Los objetivos de la Constituci¨®n
Creo que es conveniente en estos momentos, en que se ha intentado por la fuerza romper la convivencia y reestablecer un sistema autoritario con derogaci¨®n de la Constituci¨®n, resaltar los objetivos que pretendimos los constituyentes de 1978. Creo, como tratar¨¦ de razonar, que son unos grandes objetivos patri¨®ticos, llenos de buena voluntad y adem¨¢s los ¨²nicos posibles para asegurar, a medio y largo plazo, la convivencia y el desarrollo pac¨ªfico de Espa?a, aunque puedan producir algunas dificultades a corto plazo, sobre todo para la adaptaci¨®n de algunas mentalidades, que no han sido nunca afectadas por el pensamiento y que viven de cuatro simples lugares comunes. Al recordar estos objetivos hay que insistir en que siguen vivos y en que, adem¨¢s, tienen que ser un horizonte que encante, que impulse la esperanza y ese proyecto sugestivo de vivir en com¨²n que se llama Espa?a, al que nadie tiene derecho de apropiaci¨®n exclusiva y menos para enmascarar torpes y materiales intereses inmediatos.En el proyecto constitucional, luego convertido en Carta Magna de nuestra convivencia, se pueden encontrar tres objetivos comunes de todos los grupos del arco constitucional y otro m¨¢s propio de la izquierda y especialmente de los socialistas.
Consagraci¨®n de la tolerancia
La primera de las intenciones, sobre la que hubo coincidencia plena y creo que resultados positivos en el texto constitucional, fue la pacificaci¨®n, el arraigo de instituciones y t¨¦cnicas de tolerancia, de respeto mutuo y de pluralismo para establecer unas reglas del juego aceptadas por todos. Es eso que, desnaturaliz¨¢ndolo y vaci¨¢ndolo de su rico sentido positivo, se ha llamado el consenso: el acuerdo b¨¢sico sobre la convivencia sin exclusiones. Hay que reconocer que, despu¨¦s de la intentona del 23 de febrero, la reacci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales ha puesto de relieve que se acert¨® en la Constituci¨®n con esa voluntad que ha hecho posible que todos se alineen en su defensa, en apoyo firme y sin dudas. Por primera vez, el es fuerzo por no excluir y por no afirmar dogm¨¢ticamente unas tesis con exclusi¨®n de otras en la Constituci¨®n ha permitido que una parte importante de los espa?oles no la consideren ajena y agresora de sus ideales e intereses, como ocurri¨® en nuestra historia con todas las dem¨¢s constituciones. No me parece que se pueda dudar, tras la prueba de la ocupaci¨®n del Congreso de los Diputados y por las respuestas a la misma, que este primer objetivo haya sido un ¨¦xito a defender a toda costa y a profundizar lo m¨¢s posible.
La Corona
Un segundo objetivo m¨¢s concreto, pero no menos importante por sus secuelas en la historia de Espa?a, fue el de resolver la forma pol¨ªtica del Estado, pacificando la apasionada pol¨¦mica que en los dos ¨²ltimos siglos, y con graves repercusiones en la convivencia pac¨ªfica, hab¨ªa convulsionado la estabilidad de nuestras instituciones. El problema Monarqu¨ªa Rep¨²blica ten¨ªa que dejar de serlo, pero se part¨ªa de elementos que hac¨ªan muy dif¨ªcil la soluci¨®n. Por una parte, la tradici¨®n republicana de la izquierda, y especialmente del PSOE, y, por otra, la forma de recuperaci¨®n de la forma mon¨¢rquica del Estado en la persona del rey Juan Carlos, a trav¨¦s de la instauraci¨®n en la f¨®rmula utilizada durante el r¨¦gimen anterior.
Sin embargo, una decidida voluntad de resolver definitivamente el problema por las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias y la enorme discreci¨®n y prudencia del Rey hicieron posible lo que parec¨ªa muy dif¨ªcil: la aceptaci¨®n por todos de la monarqu¨ªa parlamentaria en la persona del rey Juan Carlos I de Borb¨®n. La lealtad de los partidos de izquierdas, y especialmente del PSOE, a la suprema magistratura y la lealtad de la Corona a la Constituci¨®n y a las instituciones democr¨¢ticas son la clave de la soluci¨®n.
Creo que la experiencia de la democracia espa?ola y la progresiva confianza mutua entre el Rey y los partidos pol¨ªticos del arco constitucional confirman tambi¨¦n el ¨¦xito del objetivo. El mantenimiento de la monarqu¨ªa parlamentaria y la confianza de los partidos y de los ciudadanos en ella son uno de los fundamentos de la esperanza en el futuro y uno de los signos del ¨¦xito de la Constituci¨®n.
Autonom¨ªas
El tercer objetivo central de la Constituci¨®n era la soluci¨®n del problema de la organizaci¨®n territorial del Estado, con soluci¨®n a los problemas de identidad vasca, catalana y gallega, adem¨¢s de afrontar los desequilibrios territoriales entre todas las partes del territorio espa?ol.
Se trataba de hacer real la idea de Espa?a, que cuarenta a?os de r¨¦gimen autoritario centralista y muchos m¨¢s de centralismo, con olvido de las culturas propias de muchos pueblos, hab¨ªa vaciado para muchos y hab¨ªa privado del apoyo de muchos ciudadanos.
La construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas pretende hacer al Estado m¨¢s fuerte, porque le proporciona m¨¢s apoyos de aquellos sectores autonomistas o nacionalistas que antes se ve¨ªan marginados del proyecto estatal. Y lo pretende hacer m¨¢s eficaz a trav¨¦s de una distribuci¨®n racional del poder, entre los ¨®rganos centrales del Estado, los de las comunidades aut¨®nomas y los de las corporaciones locales.
Creo que este objetivo es el m¨¢s dif¨ªcil, pero tambi¨¦n hoy imprescindible para la pacificaci¨®n. Se ha tropezado con los inconvenientes, uno m¨¢s te¨®rico y otro m¨¢s funcional, pero ambos tratados con apasionamiento y a veces con irracionalidad por unos y por otros. A nivel te¨®rico hay dos exclusivismos que no obedecen a la realidad, y que ambos se han enfrentado con el proyecto del Estado de las autonom¨ªas que dibuja la Constituci¨®n. Por una parte, el exclusivismo nacionalista espa?ol que rechaza el modelo, por considerarlo negador de la idea de que Espa?a es la ¨²nica naci¨®n posible, sin entender que existen en Espa?a realidades nacionales, que hemos llamado nacionalidades en la Constituci¨®n, que son comunidades que se pueden integrar en la comunidad superior de Espa?a, para hacerla realmente una comunidad integradora, comprensiva de otras comunidades inferiores y que el Estado de las autonom¨ªas es el cauce jur¨ªdico de esa integraci¨®n que potencia y no debilita a Espa?a. Por otra parte, el exclusivismo nacionalista de sectores de esas nacionalidades que pretenden sostener su derecho a constituirse en Estados separados del Estado espa?ol, pretensi¨®n pol¨ªticamente inaceptable y cient¨ªficamente rechazable la de ese segundo nacionalismo excluyente que se opone tambi¨¦n al proyecto del Estado de las autonom¨ªas dibujado en la Constituci¨®n.
El segundo inconveniente, que he llamado m¨¢s funcional, porque carece de la importancia te¨®rica del primero, se ha planteado durante el proceso de construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas, a trav¨¦s de emulaciones entre comunidades, planteamientos mezquinos e insolidarios e intentos de enfrentar a comunidades aut¨®nomas entre s¨ª.
Necesidad del consenso
Tambi¨¦n se han podido producir abusos, intentos de llegar m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites constitucionales y temores de otros sectores que no han asumido todav¨ªa el proceso y que denuncian esos abusos e incluso situaciones que son correctas y que no suponen abusos present¨¢ndolas como tales. Hay que evitar tambi¨¦n provocaciones de algunos que, present¨¢ndose muy autonomistas, hacen planteamientos conscientes o inconscientes que desprestigian el Estado de las autonom¨ªas. Todos esos fen¨®menos tienen que ser atajados y realizar un proyecto global del Estado de las autonom¨ªas entre todas las fuerzas pol¨ªticas espa?olas a nivel estatal o de las comunidades aut¨®nomas para establecer un modelo resultante, con el ritmo de tiempos para realizarlo y que excluya desviaciones. Esta exigencia reclama un acuerdo, es decir, el consenso que hizo posible la Constituci¨®n. En todo caso, y en esas condiciones, este tercer objetivo global tiene que ser impulsado hasta concluirse, porque, junto con los dos anteriores, es imprescindible para nuestra convivencia.
Finalmente, los socialistas tuvimos un ¨²ltimo objetivo propio en la Constituci¨®n: hacerla para posibilitar un gobierno de la izquierda. As¨ª como en los tres anteriores objetivos, nosotros concurrimos con las restantes fuerzas pol¨ªticas, en esto pretendiamos crear las condiciones que hiciesen posible la alternativa democr¨¢tica y de progreso que el PSOE representa en Espa?a. Creo que la Constituci¨®n, a trav¨¦s de los valores superiores que proclama en el art¨ªculo 1.1, de la misi¨®n de promoci¨®n y remoci¨®n de obst¨¢culos a esos valores que proclama el art¨ªculo 9.2 de los derechos fundamentales y libertades p¨²blicas, especialmente en los principios rectores que hay que desarrollar, a trav¨¦s de la iniciativa econ¨®mica p¨²blica, a trav¨¦s de la planificaci¨®n, permite esa alternativa de un gobierno socialista que profundice y avance en los objetivos democr¨¢ticos y de modernizaci¨®n de la sociedad espa?ola. Sin ese objetivo, los dem¨¢s hubiesen sido al menos incompletos para una larga convivencia pacifica. Por primera vez Espa?a tiene bases de continuidad democr¨¢tica, por primera vez se puede contemplar un horizonte de esperanza que hay que explicar a todos, especialmente despu¨¦s de que esta esperanza se intentase romper el 23 de febrero. Hay que explicar que la soluci¨®n de nuestros problemas con un golpe es una ilusi¨®n imposible, puesto que, aunque triunfase, no sabr¨ªa qu¨¦ hacer con el poder, mientras que la Constituci¨®n es la mejor regla, con esos objetivos en cumplimiento, para afrontar la realidad de nuestro pa¨ªs y las esperanzas de nuestros ciudadanos.
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