Montaje y desmontaje de un circo ambulante
Declaraciones de Arturo Castilla, Angel Cristo y Miliki
El empresario Arturo Castilla, con cuarenta a?os de experiencia en la profesi¨®n, lo dice sin rodeos: ?El desmontaje de un circo ambulante equivale al momento m¨¢s triste y pat¨¦tico de esta actividad. Cuando el circo se convierte en piezas sueltas, que parecen in¨²tiles y desprovistas de sentido, es como si, de pronto, el circo hubiera dejado de existir para siempre?. El domador Angel Cristo precisa: ?La operaci¨®n suele durar de cinco a seis horas, aunque pueden ser m¨¢s o menos, seg¨²n las prisas o el temporal reinante?. El payaso Mlliki, en fin, no vive en carne propia esa desoladora ceremonia de adioses, pues la televisi¨®n es ajena a toda mudanza.
Director del Circo Americano y del Circo Price de Madrid, organizador de los festivales internacionales del circo y miembro del comit¨¦ ejecutivo de la Asociaci¨®n Mundial del Circo, Arturo Castilla es la persona mejor emplazada para hablar con conocimiento de causa y efecto acerca de este antiguo y grandioso espect¨¢culo. Recientemente clausuraba el X Festival Mundial del Circo en el madrile?o Palacio de los Deportes y recib¨ªa la medalla de la ciudad de Bruselas por su labor al frente del circo espa?ol.El c¨¦lebre empresario, tras evocar con amargura la atm¨®sfera que impera en todo desmontaje de circo, prefiere deleitarse en el origen de la fiesta: ?El momento m¨¢s alegre y feliz es cuando las caravanas del circo arriban al terreno y se inicia el montaje. Entonces resulta regocijante y maravilloso observar c¨®mo el circo brota de la nada. Los trabajadores, conscientes del valor de su misi¨®n y de la fascinaci¨®n que genera entre el p¨²blico, llegan a hacer una obra de arte de ese trabajo, resuelto a veces en el incre¨ªble espacio de tiempo de dos horas?.
El ayer y el presente
La memoria circense acostumbra a resucitar el pasado: ?Hace treinta a?os, montar un circo se hac¨ªa en algo m¨¢s de veinte horas. Viaj¨¢bamos con diez o doce empleados como m¨¢ximo. Ahora se hace en dos horas, pero viajamos con sesenta empleados. Han cambiado mucho los tiempos, s¨ª. En consecuencia, el circo necesita renovarse?.Esa renovaci¨®n esbozada no es dable sin contrapartida: ?El circo no es puro comercio, sino una tradici¨®n que venimos manteniendo a trav¨¦s de los siglos unos cuantos esforzados amantes de su existencia. El espect¨¢culo m¨¢s antiguo de la Historia no puede convertirse en un cad¨¢ver a causa de una simple falta de incomprensi¨®n por parte de quienes rigen los destinos de los pueblos?.
Rumbo a Africa
En las cercan¨ªas de la plaza de Las Ventas, Angel Cristo acaba de desmontar su Circo Ruso. Muchos empleados ¨¢rabes, hostiles a la c¨¢mara fotogr¨¢fica, han participado en la tarea: ?No, no son empleados fijos. Son personas a las que no se les exige ninguna preparaci¨®n especial ni conocimientos culturales. Realizan trabajos duros, tienen que trasnochar, viajar, vivir lejos de sus casas... Aparecen lo mismo que desaparecen. Y aprenden pronto las labores de montaje y desmontaje. Pero es gente de culo de mal asiento?.Entre artistas, t¨¦cnicos y empleados trabajan en el Circo Ruso unas trescientas personas: ?Hay giras en las que es preciso reducir el n¨²mero. Por ejemplo, ahora, que estamos a punto de salir rumbo a Africa, tras poner a punto un nuevo espect¨¢culo en M¨®stoles. Pero el n¨²cleo central no puede permitirse descansos prolongados. Cuando llega la primavera, visitamos pueblecitos costeros. En invierno s¨®lo resulta sensato fijarse en grandes ciudades, donde el circo pueda permanecer bastante tiempo?.
De todo ese vaiv¨¦n, Angel Cristo extrae este balance: ?El p¨²blico sigue interesado por el circo, pero ¨¦ste no es insensible a la crisis general por la que atravesamos?.
Para que el circo sobreviva, Angel Cristo le ha propuesto al alcalde de Madrid que le ceda un buen terreno: ?A cambio, yo le instalo un circo. Es esencial que esta ciudad no carezca de tan hermoso espect¨¢culo. Ese recinto adem¨¢s puede servir para organizar funciones ben¨¦ficas. Yo espero la respuesta de Tierno Galv¨¢n al respecto?.
Opiniones de un payaso
Miliki tambi¨¦n pregunta: ??C¨®mo est¨¢n ustedes??. Ellos, los payasos de la tele, est¨¢n, hoy por hoy, al margen de problem¨¢ticos montajes y desmontajes: ?Nos hallamos siempre inmersos en la grabaci¨®n de programas televisivos. De los 39 programados, hemos grabado diecis¨¦is. Nos dan mucho trabajo. Pero vale la pena trabajar, pues vemos c¨®mo nace en los ni?os el amor por el circo?.Miliki pertenece a la s¨¦ptima generaci¨®n de una familia entregada en cuerpo y alma al circo: ?El momento actual es muy dif¨ªcil. Se ha perdido mucho lo cl¨¢sico del payaso, se improvisa en exceso, se prescinde de cosas b¨¢sicas. En realidad, antes se actuaba en mejores condiciones. El Circo Price o el Cirque d'Hiver eran bomboneras donde poco m¨¢s de mil personas pod¨ªan percibir la m¨ªmica de unos payasos que no necesitaban micr¨®fono. Ahora, disminuidos en el interior de enormes pabellones, se pierde la comunicaci¨®n. Por eso, a nosotros nos interesa tanto la televisi¨®n, donde uno puede reutilizar los gestos perdidos. En un gran pabell¨®n, hasta Marcel Marceau fracasa?.
El porvenir acecha: ?Las autoridades tienen que cambiar su actitud si quieren que el circo perviva. No se puede pedir por un terreno la cifra de tres o cuatro millones de pesetas para actuar solamente diez d¨ªas?.
Babelia
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