Transparencia para el sistema financiero
LA LIBERALIZACI?N del sistema financiero siempre ha sido mirada con bastante recelo, no s¨®lo por parte de la Administraci¨®n, sino por un sector nada desde?able del empresariado espa?ol. Ahora, cuando se anuncia una reforma inmediata, un portavoz de la propia CEOE advierte a la Administraci¨®n sobre los peligros que se avecinan. Seg¨²n la CEOE, la liberalizaci¨®n de los intereses pasivos, es decir, los pagados a los depositantes, y de los activos, es decir, el inter¨¦s de los pr¨¦stamos bancarios, corre el riesgo de traducirse inexorablemente en un encarecimiento del precio del dinero para las empresas. De este modo, la liberalizaci¨®n ser¨ªa un nuevo obst¨¢culo a la reactivaci¨®n econ¨®mica y recaer¨ªa sobre ella la corresponsabilidad de agravar el problema del paro.Sin embargo, en la actual situaci¨®n la reserva de coeficientes de inversi¨®n obligatoria en favor de determinados sectores y empresas, as¨ª como el d¨¦ficit del sector p¨²blico destinado en buena medida al apoyo, de otras empresas y sectores, encarece el dinero tambi¨¦n, y de manera notable, aunque s¨®lo para los que quedan fuera del c¨ªrculo de tiza de los intereses subvencionados. En definitiva, el temor a la liberalizaci¨®n del sistema financiero por parte de un sector empresarial es un mecanismo de defensa de determinados territorios acotados que no quieren correr el riesgo de enfrentarse abiertamenta a una competencia leal: una competencia con intereses iguales para las empresas grandes, medianas y peque?as, intereses iguales para todos los sectores y desaparici¨®n de las discriminaciones.
Las autoridades monetarias parecen dispuestas a acabar con la pr¨¢ctica hasta ahora existente de fijar para los tipos activos cargados por la banca a su clientela de un tope de inter¨¦s m¨¢ximo, que, por otro lado, resultaba profundamerte modificado por las comisiones bancarias, cuya cuant¨ªa y modalidad eran completamente libres. El nuevo dispositivo parece que ser¨¢ inverso: intereses libres y comisiones reguladas. De este modo, la transparencia mejorar¨¢, y mientras los bancos anuncien sus tipos de inter¨¦s, como es pr¨¢ctica corriente en el capitalismo occidental, los prestatarios conocer¨¢n de antemano el precio exacto del dinero tomado a cr¨¦dito. Naturalmente, en estas ¨¦pocas de altos tipos, los intereses publicados es posible que resulten algo escandalosos, pero el ¨²nico esc¨¢ndalo ser¨¢ hacer p¨²blico un precio que hoy es semioculto por el juego de las comisiones. Incluso con precios conocidos, algunos bancos podr¨¢n mejorar su dinamismo y su agresividad. En definitiva, el coste de intermediaci¨®n bancaria es tan elevado en Espa?a que, quiz¨¢, la sola publicidad pueda suscitar una mayor competencia y alguna moderaci¨®n en las propias entidades de cr¨¦dito.
El otro lado de la m¨®neda corresponde a los tipos pasivos pagados a los depositantes. Los representantes de la banca privada han mostrado aqu¨ª sus reticencias. Todav¨ªa existe un n¨²mero muy importante de cuentas corrientes y libretas de ahorro que perciben un inter¨¦s casi nulo, a pesar de que la inflaci¨®n de hoy ha quitado justificaci¨®n a estas pr¨¢cticas bancarias. Los bancos privados condicionan la liberalizaci¨®n de los tipos pasivos a una serie de requisitos. En primer lugar, se urge a la Administraci¨®n a que ponga orden en su propia casa y reduzca las emisiones de deuda p¨²blica con que financia sus d¨¦ficit crecientes. Esta es una buena raz¨®n que posiblemente muy poca gente pone en duda. Los bancos privados tambi¨¦n exigen que las emisiones de deuda se emitan a un plazo m¨¢s largo y que sus condiciones sean las mismas que las de la deuda privada. Aqu¨ª las cosas ya no est¨¢n tan claras. Otra condici¨®n apunta a mejorar los intereses sobre las colocaciones de dinero obligatorias que impone el cumplimiento de los coeficientes de inversi¨®n. Esta medida mejorar¨ªa la rentabilidad de la banca por este lado y permitir¨ªa aplicar unos tipos menos altos en los pr¨¦stamos libres. En cualquier caso, las autoridades del Ministerio de Econom¨ªa y del Banco de Espa?a parecen dispuestas a llegar al compromiso de liberalizar los tipos para plazos superiores a seis meses e importes mayores de una determinada cantidad (se habla de un mill¨®n de pesetas). As¨ª habr¨¢ una serie de cuentacorrentistas beneficiados por la liberalizaci¨®n. Pero una vez m¨¢s se tropieza con un s¨ª muy condicionado. Se liberaliza y al mismo tiempo se sigue ordenando y regulando el mercado. La liberalizaci¨®n del sistema puede y dar¨¢, sin duda, lugar a la aparici¨®n de un mercado fluido y sensible para los capitales a corto y a largo plazo. La transferibilidad y la transparencia ser¨¢n facilitadas al m¨¢ximo, de manera que los ahorros con diferentes grados de liquidez puedan adaptarse a las demandas de fondos para inversiones con diferentes vencimientos. Al mismo tiempo se trata de eliminar los privilegios de subvenciones concedidas de forma indiscriminada a trav¨¦s del tipo de inter¨¦s del dinero. Las subvenciones, como en el reciente acuerdo de financiaci¨®n de viviendas, deben concederse abiertamente, con conocimiento de todos los ciudadanos y con la aprobaci¨®n de su importe por el Parlamento. El sistema financiero debe ser un mercado abierto en el que se remunere el ahorro y se facilite el cr¨¦dito sin discriminaciones y en condiciones de la mayor libertad posible de competencia.
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