El Rey pide a los partidos que pongan la democracia y Espa?a por encima de limitados y transitorios intereses"
Don Juan Carlos dirigi¨® a los espa?oles, en la noche del 24 de diciembre, el tradicional mensaje de Navidad a trav¨¦s de la televisi¨®n y la radio. El Monarca, desde su funci¨®n constitucional de ¨¢rbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones, hizo un llamamiento a los partidos pol¨ªticos que est¨¢n en el poder o en la oposici¨®n para que pongan ?la defensa de la democracia o el bien de Espa?a por encima de limitados y transitorios intereses personales, de grupo o de partido?. La escenograf¨ªa y el propio semblante severo de don Juan Carlos, con traje y corbata oscuros, resaltaban ante los telespectadores la seriedad del actual momento pol¨ªtico y econ¨®mico, ante el cual el Monarca estimul¨® a los espa?oles a reflexionar y a no desaprovechar la voluntad de ?transformar y estabilizar a Espa?a?. Afirm¨® el respeto y solidaridad de la Monarqu¨ªa con los depositarios de la confianza popular.
Aunque no falt¨® la felicitaci¨®n navide?a, ?en mi nombre y en el de mi familia?, el Rey apareci¨® solo, en su mesa de trabajo, asumiendo su papel de Jefe de Estado, y apelando a que la pol¨ªtica sea considerada como un medio y no ?corno un fin en s¨ª misma?. El mensaje fue m¨¢s corto de lo habitual, respondiendo a la creencia real de que no es ¨²til en estos momentos ?prodigar en exceso las palabras?. El texto ¨ªntegro del mensaje de don Juan Carlos es el siguiente:?Una vez m¨¢s, con motivo de estas entra?ables fiestas de la Navidad, se me ofrece la tradicional ocasi¨®n de dirigirme a todos vosotros y de ponerme en contacto con todas las familias de Espa?a.
Por ello, estos instantes representan para m¨ª una esperada oportunidad para expresaros mis deseos de paz, bienestar y felicidad, y para ofrecerme, renovadamente, en la voluntad de di¨¢logo, de dedicaci¨®n y de esfuerzo que mi funci¨®n constitucional, como ¨¢rbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones, exige para la mejor convivencia nacional.
No creo, sin embargo, que en estos momentos sea ¨²til prodigar en exceso las palabras. La reflexi¨®n serena y profunda sobre nuestro propio ser como naci¨®n y sobre nuestro destino como pueblo es la actitud que el tiempo en que vivimos nos requiere. Porque estamos inmersos en un proceso de transformaci¨®n y de cambio en todos los ¨®rdenes, complejo y dif¨ªcil, que demanda un intenso esfuerzo de comprensi¨®n, de confianza y de responsabilidad.
El sacrificio por Espa?a
Cuando me dirig¨ª a vosotros el pasado a?o en estas mismas fechas os exhortaba a que sinti¨¦ramos juntos el orgullo de ser espa?oles. Al recapacitar hoy sobre nuestras conductas, debemos preguntarnos si verdaderamente hemos hecho, en todo momento y desde la misi¨®n que cada uno tiene en la sociedad, lo necesario para sentirnos orgullosos.
Porque ser espa?ol no es s¨®lo un t¨ªtulo que se consigue por el hecho de nacer en un territorio o por un reconocimiento documental. Es algo que hay que ganarse d¨ªa a d¨ªa, con el sacrificio por Espa?a y por cada uno de nuestros compatriotas, con la comprensi¨®n y la buena voluntad, con el esfuerzo en el trabajo, con la dedicaci¨®n entusiasta que nos permita mejorar nuestras condiciones de vida, con la colaboraci¨®n aut¨¦ntica y desinteresada para conseguir que brille la justicia, se mantenga la libertad alcanzada y en el fondo de nuestros corazones alienten aut¨¦nticos deseos de paz.
Estos anhelos de paz, de libertad y de justicia, al ser planteados y consagrados democr¨¢ticamente, nos han abierto una Undudable esperanza, para nosotros y para las nuevas generaciones, de la que no podemos abdicar por complejos y dif¨ªciles que sean los problemas que entre todos hemos de resolver.
Los esfuerzos para superarlos han sido muy loables y se han cubierto importantes etapas. Pero, a pesar de cuanto hemos avanzado, a¨²n es necesario vencer los obst¨¢culos y las dificultades que presenta hoy el total desarrollo arm¨®nico y solidario de nuestra empresa colectiva.
Esfuerzo de sinceridad
El terrorismo, la crisis econ¨®mica de las sociedades industriales y su tr¨¢gica secuela del paro; la falta, a veces, de autenticidad en los planteamientos de la convivencia; la exigencia, no siempre asumida, de respetar los poderes p¨²blicos leg¨ªtimos; la necesidad de fijar los l¨ªmites que no pueden traspasarse y de integrar los intereses y comportamientos individuales, de partido o regionales, en ese marco de grandes objetivos comunes que traza nuestra Constituci¨®n, son problemas graves que hemos de afrontar con preocupaci¨®n, pero tambi¨¦n con serenidad y confianza, porque no podemos renunciar a concluir nuestro proceso de plenitud nacinal en la democracia y en la libertad
Es urgente, por tanto, que hagamos todos un especial esfuerzo de sinceridad, que examinemos nuestro comportamiento en el ¨¢mbito de la responsabilidad que a cada uno nos es prop¨ªa, sin la evasi¨®n que siempre supone buscar culpas ajenas.
Porque s¨®lo con este esfuerzo de sinceridad alcanzaremos la claridad y el realismo imprescindibles para proceder conscientemente en una coyuntura dif¨ªcil; porque s¨®lo desde la sinceridad se puede fortalecer la esperanza; porque s¨®lo con sinceridad y esperanza podremos despejar el camino que a¨²n hemos de recorrer para conseguir una Espa?a mejor.
Y as¨ª estaremos en condiciones de afrontar unidos nuestra propia realidad. Una realidad sobre la que, en el clima de balance y de meditaci¨®n propio de estos d¨ªas, quiero invitar a todos a reflexionar. A los que tienen en sus manos la gobernaci¨®n de! pa¨ªs; a los que forman parte de todas las instituciones del Estado; a los partidos pol¨ªticos que desde el poder o desde la oposici¨®n han de poner la defensa de la democracia o el bien de Espa?a por encima de limitados y transitorios intereses personales, de grupo o de partido; a los que han de rendir en su trabajo y esforzarse en su misi¨®n; a cuantos forman parte de esta Patria com¨²n que a todos nos interesa.
Monarqu¨ªa respetuosa
La Monarqu¨ªa que en m¨ª se encarna es respetuosa y solidaria con los depositarios de la confianza popular democr¨¢ticamente manifestada. Es impulsora de una acci¨®n de todos para todos. Es s¨ªmbolo de unidad y permanencia en medio de la actividad pol¨ªtica de cada d¨ªa.
Pero consideremos la pol¨ªtica como un medio para conseguir un Fin y no como un fin en s¨ª misma. Esforc¨¦monos en proteger y consolidar lo esencial si no queremos exponernos a quedarnos sin base ni ocasi¨®n para ejercer lo accesorio.
No podemos desaprovechar en in¨²tiles vaivenes, comprom Isos y disputas esta voluntad de transformar y estabilizar a Espa?a que compartimos y que queremos plasmar en un ¨¢mbito nacional compacto, solidario y arm¨®nico.
Necesitamos rechazar todo sentimiento de pesimismo, porque el pesimismo a?ade un nuevo mal al mal que lo ocasiona. Es preciso que todos nos integremos profundamente, sin ego¨ªsmos ni reparos, en el hogar ancho y comprometedor de la Patria com¨²n.
Invitaci¨®n a la esperanza
Yo quisiera acertar con mis palabras de esta noche al demandar a todos un esfuerzo de dimensiones gigantes en una hora que necesita, precisamente, de gigantescos esfuerzos colectivos.
Por eso os pido, en este momento cargado de a?oranza, de plegarias, de convivencias familiares y de reencuentros, que colabor¨¦is al entendimiento en esta Espa?a ¨²nica e inmensa que todos llevamos en nuestra mente y en nuestro coraz¨®n.
En la confianza de que estamos dispuestos a avanzarjuntos hacia un futuro mejor, superando las dificultades de un presente con problemas, pero tambi¨¦n con proyecci¨®n de futuro, quiero depositar esta noche en vuestros hogares una invitaci¨®n a la esperanza.
Con este esp¨ªritu y con este sentimiento, a todos los que hoy me escuch¨¢is y a todos los espa?oles que fuera de Espa?a est¨¢n ahora venciendo la distancia en la emoci¨®n de estas fiestas, en mi nombre y en el de mi familia os env¨ªo los mejores deseos y pido a Dios os conceda todo g¨¦nero de felicidades?.
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