Un programa heroico de Jos¨¦ Ram¨®n Encinar
Orquesta Nacional Solista: Bruno Giurianna. Director. J. R. Encinar. Obras de Villa Rojo, Bartok y Ch. Ives. Teatro Real.27, 28 y 29 de marzo de 1981.
Dadas las caracter¨ªsticas de nuestras orquestas y su r¨¦gimen de ensayos, o no dudar¨ªa al calificar de heroico el programa de Jos¨¦ Ram¨®n Encinar en su primer contacto con la Orquesta Nacional y su p¨²blico habitual: un estreno- de Jes¨²s Villa Rojo, el Concierto para viola, de Bartok, y la primera sinfon¨ªa de Charles Ives. Arrojo que abona una actitud de m¨²sico contempor¨¢neo inquieto, nada conformista y deseoso de romper con moldes establecidos sin raz¨®n alguna.
Anticipar que Jos¨¦ Ram¨®n Encinar sali¨® m¨¢s que airoso de la prueba no es sino informar. Posee larga experiencia y profundo esp¨ªritu anal¨ªtico y ha obtenido grandes ¨¦xitos en su labor continuada de aqu¨ª -preferentemente con el grupo Koan- y en sus salidas al extranjero.
El Concierto para viola qued¨® sin. terminar a la muerte de Bartok, aunque muy proyectado en sus no siempre ordenados esbozos. Tibor Serly llev¨® a cabo la tarea de darle forma. con una fidelidad al pensamiento y el estilo de su maestro realmente admirable. Nunca se sabe, en estos casos, si el autor habr¨ªa ultimado la partitura de modo diferente, incluso muy diferente, mas lo cierto es que, gracias a Serly, qued¨® un concierto pleno de belleza, transparente en su orquestaci¨®n, intensamente l¨ªrico y, como el resto de la producci¨®n bartokiana, enraizado en lo popular h¨²ngaro. Dif¨ªcil de tocar y acompa?ar, el gran violinista milan¨¦s Bruno Giuranna toc¨® su parte admirablemente por estilo, belleza sonora, concepto y riqueza de matices; Encinar supo ajustarse al flexible hacer de Giuranna e identificarse con su idea interpretativa.
En todas y cada una de sus obras, Jes¨²s Villa Rojo demuestra una sabidur¨ªa que alcanza todos los par¨¢metros de la composici¨®n. Pero en Antilog¨ªa, escrita por encargo de la Orquesta Nacional de Espa?a (ONE), nos ha dado una p¨¢gina no s¨®lo interesante, sino enormemente atractiva. Sirvi¨¦ndose de las m¨¢s diversas t¨¦cnicas instrumentales y agotando su capacidad transformatoria de los motivos, Villa Rojo no permite que la atenci¨®n del oyente se desv¨ªe un minuto de una continuidad espl¨¦ndida que, a su vez, alberga muchos y varios acontecimientos sonoros. Cuanto en ciertos casos puede ser ?manera?, aqu¨ª se torna ?sustancialidad?, por m¨¢s que ¨¦sta parta de supuestos lejanos de toda soluci¨®n tradicional.
En fin, Charles Ives, tan poco frecuentado entre nosotros (creo recordar que en 1973 RTVE dio La pregunta sin respuesta), ocup¨® la segunda parte del programa con la ?primera sinfon¨ªa?. Obra de 1898, nos avisa sobre el instinto creador del m¨²sico que, posteriormente, evolucionar¨ªa en m¨²ltiples direcciones, para anticipar no pocas conquistas de la m¨²sica contempor¨¢nea desde el hablado-cantado de Pierrot Lunaire hasta el ataque del piano con una regla.
Todo ello sin renunciar, sino todo lo contrario, a su americanismo ?de car¨¢cter y, a veces, de dato -fuera popular, callejero, jazz¨ªstico, etc¨¦tera-, y a partir de una actitud ¨¦tico-est¨¦tica que Sch?nberg resumi¨® en pocas palabras: ?Hay un gran hombre en este pa¨ªs: un compositor. Resolvi¨® el problema de c¨®mo aprender y c¨®rn¨® preservar su manera de ser. No se siente obligado a aceptar el elogio ni el menosprecio. Su nombre es Charles Ives?.
La primera sinfon¨ªa hereda y modifica el repertorio decimon¨®nico europeo, desde Mendelssohn a Dvorak, aunque el color orquestal y no escasos detalles superen lo que Farberman denomina ?tributo a la tradici¨®n?.
Encinar plante¨® muy bien su versi¨®n, aun cuando resultaba imposible una limpia ejecuci¨®n por parte de la ONE en un programa preparado con los ensayos acostumbrados, pr¨¢cticamente nuevo y muy dif¨ªcil. Menos a¨²n pudo alcanzarse un sentido de ?flexibilizaci¨®n? que Ives elevarla a sistema en la sinfon¨ªa cuarta.
El joven director -y excelente compositor- Jos¨¦ Ram¨®n Encinar se apunt¨®, de todas maneras, un tanto importante y se gan¨® el aplauso de cuantos quieren y espera n renovaci¨®n en los usos musicales de nuestro ambiente.
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