M¨¢s desempleo
LAS PREVISIONES y noticias sobre las perspectivas de la econom¨ªa de los principales pa¨ªses son para 1981 bastante pesimistas. Despu¨¦s del mal a?o bisiesto, su sucesor no parece pueda mejorarle. En Alemania Occidental la producci¨®n industrial al terminar el a?o mostraba s¨ªntomas de estancamiento, mientras el paro, llegaba en diciembre a m¨¢s de un mill¨®n de personas, es decir, el 4,2% de la poblaci¨®n activa. Esta evoluci¨®n es el reflejo de una producci¨®n total de bienes y servicios que, medida por el incremento real del PNB, s¨®lo ha crecido el 1,5% en 1980. Pero las perspectivas para 1981 son incluso peores, con un crecimiento del PNB del 0,5% y un Gobierno muy temeroso de reactivar la econom¨ªa por miedo a una inflaci¨®n que se ha estado acelerando a finales de 1980 y un d¨¦ficit de balanza de pagos por cuenta corriente del orden de los 15.000 millones de d¨®lares (tres veces el d¨¦ficit espa?ol).En Estados Unidos, el futuro secretario del Tesoro, Donald Regan, ha pronosticado una ca¨ªda de la producci¨®n por debajo de los niveles de 1980 a lo largo de este nuevo a?o. S¨®lo dentro de unos quince meses, cuando las medidas de ajuste de los gastos del sector p¨²blico empiecen a hacerse sentir, la econom¨ªa recobrar¨¢ su senda de crecimiento. Entre tanto, el reajuste energ¨¦tico habr¨¢ disminuido de modo sustancial la dependencia americana respecto del petr¨®leo d¨¦ la OPEP.
Las previsiones de paro en el Reino Unido apuntan una p¨¦rdida de 600.000 puestos de trabajo en 1981. La poblaci¨®n desempleada ser¨¢ el 9,7% de la poblaci¨®n activa. Pero a finales del presente decenio los pron¨®sticos econom¨¦tricos eval¨²an el n¨²mero de parados en Inglaterra en unos 3,7 millones, equivalente a un 13,8% de la poblaci¨®n en edad y disposici¨®n de trabajar. En definitiva, con la sola excepci¨®n de Jap¨®n, cuyo principal problema empieza a ser el de resultar demasiado competitivo en un mundo presidido por el estancamiento, los dem¨¢s pa¨ªses ofrecen esquemas igualmente pesimistas, con la amenaza generalizada de un paro creciente, una inflaci¨®n elevada y el peligro de una servidumbre todav¨ªa excesiva del petr¨®leo.
En nuestras latitudes los vientos no soplan de manera distinta, y el anuncio de un modesto crecimiento del PNB, en torno al 2% para 1981, hecho por el ministro de Econom¨ªa y Comercio ante el C¨ªrculo de Econom¨ªa de Barcelona, suena quiz¨¢ muy optimista. En efecto, los ¨²ltimos datos disponibles lo m¨¢s que hacen pensar es en una econom¨ªa que en 1980, aunque disfrut¨® de una excepcional cosecha agr¨ªcola, vio c¨®mo su producci¨®n industrial y la del sector servicios se manten¨ªa estancada. Por otro lado, aunque la inflaci¨®n ha ido perdiendo velocidad a lo largo del a?o, las ¨²ltimas cifras -especialmente las de noviembre- indicaban nuevas alzas y el alejamiento de la senda seguida por los miembros de la OCDE en la segunda m¨ªtad de 1980.
Las cifras de comercio exterior del mes de noviembre muestran un fuerte retroceso de las exportaciones medidas en d¨®lares y un menor crecimiento de las importaciones. La correcci¨®n operada desde el mes de abril en el tipo de cambio no ha conseguido, hoy por hoy, enderezar nuestras ventas en el exterior. Los productos espa?oles cada vez resultan menos demandados, mientras las importaciones aparecen como m¨¢s atractivas que los productos internos al consumidor nacional. Con este panorama de pa¨ªs en v¨ªas de retroceso y con una pol¨ªtica econ¨®mica todav¨ªa por definir, el anuncio de un crecimiento de la producci¨®n espa?ola de bienes y servicios en 1981 resulta, pese a su humildad, bastante presuntuosa.
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