Juan Pablo II dijo a los sider¨²rgicos italianos que los due?os de las f¨¢bricas son los trabajadores
En su visita a los altos hornos de Terni, Juan Pablo II pronunci¨® una frase que apareci¨® ayer en primera p¨¢gina de todos los peri¨®dicos del pa¨ªs y que no dejer¨¢ de crear pol¨¦micas: ?Aqu¨ª, en la f¨¢brica los due?os sois vosotros?. La frase la pronunci¨® en una reuni¨®n del consejo de f¨¢brica, durante la cual los responsables sindicales no dejaron de poner m¨¢s de una vez en aprieto al Papa polaco con sus preguntas poco diplom¨¢ticas.La escena dentro de la f¨¢brica hab¨ªa empezado as¨ª: el Papa estaba sentado en el centro de la enorme mesa color verde, alrededor de la cual estaban todos los delegados sindicales. Uno de los obreros rompe el fuego: ?Demos la palabra al Papa para que pueda hacernos algunas preguntas?. El clima era cordial, pero muy tenso, porque precisamente los obreros de la f¨¢brica est¨¢n en lucha desde hace d¨ªas porque tienen el puesto amenazado. Y quisieron que el Papa pudiera ver en las paredes de la f¨¢brica las frases de protesta contra el Gobierno y numerosas banderas rojas.
El Papa empez¨® a hablar en italiano con un cierto tartamudeo: ?El trabajo?, dijo, ?no es s¨®lo manual, existe tambi¨¦n un trabajo de la mente, pero el trabajo, en particular, sois vosotros; aqu¨ª, los trabajadores son los duefios?. La respuesta de otro sindicalista fue inmediata: ?Usted nos dice que nosotros somos los due?os de la f¨¢brica, pero nosotros no lo podemos decidir. Usted ha venido hoy aqu¨ª, pero nosotros vamos ma?ana a Roma, a la manifestaci¨®n nacional de los metal¨²rgicos; ?para qu¨¦ contamos los trabajadores??. Y contin¨²a el bombardeo: ?Usted dice que la f¨¢brica es nuestra, pero por encima de nosotros est¨¢ el Gobierno, y es un Gobierno d¨¦bil, que no nos defiende?. Y un tercero: ?Usted ha visto los carteles fuera. No son contra usted. Las relaciones entre el mundo obrero y la Iglesia son fr¨ªas, pero nosotros les recibimos con afecto porque aunque sabemos que la Iglesia no resolver¨¢ nuestros problemas, sin embargo, necesitamos colaboraci¨®n y solidaridad?.
Lucha de clases
En este momento, otro de los obreros del consejo de f¨¢brica entra en pol¨¦mica con su compa?ero: ? S¨ª, la solidaridad est¨¢ bien, pero lo que nosotros necesitamos es resolver los problemas con la lucha de clases. ?Usted que dice, Santidad??. El Papa, entre otras respuestas, dijo lo siguiente: ?Para la Iglesia, los trabajadores son quienes hacen la industria, son su causa principal, no un instrumento usado por otros; porque ellos son hombres, son personas. Por eso tienen derecho a los frutos, lo cual quiere decir no s¨®lo un sueldo justo, sino tambi¨¦n una cierta participaci¨®n en la gesti¨®n de la empresa, una cierta participaci¨®n en las ganancias?. Y, dirigi¨¦ndose al obrero que hab¨ªa hablado de lucha de clases, dijo: ?Me alegra haber escuchado la palabra lucha. Yo hablo como pastor de la Iglesia, y digo: ?Lucha s¨ª, pero que no sea contra nadie. La lucha a favor de algo o de alguien es justa seg¨²n el evangelio?.A quien le pregunt¨®: ??No es un sacrilegio cerrar una f¨¢brica y despedir a los obreros??, el Papa, mientras com¨ªa en el comedor de la f¨¢brica con doscientos trabajadores, respondi¨®: ?Cierto, es una cosa injusta?. Por primera vez en la historia, dentro de una f¨¢brica, entre cientos de gorros grises de pa?o, se ve¨ªa, casi tapado, el solideo rojo del Papa, que visit¨® durante toda la ma?ana los altos hornos. A quien le dijo: ?Hoy ha trabajado fuerte?, le respondi¨®: ?Entonces tendr¨¦ que ir al administrador a pedirle el sueldo?
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