Los m¨¦dicos del Francisco Franco
S¨®lo el excesivo culto a la personalidad del m¨¦dico en ¨¦pocas anteriores, marcadas por un m¨¢s bajo nivel cultural, puede explicar el incre¨ªble acopio de poder pol¨ªtico, social y econ¨®mico de una buena parte de la clase m¨¦dica espa?ola y razonar los motivos ocultos de la crisis de la Ciudad Sanitaria Provincial, llamada durante largas d¨¦cadas Ciudad Sanitaria Francisco Franco.Cuesta crer que el contrato directo -por un a?o improrrogable- de un anestesista de los m¨¢s reputados del pa¨ªs, con un expediente repleto de matr¨ªculas de honor adem¨¢s, haya podido ser el detonante de un conflicto que amenaza con extenderse a todo el pa¨ªs. M¨¢xime cuando en las mismas fechas la diputada provincial responsable del hospital firmaba otros cinco contratos similares de los que no se ha hablado para nada, y m¨¢xime a¨²n, cuando el m¨¦dico anestesista en cuesti¨®n dimiti¨® hace d¨ªas para favorecer una salida al conflicto y la plaza ya ha sido sacada a concurso.
Esto no es motivo suficiente para plantear una huelga en el hospital m¨¢s grande de Europa, con un presupuesto de 10.400 millones de pesetas, un monstruo de 4.250 camas y m¨¢s de 5.000 trabajadores, de ellos ochocientos m¨¦dicos; huelga a¨²n pendiente de fechas, aunque ya aprobada en asamblea por abrumadora mayor¨ªa. Como tampoco son motivos las otras dos condiciones no negociables impuestas por una gran parte del colectivo m¨¦dico del hospital: la dimisi¨®n del director del centro, responsable del mismo por boicotear, en opini¨®n de los m¨¦dicos, una asamblea de ¨¦stos, y la anulaci¨®n de tres expedientes a otros tantos doctores, dos de los cuales fueron sancionados por proferir en p¨²blico graves insultos contra dirigentes socialistas de la Diputaci¨®n y del Ayuntamiento de Madrid.
Los m¨¦dicos plantean tambi¨¦n, y en eso llevan su punto de raz¨®n, el deterioro del nivel asistencial del centro hospitalario (nivel 7,3, el m¨¢s alto de todos los hospitales espa?oles) en los ¨²ltimos tiempos como consecuencia del convenio con la Seguridad Social, que convierte al hospital, en una buena parte, en un centro m¨¦dico de urgencias. Pero un tema de planificaci¨®n y gesti¨®n hospitalaria tampoco puede ventilarse con una huelga planteada desde posiciones tan dr¨¢sticas e inflexibles como las adoptadas por un gran n¨²mero de m¨¦dicos de la Ciudad Sanitaria.
Y menos l¨®gica a¨²n es la confluencia de todas las iras contra el actual director, doctor Jos¨¦ Luis Barros, que apenas lleva en el cargo cinco semanas y a quien en un escrito oficial, los principales cuadros m¨¦dicos del hospital acusan de ese deterioro, con la particularidad, ciertamente curiosa, de que entre los firmantes se encuentran el ¨²ltimo director del centro y los miembros de su propio equipo. Para los m¨¦dicos, y son palabras de varios de ellos dichas en la asamblea del pasado jueves, el doctor Barros ha causado las anomal¨ªas suficientes como para ser responsable del caos que reina en la Ciudad Sanitaria. Y estas anomal¨ªas, a?ado yo, no son otras que las siguientes: organizar de forma responsable y razonable el servicio de urgencias, aun a costa de las camas de la cl¨ªnica privada; prohibir el uso de esta cl¨ªnica en horas de trabajo; denunciar que en horas de guardia muchos de los m¨¦dicos no estaban presentes en sus puestos; prohibir el consumo de alcohol y la entrada en los quir¨®fanos en ropa de calle; restringir las salidas de los trabajadores, incluidos los m¨¦dicos, en horas de trabajo, y aceptar la intervenci¨®n de los ¨®rganos gestores de la Diputaci¨®n en las cuentas del hospital, principalmente en la cl¨ªnica privada del mismo, adem¨¢s de un reconocido talante liberal, de mostrado en otras ¨¦pocas menos propicias para el liberalismo,
Es evidente que al anterior presidente de la Diputaci¨®n, Carlos Revilla, le cost¨® el cargo el caos de la Ciudad Sanitaria, y casi m¨¢s evidente a¨²n es que el nuevo mandatario de la Corporaci¨®n provincial, el tambi¨¦n socialista Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez Colorado, quiera dar muestras r¨¢pidas y ta jantes de intolerancia frente a los todav¨ªa no demostrados casos de probable corrupci¨®n y de evasi¨®n fiscal por parte de algunos miembros del estamento m¨¦dico, especialmente en lo que a la cl¨ªnica privada se refiere. Ah¨ª est¨¢ la primera de las importantes de cisiones que el equipo de gobier no de la Diputaci¨®n ha decidido tomar: recuperar el absoluto control de la gesti¨®n del ejercicio privado de la medicina en la Ciudad Sanitaria (v¨¦ase EL PA?S de ayer) en lo que a facturaci¨®n se refiere, hasta aliora llevada directamente por los propios m¨¦dicos, los cuales daban cuenta peri¨®dicamente de sus ingresos y devengaban una peque?a parte de los mismos a la Corporaci¨®n.
Una opci¨®n de izquierdas
En sanidad, como en transporte, en educaci¨®n o en urbanismo, caben todas las opciones pol¨ªticas posibles, y la del equipo de gobierno de la Diputaci¨®n (PSOE-PCE) es la de la transparencia en la gesti¨®n econ¨®mica, aunque ello implique un fuerte enfrentamiento con la mayor¨ªa del estamento m¨¦dico, lo que, a la postre, lleva a una incompatibilidad total entre ambos y es el verdadero fondo oculto del conflicto.
El cuerpo m¨¦dico tiene un fuerte esp¨ªritu de clase, m¨¢s que demostrado en estas ya casi dos semanas de conflicto, por m¨¢s que los doctores en cuesti¨®n se. hayan adelantado a afirmar que ?esta no es una crisis gremialista?. Lo anterior tambi¨¦n lo demuestra el plante que est¨¢n llevando a cabo los m¨¦dicos de la Beneficencia del Ayuntamiento de Madrid, que se niegan a cumplir una jornada laboral de seis horas diarias y pretenden seguir disfrutando la prebenda de una guardia semanil de veinticuatro horas.
Lo que est¨¢ en juego es la probable p¨¦rdida de ese importante poder pol¨ªtico, econ¨®mico y social acumulado por los m¨¦dicos dirigentes de Ia sanidad provincial y local por la permisividad de las corporaciones de los ¨²ltimos cuarenta a?os. No vale disfrazar el conflicto y reducirlo al plante de los m¨¦dico, por la contrataci¨®n sin concurso-oposici¨®n de un m¨¦dico anestesista -lo cual est¨¢ contemplado en la ley y ha sido pr¨¢ctica habitual en los ¨²ltimos tiempos; baste decir que el (10% de los m¨¦dicos de la Ciudad Sanitaria tiene el status de contratado-; ni es l¨ªcito hablar cle pr¨¢cticas antidemocr¨¢ticas por parte del director del centro y de la diputada Maria G¨®mez lvlendoza, al intentar boicotear, en opini¨®n de los m¨¦dicos, una asamblea de ¨¦stos, program¨¢ndola el mismo d¨ªa que otra asamblea general de trabajadores; ni es coherente echar el resto en apoyo de unos compa?eros expedientados por insultar a los directivos de las corporaciones locales.
Laten en el conflicto dos cuestiones, y hay que tener la gallard¨ªa de reconocerlo, aun por parte de los m¨¦dicos: eI uso de la cl¨ªnica privada de la ciudad Sanitaria Provincial, dotada con los medios m¨¢s avanzados, por parte de los m¨¦dicos -una cl¨ªnica privada que en 1980 perdi¨® casi 150 millones, que salen del peculio particular de los madrile?os- y la ley de Incompatibilidades.
Este es, y no otro, el santo y se?a oculto de la crisis incompatibilidades, especialniente en la c¨²spide de la sanidad madrile?a. Asustar¨ªa la lectura de las n¨®miinas que cobran algunos m¨¦dicos con varios cargos simult¨¢neos, comenzando por el propio pres:idente del Colegio Oficial de M¨¦dicos de Madrid, doctor Javier Matos, que es al mismo tiempo director del Hospital Infantil de la Ciudad Sanitaria Provincial, m¨¦dico de la Beneficeilcia municipal y m¨¦dico de la Seguridad Social; o del propio doctor Barrios, decano de la Beneficencia municipal y miembro del Consejo de Administraci¨®n del Hospital Provincial, hasta hace unos d¨ªas, en que present¨® su dimisi¨®n, adem¨¢s de m¨¦dico del mismo.
Por ello, la huelga de m¨¦dicos de la Ciudad Sanitaria, caso de hacerla efectiva, quedar¨ªa descalificada en s¨ª misma especialmente cuando lo que se puede poner en juego es la vida y la salud de los enfermos. Otra cosa distinta, y aun opinable, es si los m¨¦dicos centrasen sus reivindicaciones exclusivamente en torno a la pr¨®xima subida salarial.
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