La alergia es una enfermedad producida por "exceso de celo" del organismo frente a agentes externos
La alergia es una de las enfermedades m¨¢s comunes, aunque bien es verdad que en pocas ocasiones reviste gravedad. En estas fechas primaverales, numerosas personas sienten molestias, m¨¢s o menos agudas, a causa fundamentalmente de una hipersensibilidad a los numerosos p¨®lenes y dem¨¢s productos vegetales cuya eclosi¨®n alcanza su punto ¨¢lgido en esta ¨¦poca del a?o. Las personas al¨¦rgicas lo son, sin embargo, todo el a?o. Las alergias m¨¢s extendidas tienen lugar en primavera porque los agentes m¨¢s frecuentes tienen origen vegetal y alcanzan su m¨¢xima concentraci¨®n entre abril y junio.
Es por eso que todos los a?os por estas fechas vuelven a ponerse de actualidad las rinitis, los ojos llorosos los estornudos y, en casos m¨¢s la fiebre del heno y el asma.Cuando una persona sufre alguna de las manifestaciones molestas que caracterizan lo que habitualmente se denomina alergia, lo que en realidad le est¨¢ ocurriendo a su organismo es una reacci¨®n desmesurada de autodefensa frente a un agresor cuya peligrosidad es pr¨¢cticamente nula, mucho menor, desde luego que la que engendra la acci¨®n defensiva que se pone en marcha.
El organismo segrega anticuerpos para detener la agresi¨®n de un ant¨ªgeno por ejemplo, un virus, evitando as¨ª la posible enfermedad que ese mismo ant¨ªgeno, de no existir el sistema inmunol¨®gico, provocar¨ªa. Del mismo modo, cuando un al¨¦rgeno, por ejemplo, un grano de polen, penetra en el organismo, en ciertos casos se produce un anticuerpo, para combatirlo, en tal cantidad que la reacci¨®n provocada da lugar a una aut¨¦ntica enfermedad.
En todo organismo existe un anticuerpo llamado inmunoglobina E (IgE). cuya misi¨®n es unirse al al¨¦rgeno invasor para inactivarlo. Hasta aqu¨ª todo parece correcto. Lo malo es que el al¨¦rgeno (por ejemplo el polen) no produce da?os al organismo, en cambio, su inutilizaci¨®n a base de IgE libera unas sustancias, llamadas ?mediadores de la anafilaxia? (entre ellas, la histamina), que al llegar por la sangre a los diversos puntos del organismo originan las molestias tan conocidas por los al¨¦rgicos. Estos ?mediadores? son los que producen los s¨ªntomas del asma o de la fiebre del heno, as¨ª como la rinitis, la congesti¨®n de ojos o las erupciones cut¨¢neas.
En la actualidad, un 10% de la poblaci¨®n sufre alergia, en mayor o menor grado, siendo los al¨¦rgenos m¨¢s frecuentes los p¨®lenes de hierbas, especialmente gram¨ªneas, los productos de descarnaci¨®n de la piel de animales, el polvo de la casa (recientemente se ha sabido que no es el polvo propiamente dicho, sino unos microbios que en ¨¦l pululan, llamados ¨¢caros), y ciertos alimentos, entre los cuales los m¨¢s comunes son la leche, los huevos, ciertos pescados y numerosos frutos secos.
Tratamiento
Cuando una persona manifiesta s¨ªntomas caracter¨ªsticos de reacciones al¨¦rgicas, su visita al m¨¦dico puede llegar a convertirse en un aut¨¦ntico calvario. Conviene, pues, tener en cuenta toda una serie de normas, progresivamente m¨¢s importantes en funci¨®n de la gravedad de los s¨ªntomas.En primer lugar, lo fundamental, y no por m¨¢s evidente menos fundamental, es intentar evitar el al¨¦rgeno. Cuando ¨¦ste es un producto poco com¨²n o cuya supresi¨®n no implica molestias, el camino a seguir debe ser indudablemente evitarlo. Lo que ocurre es que la identificaci¨®n del al¨¦rgeno responsable es dif¨ªcil, y en muchos casos, pr¨¢cticamente imposible. Y, por otra parte, cuando el al¨¦rgeno es algo tan imposible de eludir como el polen en primavera, parece muy dif¨ªcil evitar su inhalaci¨®n, incluso involuntaria, sin contar con el hecho de que se condena al paciente a no salir al campo ni a ninguna zona verde durante tres meses, y, aun as¨ª es posible que el polen llegue a sus pulmones.
El segundo paso es el. tratamiento a base de ciertos productos, denominados antihistam¨ªnicos, que inhiben precisamente los efectos de la histamina; el mecanismo es, en realidad, el de impedir que el anticuerpo unido al al¨¦rgeno desencadene la emisi¨®n de los mediadores, entre ellos la histamina. En todo caso, estos productos antihistam¨ªnicos consiguen controlar los s¨ªntomas de la alergia de forma casi completa, aunque no en todos los casos. Por otra parte, los antihistam¨ªnicos son relativamente inofensivos, y lo ¨²nico que cabe argumentar en su contra es que provocan una, ligera somnolencia. Su ingesti¨®n es, pues, eficaz en numerosos casos de alergias molestas, pero no graves, y el m¨¦dico normalmente no va m¨¢s all¨¢.
En alergias m¨¢s graves, especialmente en crisis asm¨¢ticas o incluso en casos grav¨ªsimos de choque anafil¨¢ctico, que pueden llegar a producir la muerte si no son tratados, los corticosteroides son eficaces, pero en este caso se trata de productos mucho m¨¢s da?inos, con efectos secundarios que pueden llegar a ser muy graves (por ejemplo, ¨²lcera de est¨®mago). La utilizaci¨®n de tales productos debe ser medida muy cuidadosamente, lo cual no ocurre siempre si el m¨¦dico es excesivamente agresivo. Por supuesto, el paciente mejora espectacularmente, pero conviene valorar las posibles complicaciones. En cambio, en aplicaciones t¨®picas, en forma de pomadas, los corticosteroides son muy ¨²tiles y de efectos sumamente positivos en casos de erupciones cut¨¢neas.
La forma m¨¢s definitiva de eliminar los efectos de la alergia, o al menos disminuirlos muy sensiblemente es la desensibilizaci¨®n inmunol¨®gica del paciente mediante un tratamiento repetido, a dosis gradualmente m¨¢s altas, del al¨¦rgeno. El gran problema de este tipo de tratamiento es precisamente la dosificaci¨®n progresiva del al¨¦rgeno y, sobre todo la identificaci¨®n segura de cu¨¢l es realmente el al¨¦rgeno responsable, cosa en general muy dif¨ªcil, porque son muchos los errores, a veces sin saberlo, que se cometen al intentar dicha identificaci¨®n, especialmente si se trata de un al¨¦rgeno poco com¨²n.
En el caso de un choque anafil¨¢ctico, t¨ªpico, por ejemplo, de las personas al¨¦rgicas a la penicilina la convulsi¨®n que se produce en el organismo es tan brutal que puede llegar a causar la muerte si el paciente no es controlado a tiempo en un hospital. Normalmente, nadie debiera morir a causa de la alergia, ni siquiera en estos casos extremos, el tratamiento de urgencia aminora los efectos del choque, y pasado ¨¦ste, el paciente recupera sus constantes vitales, sin lesiones derivadas; se trata de superar un momento muy dif¨ªcil, pero de corta duraci¨®n. Y, por supuesto. de no volver a repetir la experiencia con el al¨¦rgeno responsable. Si es penicilina. utilizar otro antibi¨®tico, por ejemplo.
Predisposici¨®n
Finalmente merece especial menci¨®n la posibilidad de que la predisposici¨®n a la alergia sea hereditaria. De hecho, aunque no se ha comprobado de forma absoluta, s¨ª parece que exista una fuerte predisposici¨®n familiar al desarrollo de estos des¨®rdenes. En cualquier caso, la alergia se manifiesta pronto, generalmente en los ni?os, es muy raro que una persona viva treinta a?os sin ning¨²n s¨ªntoma al¨¦rgico y, de repente, su organismo reaccione ante alg¨²n al¨¦rgeno espec¨ªfico. El primer contacto con el al¨¦rgeno no desencadena ninguna reacci¨®n, ya que es entonces cuando se inicia en el organismo la formaci¨®n del anticuerpo espec¨ªfico para luchar contra el invasor por muy inofensivo que ¨¦ste sea por s¨ª mismo. Con el segundo contacto la reacci¨®n suele ya aparecer. A veces, esta reacci¨®n necesita sucesivas invasiones de al¨¦rgeno, hasta que el nivel de anticuerpos es tal que la liberaci¨®n de histamina provoca los s¨ªntomas al¨¦rgicos. De todos modos, es pr¨¢cticamente imposible que si en varios a?os nunca apareci¨® reacci¨®n al¨¦rgica ¨¦sta aparezca s¨²bitamente. A no ser, naturalmente, que por cambios vitales esenciales la exposici¨®n al al¨¦rgeno responsable sea nueva.En todo caso, las alergias, especialmente las primaverales, suelen ser enfermedades leves, producidas por una reacci¨®n excesiva del organismo ante un elemento extra?o inofensivo: el al¨¦rgeno. Parad¨®jicamente, la reacci¨®n defensiva causa m¨¢s da?o que la agresi¨®n que se pretende repeler.
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