Auditor¨ªa, control y eficacia del gasto
La mentalidad dominante incide m¨¢s en la justificaci¨®n contable del gasto que en la gesti¨®n econ¨®mica del mismo. En la mayor¨ªa de las empresas empezando por la primera gran empresa, que es el sector p¨²blico, todo est¨¢ organizado para realizar, en el mejor de los casos, un control contable-formal, resultando muy deficiente por lo general el control de la gesti¨®n econ¨®mica. La preocupaci¨®n parece centrarse en que nadie se lleve indebidamente el dinero a su casa. Y decimos indebidamente, porque para llevarse el dinero debidamente se organiza todo un montaje de aplicaciones, que transforman la laxitud econ¨®mica, pr¨®xima al fraude, en ?correcta? interpretaci¨®n contable de la justificaci¨®n del gasto.Este planteamiento, desarrollado, con profusi¨®n en la empresa p¨²blica y con generalidad en algunos sectores de grandes empresas privadas, plantea la necesidad de establecer mecanismos suficientes para evitar, controlar y detectar el despilfarro econ¨®mico.
Informaci¨®n econ¨®mica.
Ha llegado el momento que la sociedad en general o, si se prefiere, el contribuyente tiene que saber con certeza en qu¨¦ se gasta el dinero, provenga de subvenciones v¨ªa presupuesto del Estado, o de recursos propios de la empresa p¨²blica. Pero igualmente el sector privado, tiene que empezar a informar con periodicidad y claridad a los agentes econ¨®mico-sociales con los cuales se relaciona su situaci¨®n y aplicaci¨®n de las inversiones y de los gastos e ingresos de su explotaci¨®n empresarial. No se puede acudir a los mecanismos extraordinarios solicitando subvenciones, expedientes reguladores, reconversiones, y todo un largo etc¨¦tera, sin que se hayan puesto los m¨ªnimos controles en la informaci¨®n econ¨®mica de las empresas, en donde ni siquiera (por m¨¢s sorprendente que resulte), las sociedades que cotizan en Bolsa cumplen con la normativa vigente de presentar sus estados financieros auditados, para lo cual se requiere la implantaci¨®n urgente de la auditor¨ªa contable y de gesti¨®n, en especial de las grandes empresas que tengan un capital superior a los cien millones de pesetas, o por su volumen de operaciones o n¨²mero de trabajadores lo haga necesario. En Alemania, por ejemplo, existe, una situaci¨®n regulada en este sentido.
Las formas de comportamiento de los empresarios en el mundo econ¨®mico se basan, fundamentalmente, en su intuici¨®n, iniciativa, imaginaci¨®n, visi¨®n sociopol¨ªtica, etc¨¦tera, olvidando con alguna frecuencia la necesidad de contar con una informaci¨®n objetiva y t¨¦cnicamente bien tratada, en la que se pueda basar la toma de decisiones. La experiencia hist¨®rica de otros pa¨ªses nos demuestra que la auditor¨ªa de las cuentas anuales de las sociedades se realiza por profesionales independientes, y que en Espa?a los que est¨¢n habilitados oficialmente son los censores jurados de cuentas, al igual que en Alemania son los wirtschaftspr¨¹fer; en Gran Breta?a los chartered accountants, etc¨¦tera.
El advenimiento de un r¨¦gimen democr¨¢tico plantea en su conjunto una renovaci¨®n de los comportamientos sociales, y, esencialmente en la empresa, se manifiesta la necesidad de una transformaci¨®n m¨¢s evidente, porque el autoritarismo econ¨®mico se manten¨ªa en el anterior r¨¦gimen con el apoyo del aparato del sindicalismo vertical, que al desaparecer ha dejado a la empresa a su propia suerte, con una estructura poco preparada para el cambio, lo que motiva soluciones de hermetismo en cuanto a cualquier informaci¨®n se refiere.
En la dial¨¦ctica inter¨¦s general-beneficio empresarial la interrelaci¨®n es un hecho cierto, el empresario sirve al inter¨¦s general obteniendo un beneficio, pero a sensu contrario, una empresa cuyo balance arroja p¨¦rdidas de manera m¨¢s o menos continuada, retira del acervo productivo nacional m¨¢s de lo que aporta.
Obligatoriedad del control
Existiendo situaciones en donde el inter¨¦s general queda claramente violentado, al tener que recoger el saldo negativo de una gesti¨®n econ¨®mica poco previsora, cargando el Estado con los obreros en paro, los acreedores con unos saldos incobrables, los accionistas, muchos de ellos ajenos a la gesti¨®n de la empresa, completamente defraudados. Las soluciones tienen que venir de un nuevo modo de actuaci¨®n, abandonando las formas paternalistas, y pasar a una obligatoriedad del control e informaci¨®n de los estados econ¨®micos y financieros.
No se puede continuar avanzando por la v¨ªa cr¨ªtica de la econom¨ªa sin implantar los mecanismos de control econ¨®mico que garanticen que nadie utiliza indebidam ente los recursos econ¨®micos, searrestos privados o p¨²blicos. La nueva situaci¨®n fiscal, las, exigencias del Estatuto de los Trabajadores, la pr¨®xima e inmifiente reforma de la ley de Sociedades An¨®nimas y la presumible entrada de nuestro pa¨ªs en el Mercado Com¨²n, exigen la pronta regulaci¨®n de la auditor¨ªa y la funci¨®n del auditor.
En el ¨¢rea comunitaria est¨¢ implantada y estructurada en la 4? ,5?, 7? y 8? directriz, y nadie considera un balance como v¨¢lido si no est¨¢ auditado, lo cual exige que en nuestro pa¨ªs se imponga por necesidad social el camino de la regulaci¨®n legal de la auditor¨ªa. Para ello es necesario que el esfuerzo que hoy realizan los auditores espa?oles, agrupados corporativamente en el Instituto de Censores Jurados de Cuentas de Espa?a, se vea acompa?ado por un inter¨¦s general, tanto de los legisladores como de la propia sociedad, y se afiance la san¨ªsima costumbre de la censura jurada de cuentas.
La buena marcha de la empresa y la veracidad de la informaci¨®n interesa a todos, y no es s¨®lo privativo de los accionistas, como en tiempos pasados se cre¨ªa. Hoy, en nombre del inter¨¦s general, tenemos que exigir la obligatoriedad de la auditor¨ªa. S¨®lo de esta forma podremos comprobar la evoluci¨®n correcta de cada empresa, afianzaremos la econom¨ªa y consolidaremos la democracia.
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