Desayuno en el hotel Sarri¨¢
La problem¨¢tica de la empresa p¨²blica ha vuelto a cobrar actualidad por diversos motivos. Entre ellos, llama singularmente la atenci¨®n la adquisici¨®n por parte de Entursa (INI) del hotel Sarri¨¢ de Barcelona, por una cantidad que asciende a 1.650 millones de pesetas (v¨¦ase EL PA?S, 3 de enero de 1981). Con ello el hotel Sarri¨¢ ha pasado a formar parte, con plenos merecimientos, de ese complejo mundo que constituyen las empresas p¨²blicas en la econom¨ªa espa?ola.Es bien conocido que el hotel Sarri¨¢ es uno de los desaguisados m¨¢s representativos del urbanismo barcelon¨¦s del alcalde Porcioles. Como consecuencia de ello est¨¢ sometido a una sentencia del Tribunal Contencioso-Administrativo de Barcelona, confirmada posteriormente por el Tribunal Supremo -22 de diciembre de 1976-, por la que se ordenaba el derribo del 40% del volumen construido del edificio, al sobrepasar ampliamente la altura l¨ªmite de la manzana en que est¨¢ situado. No hace falta a?adir que la sentencia no se ha cumplido hasta el momento, ni es ya probable que se cumpla en los pr¨®ximos meses, al tratarse ahora de una nueva y firmante empresa p¨²blica que, con sus cinco estrellas, desaf¨ªa arrogante y altiva al poder judicial.
Las relaciones del INI con el hotel Sarri¨¢ se remontan a?os atr¨¢s. Entursa (INI) concedi¨® a la empresa del hotel -Valora, SA- un pr¨¦stamo hipotecario de cuatrocientos millones de pesetas el 24 de julio de 1974 -posteriormente ampliados a 750 millones de pesetas-, con un plazo de amortizaci¨®n a diez a?os y a un inter¨¦s del 8,25 %. La citada hipoteca sobre el terreno estaba precedida de otras que ten¨ªan preferencia: una del Banco Mercantil e Industrial, otra del Banco Condal y otra, finalmente, del Banco Hipotecario. La valoraci¨®n de la finca por parte de Entursa se fij¨® entonces en 1.200 millones de pesetas, cuando dos meses antes el Banco Hipotecario la valor¨® en 375 millones de pesetas. Paralelamente, y aun antes de haber concluido las obras de construcci¨®n, Entursa decidi¨® tomar en arriendo el hotel Sarri¨¢ mediante el pago de una renta fija de cinco millones de pesetas, completada por unos c¨¢nones que seg¨²n relata Gregorio Mor¨¢nson el 20% de los ingresos por el alquiler de habitaciones y del 8% sobre los ingresos procedentes de los departamentos de alimentaci¨®n.
Al frente de la empresa propietaria del hotel se encontraba el conocido financiero Antonio Van de Walle. Al frente de Entursa, Adolfo Su¨¢rez, presidente de la empresa desde junio de 1973 a junio de 1975, pocos d¨ªas antes de su cese como vicesecretario general t¨¦cnico del Movimiento. Formaban tambi¨¦n parte del Consejo de Administraci¨®n de la empresa p¨²blica Juan Gich, Jos¨¦ Luis Perona, Miguel Angel Garc¨ªa Lomas y Fernando Fuertes de Villavicencio, que suscribieron el contrato de arrendamiento.
Las relaciones entre Van de Walle y Adolfo Su¨¢rez son conocidas y han sido, destacadas en diferentes ocasiones. Se iniciaron en Entursa, se extendieron despu¨¦s a otros negocios tur¨ªsticos (Club Valdel¨¢guila, etc¨¦tera) y juntos veranean -como se recordar¨¢- en casa del primero, en el t¨¦rmino de Bagur de la Costa Brava, en 1977, precisamente tras el ¨¦xito electoral del 15 de junio. Por su parte, las relaciones entre el hotel Sarri¨¢ y el INI quedaron, pues, establecidas en 1974, para consolidarse definitivamente en una notar¨ªa madrile?a en la m¨¢s estricta intimidad-.el pasado mes de diciembre.
Las servidumbre del INI
No es, sin embargo, la primera vez que el INI ha de hacerse cargo de asuntos similares. Sin una estrategia definida, carente de rumbo, a la deriva, el INI va acentuando en todos estos a?os su car¨¢cter de asilo permanente de empresas desechadas por los grupos privados. Por ello, los precedentes de esta historia son m¨²ltiples y varios. Ah¨ª est¨¢n, entre otros, el caso de Astano, empresa creada en 1974 por el Banco Pastor, que, en 1972, tras diversas operaciones ruinosas, pas¨® a engrosar las filas del INI, a pesar de las resistencias confesadas por el propio ministro de Industria, pero obligada -como apunt¨® L¨®pez de Letona en reuni¨®n con un grupo de economistas celebrada en el Palacio de Exposiciones y Con gresos de Madrid, el 12 de noviem bre de 1973- por fuertes presiones procedentes de lo que entonces de nomin¨® ?las meriendas del pazo de Meir¨¢s?. O el conmovedor ejemplo de Altos Hornos del Mediterr¨¢neo-, donde los intereses privados, despu¨¦s de imponer a toda costa su presencia -como tambi¨¦n se?al¨® L¨®pez de Letona- y, tras registrar cuantiosas p¨¦rdidas en a?os si guientes, traspasaron al INI un ba lance ciertamente estremecedor. O el caso de La Maquinista Terrestre y Mar¨ªtima, SA, donde la partici paci¨®n de INI pas¨® a ser mayoritaria en 1972, precisamente cuando las p¨¦rdidas de los dos a?os ante riores sumaban ya los seiscientos millones de pesetas.
Igualmente, la referencia es obligada a Uninsa, que resume las principales actuaciones del INI en el sector sider¨²rgico a lo largo de una historia que puede calificarse de ejemplar y ya suficientemente conocida. Como tambi¨¦n lo es la de Hunosa, que sintetiza elocuentemente el papel asignado al Instituto en la reestructuraci¨®n y saneamiento de las explotaciones hulleras asturianas. Cuando la crisis de la miner¨ªa del carb¨®n es irreversible y extraordinariarr-ente aguda, el INI inicia su participaci¨®n en un sector tradicionalmente gestionado por empresas privadas, acogidas a uno de los sistemas de protecci¨®n m¨¢s importantes de cuantos ha conocido el capitalismo espa?ol. O los casos m¨¢s recientes de Hispanoil, que, tras acumular cuantiosas p¨¦rdidas - 482 millones de pesetas en 1970 y seiscientos millones de pesetas en 1971-, pas¨® a depender mayoritairiamente del INI en 1972, o los que conciernen al grupo de empresas Alvarez (Geasa), adquirida por el INI en 1976; Hijos de J. Barreras, SA; Astilleros de Cartagena, SA; la Sociedad Porcelanas de Vigo, adquirida en 1976 y traspasada posteriormente a Geasa, etc¨¦tera. Empresas todas ellas que no han dejado de crear comprometidas situaciones.
Pero cabe apuntar algo m¨¢s, porque con la reciente adquisici¨®n del hotel Sarri¨¢. el Gobierno se supera a s¨ª mismo. Porque ya no se trata como anta?o de un simple caso de ?socializaci¨®n de p¨¦rdidas?, sino que, adem¨¢s, concurren en el mismo todos los agravantes que se derivan de una sentencia condenatoria del Tribunal Supremo. Esto es, con la compra del hotel Sarri¨¢ se marca un hito, se inaugura una nueva frontera de des prop¨®sitos para acceder al sector p¨²blico. A partir de ahora, cualquier empresa sometida del Tribunal Supremo por haber infringido cualquier tipo de normas, puede ofrecerse al INI en condiciones ventajosas, contando a su favor con un s¨®lido y brillante precedente.
Por todo ello, se comprende que el Gobierno no haya presentado ante el Parlamento el Estatuto de la Empresa P¨²blica, a lo que se hab¨ªa comprometido formalmente en diversas ocasiones. Primero, en los pactos de la Moncloa, que fijaban un plazo l¨ªmite hasta el 30 de junio de 1978; despu¨¦s, en el PEG, que programaba su estudio y aprobaci¨®n por las Cortes antes de finalizar 1979. Y es f¨¢cilmente comprensible porque con un Estatuto de la Empresa P¨²blica en vigor, el Gobierno se ver¨ªa obligado a fijar determinados criterios, a definir una estrategia para la empresa P¨²blica, a delimitar y clarificar su ¨¢mbito de actuaci¨®n, a descentralizar sus actividades y regionalizar sus inversiones, a establecer un r¨¦gimen de incompatibilidades, a reglamentar sus adquisiciones y enajenaciones de empresas y, sobre todo, a aceptar un control m¨¢s riguroso y p¨²blico de toda su actuaci¨®n, incluidas sus cuentas y balances. Por ello, en cualquier caso, no estar¨ªa de m¨¢s que el ministro de Industria se viera obligado, por lo menos, a responder a alguna interpelaci¨®n parlamentaria a prop¨®sito de las cuestiones que est¨¢n impl¨ªcitas en la compra del hotel Sarri¨¢, lo que ser¨ªa saludable para el futuro de la empresa p¨²blica.
Y si esto desgraciadamente no ocurre, el se?or ministro o el presidente del INI podr¨ªan aprovechar alg¨²n viaje a Barcelona y, en un desayuno de trabajo en el hotel Sarri¨¢, explicar de una vez al pa¨ªs las ventajas que se derivan, o los criterios de estrategia econ¨®mica que han motivado tan extravagante y descarada operaci¨®n financiera a costa de los recursos p¨²blicos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Quiebra empresas
- Fusiones empresariales
- Empresas p¨²blicas
- Empresa Nacional de Turismo
- Opini¨®n
- Banco Hipotecario
- Altos Hornos del Mediterr¨¢neo
- La Maquinista Terrestre y Mar¨ªtima
- Banco Mercantil e Industrial
- Valora
- INI
- Adolfo Su¨¢rez
- Banco Condal
- Astilleros Espa?oles
- Hoteles
- Sector p¨²blico
- Alojamientos
- Hosteler¨ªa
- Empresas
- Banca
- Finanzas
- Econom¨ªa
- Turismo
- Administraci¨®n p¨²blica
- Astilleros