Pol¨ªtica informativa
LA PONENCIA elaborada por UCD sobre pol¨ªtica informativa, de cara a su segundo congreso, es tan gratificante como sorprendente. Por supuesto que dicha ponencia deber¨¢ pasar por la consecuente discusi¨®n del congreso mallorqu¨ªn de enero, pero por su congruencia pol¨ªtica e intelectual merece un comentario avant la lettre. La defensa de la libre circulaci¨®n de las noticias y el establecimiento de un marco de responsabilidades informativas circunscrito a la empresa period¨ªstica, el redactor y el lector, son pilares del ejercicio de la democracia tal como se entiende en Occidente. Tal como la remisi¨®n del periodista a su juez natural cuando se extralimita en sus funciones profesionales. As¨ª, cuando la ponencia citada de UCD se manifiesta partidaria de la agilizaci¨®n de la actuaci¨®n del poder judicial en defensa de la honorabilidad de las personas e instituciones, en cuanto resultaran afectadas por los medios de comunicaci¨®n social, no hace otra cosa que subrogarse en una de las aspiraciones de todo buen periodista. Por cuanto esta profesi¨®n -elevada al limbo por el franquismo- est¨¢ buscando a la vez tanto sus derechos como sus responsabilidades.El p¨¢rrafo sustancial de la ponencia ucedista sobre pol¨ªtica informativa es aquel en el que se alude a los ?que entienden la libertad como amenaza o quienes act¨²an de forma inconsciente sobre esquemas similares?. Para continuar que el partido en el Gobierno se reafirma ?en la convicci¨®n de que toda acci¨®n pol¨ªtica se genera a partir del an¨¢lisis de la realidad, y s¨®lo a partir de ¨¦sta, sin escatimarla, puede plantearse una rigurosa, honesta, exigente y completa pol¨ªtica informativa?.
Tales afirmaciones, completamente l¨®gicas en los. esquemas de las democracias tradicionales, no dejan de chocar con la pol¨ªtica gubernamental acerca de la televisi¨®n, la agencia del Estado o los llamados Medios de Comunicaci¨®n Social del Estado.
Resulta reconfortante que una ponencia ucedista desde?e, por parte del Estado o del Gobierno, la propiedad de medios de comunicaci¨®n escritos. Es claro que esta Administraci¨®n hered¨® deI anterior r¨¦gimen una cadena de peri¨®dicos ?propagand¨ªsticos? que hace tiempo deber¨ªa haber suprimido. La liquidaci¨®n de ese aparato de agit-Prop ha resultado lenta, tard¨ªa y dolorosa. Pero no cabe duda de que, salvaguardando los intereses laborales que median, ni el Estado ni el Gobierno deben tener diarios a su servicio.
Otro gesto de honradez pol¨ªtica es el reconocimiento de que la agencia estatal Efe lleva a cabo cierta pol¨ªtica de dumping respecto a otras agencias noticiosas privadas. No menos importante es la awrici¨®n del principio de que las regiones auton¨®micas precisan de programaciones televisivas propias, as¨ª como Jel absurdo democr¨¢tico de una televisi¨®n estatal exclusiva y excluyente.
Acaso sea ¨¦ste -por su trascendencia social- el punto crucial de la ponencia de UCD: la absurda disquisici¨®n entre una televisi¨®n estatal y monopolizadora y el libre acceso empresarial y privado a los canales televisivos comerciales. Es cierto que lo deseable ser¨ªa en esta materia el seguimiento de un modelo parejo al brit¨¢nico, con una gran cadena televisiva verdaderamente ?estatal?, de calidad, de servicio social y bajo control parlamentario, compitiendo en libertad con emisoras privadas. El problema residir¨ªa en que dada la abyecci¨®n informativa y l¨²dica de nuestra ¨²nica televisi¨®n -la del Estado-Gobierno-, cualquier canal televisivo privado puede aportar a la ciudadan¨ªa unos niveles de calidad tales que obliguen al teleespectader a dimitir de los canales sufragados por el Estado. Y todo ello sin entrar a considerar aspectos financieros siempre m¨¢s transparentes en una empresa privada que en ctra p¨²blica.
As¨ª las cosas, la vieja f¨¢bula de Stevenson sobre la dualidad entre el bien y el mal, de la que ning¨²n hombre se escapa, se reproduce fielmente en el aparato de UCD. La pol¨ªtica informativa del Gobierno alcanz¨® sus peores cotas con el establecimiento de un fondo de reptiles que parece que Rosa Posada est¨¢ dispuesta a no sufragar. La televisi¨®n contin¨²a en m anos de hombres tan diligentes hacia el poder como in¨²t¨ªles hacia su propio medio, y los restos de la cadena de Prensa del Movimiento languidecen entre el abandono y las consignas pol¨ªticas espor¨¢dicas.
Si al menos, en enero y en Mallorca, el partido en el Gobierno alcanza a suscribir esta ponencia, otras disensiones de UCD pueden quedar en un segundo plano. A la postre, la pol¨ªtica es informaci¨®n, y la informaci¨®n siempre es una forma de hacer pol¨ªtica. Y si este Gobierno opta por una aut¨¦ntica pol¨ªtica democr¨¢tica sobre la informaci¨®n, se habr¨¢ definido con mayor claridad que si dirime las abstrusas pol¨¦micas entre las ?familias? que conforman el actual rompecabezas de los que nos gobiernan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.