sobre periodistas, con el fondo guineano y emborronado de la ca¨ªda de Mac¨ªas. El periodismo, en fin, se est¨¢ poniendo en cuesti¨®n a s¨ª mismo, como antes se han puesto la filosof¨ªa, la novela, el teatro y la poes¨ªa. Todos los g¨¦neros comunicacionales reflexionan sobre s¨ª mismos, y aqu¨ª al robot (cuerpo,t¨ªo) de este peri¨®dico le ha entrado la mala conciencia cibern¨¦tica de tanto impersonalismo, tanto tecnicismo, tanta inform¨¢tica y tanta pel¨ªcula, cuando sabernos que detr¨¢s de todo eso hay un hombre que simplemente se llama Juan. Este peri¨®dico anda porque Juan y otros Juanes mueven la formidable y espantosa m¨¢quina del control a distancia. Le Monde, figur¨ªn europeo y mundial del periodismo no numerero, procura mantener una impronta casi manual, gremial, como del otro fin de siglo, y parece hecho en una Minerva clandestina por tip¨®grafos vagamente socialistas. Es la mejor respuesta humanista al cibernetismo de Giscard, con extensas fincas de Bokassa al fondo. Programar y robotizar la informaci¨®n es siempre, en alguna medida, queramos o no, prevenir, prever, predecir, preformar la informaci¨®n.
Aqu¨ª este peri¨®dico un suponer, ha sabido encontrar el delicado equilibrio entre el mensaje el¨¦ctrico del robot y el mensaje nada el¨¦ctrico de Ull¨¢n, por ejemplo, de modo que periodistas/ colaboradores/ columnistas como Ull¨¢n, Rosa Montero o yo (por no citar a todos), somos una especie de golfos de la inform¨¢tica, de par¨¢sitos de la ibeeme, de obscenos p¨¢jaros de papel de peri¨®dico de la noche informativa que podemos dormir tranquilos y calentitos, un rato, en brazos de la computadora, como ese ni?o indio que se pone a dormir en brazos de un inmenso Buda de oro. Pradera, Haro-Tecglen, son el rasgo de estilo y de iron¨ªa (los robots no sonr¨ªen) que puede rubricar de pronto un editorial, y no hace falta decir que otros peri¨®dicos tienen otros golfos semejantes o contrarios. Como ha dicho Ull¨¢n en Murcia, el nuevo periodismo no es sino el viejo periodismo (yo lo dec¨ªa hace poco en el sal¨®n de la de O'Reilly), el eterno periodismo que nace de la Ilustraci¨®n y la Enciclopedia, de Voltaire y Baudelaire, el periodismo de adorno, s¨ª, porque en el adorno literario est¨¢ la verdad y la libertad, y porque el lector compra ante todo libertad, verdad, adorno, voluta, todas esas virutas literarias de la informaci¨®n por donde el hombre se comunica con el hombre, porque cada ejemplar de peri¨®dico es un cuerpo a cuerpo entre el que quiere convencernos y el que no se deja convencer. Los peri¨®dicos necesitan tener rostro, como hasta los pantanos necesitan llevar la firma del ingeniero, porque el ciudadano lector se encuentra perdido, desasistido, sin tener con qui¨¦n discutir, frente a esos farallones de informaci¨®n robotizada, impersonalizada, falsamente objetivada. Y ya se sabe que un peri¨®dico se compra, ante todo, para tener de qu¨¦ discutir.
Un editorial, una columna de Ull¨¢n (que tanto le gusta a Luis del Olmo), una pregunta respingona de Rosa, son la punta del iceberg que rompe graciosamente el paisaje. Periodismo impersonal es, contra lo que parezca, todo lo contrario de periodismo imparcial. Y periodismo imparcial no es nada. Mucho lo tuyo, Ull¨¢n, tron, y aqu¨ª, ya sabes, un amigo de siglos.
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