Stan Getz transmite heladas emociones
Stan Getz es, ante todo, un nombre y una historia. Y no est¨¢ mal que vengan este tipo de figuras par a poder luego apreciar lo que, se esconde tras el mito. Stan Getz, saxo, fue uno de los Four Brother de Woody Herm¨¢n (all¨¢ por los .¨²ltimos cuarenta), los definidores del cool jazz, luego se lanz¨® por los senderos del hard-bop, realiza uno de los mejores discos de jazz con utilizaci¨®n de cuerdas (Focus, 1962), se enamora de la bossa-nova y lanza a Chick Corea y Stanley Clarkee en su ¨¢lbum Captain Marvel.Todo ello con un sonido caracter¨ªstico y un af¨¢n experimentador que, sin embargo, nunca le llevar¨ªa a desmadrarse en exceso. Tipo listo, al que una serie de ¨¦xitos de venta colocaron en un lugar m¨¢s alto (con respecto a otros) de lo que en buena ley le vendr¨ªa correspondiendo. Eso y un sonido.
El pasado martes, en el Alcal¨¢-Palace (ochocientas pesetas la entrada), estaban Stan Getz y su grupo. Un quinteto en el que destac¨®, sobre todo, el pianista Michael Forman, un tipo que recuerda mucho al teclas de Pat Metheny, el cual a su vez evoca enormemente a Keith Jarret. El hombre hizo lo m¨¢s interesante y moderno que se escuch¨® por all¨ª, solos muy orquestales, mucho acorde en secuencias intrincadas por oposici¨®n a las l¨ªneas mel¨®dicas preciosas y n¨ªtidas que unas semanas antes hab¨ªa destilado Bayley, el pianista que vino con Louis Hayes. En opini¨®n de gente con sentido com¨²n, y visto c¨®mo compone el joven, es bastante probable que Forman le dure poco a Getz y que al paso de unos a?os le veamos venir en plan estrella. Es francamente bueno.
Luego vendr¨ªa V¨ªctor Lewis, un bateria que no pudo mostrar demasiado su fuerza, aunque en un duelo con el percusionista Bobby Thomas ambos parecieron divertirse tanto como quienes les escuch¨¢bamos.
El guitarrista Chuck Loeve, que ya vino con Getz el a?o pasado, es un hombre muy voluntarioso, pero algo carente de genio. Por su parte, Mark Egan (que viene del grupo de Pat Metheny ) no hizo nada destacable y eso que tiene un gran sentido rnel¨®dico, tal como puede escuchafse en el ¨¢lbum American Garage, de Metheny.
Y nos queda el l¨ªder. Muy solo parec¨ªa el hombre. Muy serio, pagado de s¨ª mismo y sin demasiadas ganas de esforzarse. Getz es con todo, y excepto en momentos muy determinados, un tipo g¨¦lido, que dif¨ªcilmente transmite emociones. Su sonido es claro como el agua de la fuente, su fraseo es impecable y su falta de emotividad lamentable. Y no es que carezca de swing (se marc¨® una balada casi a cappella que lo demostraba), es que parece aburrido, harto y sin ganas m¨¢s que de fichar, cobrar y largarse. M¨¢s que un genio del saxo, parece un bur¨®crata del jazz, y eso no puede ser.
La gente, a cambio, pareci¨® pas¨¢rselo tan guapamente y consigui¨® dos repeticiones; pero el gesto adusto de Getz lo dec¨ªa bien a las claras: soy el que soy, escuchad, malditos, y luego aplaudid. Para eso me pag¨¢is.
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