8.317 madrile?os se declaran artesanos de profesi¨®n y viven de la misma
A pesar del ¨¦xito social de los art¨ªculos ?en serie?, la artesan¨ªa sigue existiendo en Madrid. Concretamente, son 8317 las personas que se declaran artesanos en la ciudad y sus alrededores. Sus m¨¦ritos: trabajar utilizando como primer instrumento sus propias manos y confeccionar uno a uno objetos distintos e irrepetibles entre s¨ª.
En el curso de 1980, m¨¢s de 240 personas se han incorporado al Gremio de Artesan¨ªas Varias de Madrid, sito en la calle de Palafox, 23, cerca de la glorieta de Bilbao. Los ¨²ltimos afiliados son gente joven, estudiantes con la carrera terminada o a medio terminar, que han dejado los libros y se han puesto a hacer collares, mu?ecos o figuras de barro. Los venden en tenderetes que montan en la calle de Fuencarral, en el Rastro o en la plaza de San Ildefonso, porque los comercios pagan mal y cobran mucho al cliente. ?Los j¨®venes siempre se han inclinado hacia la artesan¨ªa? dice Juli¨¢n Fern¨¢ndez, maestro mayor del gremio. ?Pero ahora?, a?ade, ?con m¨¢s motivo, por culpa del paro?.Sin embargo, la edad media aproximada de los artesanos madrile?os es de 45 a?os. Un 30% supera los sesenta a?os. En su mayor¨ªa se dedican a oficios antiguos, hoy acaparados por los grandes trustes industriales: perfumistas, mu?equeros, encuadernadores, marroquineros, vidrieros. Las mujeres pertenecen, sobre todo, al sector textil: ganchilleras, bolilleras, modistas, bordadoras. El pret-a-porter las ha dejado en la cuneta, ajenas a la carrera dell consumismo y la moda.
Es el dif¨ªcil reto de la tecnolog¨ªa y la maquinaria, pese a lo cual los talleres artesanales contin¨²an funcionando. ?El artesano madrile?o, en t¨¦rminos generales, no sufre crisis?, comenta Juli¨¢n Fern¨¢ndez. ?Podr¨¢ tener m¨¢s o menos trabajo, podr¨¢ notar el descenso de la clientela con respecto a otros a?os, pero, a excepci¨®n de los que empiezan, no tienen crisis laboral?. Porque no faltan los aficionados que acuden a ellos cuando quieren un trabajo de calidad, un trabajo que las m¨¢quinas son incapaces de realizar.
El problema de la artesan¨ªa, no s¨®lo de Madrid, sino de todo el pa¨ªs, es la continuidad de los oficios. Un 25 % de los 147 que se registran en la capital pueden desaparecer con los hombres y mujeres que los ejercen. Ahora mismo, en Madrid hay ¨²nicamente un copista, un espartero, un constructor de fuelles o un carpintero de ribera. Y dos o tres en las parcelas de construcci¨®n de instrumentos de viento, cordeler¨ªa o herrer¨ªa. Tomar un aprendiz es una cuesti¨®n espinosa porque la Seguridad Social se llevar¨ªa una suma demasiado elevada para un artesano modesto. Y m¨¢s teniendo en cuenta que la artesan¨ªa es una profesi¨®n dura y se requieren dos o m¨¢s a?os de aprendizaje, durante los cuales no se producen beneficios. Por otro lado, los j¨®venes son impacientes y buscan oficios en los ,que pueden ver los frutos de su trabajo en un plazo menor. Ante esta situaci¨®n, la soluci¨®n es abstenerse de contratar a personas ajenas a la familia.
Los artesanos desear¨ªan que la Administraci¨®n p¨²blica preparase centros y cursos para principiantes, dirigidos y supervisados por los maestros de cada oficio. ?El Gobierno, ni ¨¦ste ni ninguno, se da cuenta de los valores de la artesan¨ªa, de su importancia cultural?. Ah¨ª est¨¢ el gremio, que se sostiene con la cuota mensual de doscientas o trescientas pesetas de sus afiliados. Carece de ayuda estatal.
Para un futuro no lejano, los agremiados planean edificar unos bloques de viviendas en la carretera de Valencia, viviendas acondicionadas con talleres, que acoger¨¢n a todos los artesanos de la capital. Una aut¨¦ntica ?ciudad de la artesan¨ªa?.
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