El desaf¨ªo japon¨¦s pasa de largo por Seat
El regreso de una delegaci¨®n del Instituto Nacional de Industria de un viaje de quince d¨ªas a Jap¨®n ha pasado inadvertido, pr¨¢cticamente, a causa quiz¨¢ de los importantes acontecimientos pol¨ªticos que ha vivido el pa¨ªs. Y, sin embargo, la trascendencia de esta gira queda de manifiesto porque, muy posiblemente, durante ella se han deshojado los dos ¨²ltimos p¨¦talos de la margarita que supon¨ªa resolver sin traumas la dif¨ªcil situaci¨®n que atraviesa la deficitaria empresa Seat.Sin haberse cumplido todav¨ªa un a?o de la decisi¨®n de Fiat de no aceptar sus compromisos en Seat y no acudir a la ampliaci¨®n de capital que le correspond¨ªa en la Sociedad Espa?ola de Autom¨®viles de Turismo, el socio mayoritario de la sociedad (el Instituto Nacional de Industria) reconoce p¨²blicamente (v¨¦ase EL PAIS 26-2-81) que el INI no busca espec¨ªficamente un comprador de Seat, ni siquiera un nuevo socio, sino que persigue alguna forma de cooperaci¨®n t¨¦cnica con alguna de las dos principales firmas japonesas del sector, la Toyota Motors Company y Nissan Motors.
Aparte de que esta afirmaci¨®n de fuentes solventes del INI est¨¢ en aparente contradicci¨®n con unas declaraciones del consejero delegado de Seat, Jaime Panella, a este peri¨®dico el mismo d¨ªa, en las que se afirmaba que ?no basta una participaci¨®n japonesa en el capital de Seat (sino que es necesario) un importante proyecto que nos ayude, la nueva postura del socio mayoritario de la empresa espa?ola no deja de sorprender por el cop¨¦rnico giro que supone en anteriores posiciones y por el reconocimiento t¨¢cito, aunque tard¨ªo, de una realidad: ninguna de las dos firmas japonesas con las que se ha mantenido contactos est¨¢ interesada en participar, desde la propiedad, en el ensombrecido futuro de Seat.
As¨ª las cosas, el reciente anuncio por parte del Gobierno brit¨¢nico y de Nissan del acuerdo alcanzado entre ambas partes por el que la segunda firma japonesa construir¨¢ en Gran Breta?a una planta de nuevo cu?o para fabricar 200.000 unidades al a?o y crear 15.000 nuevos puestos de trabajo, no puede hacer otra cosa que conmover al imaginar que este proyecto, ?el mayor premio industrial en Gran Breta?a en los ¨²ltimos veinte a?os?, podr¨ªa haberse situado al sur del golfo de Vizcaya y no al norte, como ha sucedido.
Evidentemente, la decisi¨®n japonesa de irse a Gran Breta?a, o a Italia, como ha pasado con el proyecto conjunto con Alfa Romeo, es muy, soberana, pero no sobran elementos racionales de juicio para creer que la empresa Nissan en concreto ha colocado, desde hace m¨¢s de dos a?os, sus ojos en Espa?a y ha considerado a nuestro pa¨ªs como una base ideal e inmejorable para sus necesarios planes de expansi¨®n en Europa. La compra, hace a?o y medio, de un tercio de las acciones de Motor Ib¨¦rica, S A, y la presentaci¨®n de un amplio plan de inversiones industriales en el Ministerio de Industria -donde todav¨ªa languidece- para la construcci¨®n de veh¨ªculos comerciales, no hace m¨¢s que confirmar esta impresi¨®n, constatada adem¨¢s en altas esferas de la firma japonesa.
Y, sin embargo, la ceguera de los responsables del holding estatal o su pertinaz insistencia de que la entrada japonesa en Espa?a debe ir de su mano, sugiere que en algunas esferas oficiales de este pa¨ªs todav¨ªa se piensa con nostalgia en los imperiales per¨ªodos de autarqu¨ªa industrial de muy triste y nefasto recuerdo. Y que no se argumente f¨¢cilmente que existen presiones europeas contrarias a la apertura de las puertas de la CEE al desaf¨ªo japon¨¦s. El dinero, venga de la General Motors o de la Toyota, no tiene olor ni nacionalidad, y mucho menos en momentos de grave crisis econ¨®mica y de empleo en nuestro pa¨ªs.
Es por eso que resulta ejemplar contemplar la valent¨ªa del Gobierno italiano de ignorar las presiones de la CEE y del grupo Agnelli-Fiat, contrarias al acuerdo Nissan-Alfa Romeo, o la firme decisi¨®n del Gobierno Thatcher, que en s¨®lo unos meses ha reconducido el inter¨¦s original de los fabricantes de Datsun por fabricar sus veh¨ªculos en Espa?a por el definitivo de hacerlos en Gran Breta?a. En fin, el desaf¨ªo japon¨¦s pasa de largo, tristemente, por Seat.
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