Monstruos cotidianos y fantasmas decimon¨®nicos
El problema es la confusi¨®n absurda y constante que en este pa¨ªs establecemos entre lo imaginario y la hemoglobina. Y seguramente buena culpa de esta torpe identificaci¨®n la tiene el espectacular desarrollo de la industria de los efectos especiales relacionados con el arte de la mostraci¨®n de las v¨ªsceras m¨¢s repelentes del cuerpo humano, lo mucho que se ha avanzado en el oficio de lograr unas mutilaciones o degollaciones de asqueroso realismo y otros hallazgos de los maquilladores -especialmente de los italianos, los indiscutibles maestros- que nos impiden gozar del bosque de la fantas¨ªa a trav¨¦s de las hiperrealistas cortinas de sangre que empa?an la pantalla.Ocurri¨® la confusi¨®n en el Festival de Avoriaz de este a?o y tambi¨¦n en este Imagfic-81, cuya muestra, por cierto, estimo superior a la reunida por los franceses. Parece como si lo, imaginario o lo fant¨¢stico se redujera a las espectaculares explosiones craneanas de Scanners, a las mutilaciones detallistas de Maniac o Schizoid, a los plagiarios efectos espaciales de Inseminoid y a esa previsible serie de sobresaltos te¨®ricamente imprevisibles que en la mayor parte de estas historias preparan los guionistas con cuidado exquisito, pero que estropean despu¨¦s los hombres de las bandas sonoras, alarm¨¢ndonos del pr¨®ximo susto a base de musiquillas agudas y sostenidas o de silencios estrepitosos que no vienen a cuento.
El horror psicol¨®gico
Es inevitable en estos festivales imaginarios la presencia de la conocida familia del horror filme cl¨¢sico y as¨ª, tambi¨¦n en Madrid como en Avoriaz, no faltaron a la cita los vampiros, los hombres-lobos, las momias, los diablos y los maniacos de la tijera, el bistur¨ª o la cuchilla de afeitar cuellos femeninos. Pero no van precisamente por ah¨ª las tendencias del g¨¦nero fant¨¢stico del momento, por mucho detalle sanguinario que le echen a esos remakes de la serie B de aquellas historias memorables protagonizadas por Lugosi, Karloff, Lon Chaney, Peter Lorre o Christopher Lee. Lo que por una parte bate r¨¦cords de taquilla en el mundo entero es el horror psicol¨®gico, cuyos ejemplos pueden ser este Scanners, de David Cronemberg, y la ¨²ltima pel¨ªcula de Ken Russell, Altered states, y por la otra, el terror cotidiano, representado por Blood Beach, de Jeffrey Bloom, y la canadiense The howling:, p¨¢nico en la playa y pavor en el estudio de televisi¨®n; es decir, en los escenarios de los dos ocios m¨¢s populares concurridos del hombre medio.
Los tratos de las cinematograf¨ªas del Este con lo fant¨¢stico son bastante m¨¢s filos¨®ficos y apocal¨ªpticos. Andan los socialistas manifestando su desconfianza hacia el porvenir y en el Festival de Madrid lo han evidenciado ampliamente, aunque no genialmente. Golem, Stalker o El sol negro para las infantiles utop¨ªas pesimistas y El secreto de Nicola Tesla para las ucronias de la OTAN y miedo al futuro en los pa¨ªses del Pacto de Varsovia. Mientras tanto, a los espa?oles nos siguen queriendo aterrar con fantasmas decimon¨®nicos, y lo verdaderamente terror¨ªfico es que la f¨®rmula funciona.
Babelia
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