La Seguridad Social: un problema con futuro
Poco tiempo atr¨¢s, uno o dos lustros, nadie parec¨ªa dudar del brillante futuro de las instituciones de Seguridad' Social. Se pensaba en ellas como en un necesario almohadillado que facilitaba, evitando fricciones, la evoluci¨®n del sistema capitalista. Sus ¨¢reas de protecci¨®n, el n¨²mero de ciudadanos acogidos e incluso su influencia pol¨ªtica y econ¨®mica parec¨ªan llamados a incrementarse sin l¨ªmite. Pero en diez a?os las cosas han cambiado, la crisis de los a?os setenta no parece aumentar su papel -como sucedi¨® en las dos anteriores, 1873 y 1929-, sino que, muy al contrario, surgen graves cr¨ªticas, incluso tendentes a eliminar los sistemas de protecci¨®n social, volviendo a un individualismo y a un neoliberalismo muy cercano al de los creadores de la econom¨ªa cl¨¢sica.Las cr¨ªticas m¨¢s tradicionales a la Seguridad Social hac¨ªan referencia a su dif¨ªcil gesti¨®n y a su mala actuaci¨®n. Son ya antiguas las recriminaciones a lo incompleto e injusto de muchas de sus prestaciones o a la dificultad que su administraci¨®n o reforma presentaban. Sin embargo, ¨²ltimamente, las diatribas var¨ªan de signo. Por una parte, se hace hincapi¨¦ en su d¨¦ficit y en sus costos cada vez mayores, pues sus gastos crecen y sus ingresos disminuyen. Con una poblaci¨®n como la europea, con alto porcentaje de jubilados y parados, las prestaciones aumentan y las percepciones bajan. El fin de los ?milagros? del viejo continente determina que el trabajo sea cada vez m¨¢s escaso y que los emigrantes vuelvan a sus casas, aumentando los gastos, el paro y la falta de cotizaciones. Por otra parte, varias soluciones se han barajado, tales como el aumento de las imposiciones o el intentar que el Estado o los patronos contribuyan. No parece haber soluci¨®n: los costes aumentan, la financiaci¨®n es cara, la inflaci¨®n se come las reservas, los ingresos decrecen y los perceptores son cada d¨ªa m¨¢s ... ; tales son las realidades fr¨ªamente consideradas. Ahora bien, aun admitiendo todo ello, es necesario plantear alguna precisi¨®n. No hay que olvidar que la Seguridad Social no es causa, sino consecuencia, es decir, que el aumento de los gastos m¨¦dicos proviene de las grandes especulaciones hechas en este terreno, y el aumento del paro se genera en los problemas actuales del capitalismo, y no en la falta de est¨ªmulo que la Seguridad Social se dice que engendra.
Sin embargo, muchos economistas y pol¨ªticos piensan lo contrario en el momento actual, propagando las nuevas cr¨ªticas que la, protecci¨®n social hoy recibe. Ya en la crisis de 1929 se pens¨® que los sistemas de Seguridad Social eran los causantes de la depresi¨®n econ¨®mica; luego, las oficinas de lucha contra el paro norteamericanas o el National Health Service ingl¨¦s se mostraron eficaces en mantener la demanda y, al menos, en evitar los brutales coletazos de la evoluci¨®n econ¨®mica. Pero hoy se vuelve sobre el tema, se afirma que la Seguridad Social crea paro, desalienta al trabajador, desestimula al inversor, incluso genera inflaci¨®n. Ces id¨¦es venues de l'Ouest..., tal como un titular de Le Monde las denominaba recientemente, tienen muy buena acogida a ambos lados del Atl¨¢ntico, pol¨ªticos de ambos mundos las respaldan.
Argumentos cl¨¢sicos
Las argumentaciones son las mismas que en la econom¨ªa cl¨¢sica -Malthus y Smith como patriarcas- en su com¨²n intento de conseguir nuevos mercados y mano de obra barata: ¨¦ticamente es una ofensa a la libertad individual y econ¨®micamente una traba al mercado de trabajo. Aunque sus argumentaciones son ingeniosas y con cierta l¨®gica interna, todas ellas encubren recientes preocupaciones ante las dificultades puestas al mercado de trabajo o al avance del capital. Est¨¢n bien planteadas muchas de sus cr¨ªticas al funcionamiento, fraudes, gastos in¨²tiles, malas prestaciones y deficiente gesti¨®n... Pero su inter¨¦s no va por ah¨ª, por solucionar esos reales problemas, sino por evitar el aumento de coste que la Seguridad Social supone para las empresas y la merma de salarios que, seg¨²n ellos, conlleva una menor inversi¨®n y un mayor paro. No puedo contestar aqu¨ª detalladamente a estas cr¨ªticas; ni tengo espacio, ni me creo capaz de hacerlo. Me remitir¨¦ al volumen publicado en 1978 por la Asociaci¨®n Internacional de Seguridad Social titulado Les probl¨¦mes de la S¨¦curit¨¦ Sociale en p¨¦riode de r¨¦cession ¨¦conomique et d'inflation. All¨ª se muestra ampliamente c¨®mo la Seguridad Social no es el monstruo de mil cabezas causante de tantos males y se recuerda que, si es evidente que la protecci¨®n ante el riesgo es pieza clave en materia econ¨®mica, tambi¨¦n lo es que surgi¨® como paliativo de los da?os causados por el sistema capitalista y, como tal, puede y debe seguir jugando este papel. Es m¨¢s: la crisis actual aconseja que se refuerce para hacer frente a las calamidades que se nos vienen encima.
Pero, muy al contrario, la clase pol¨ªtica parece tomarse en serio la limitaci¨®n de la Seguridad Social, afirmando que as¨ª mejorar¨¢ la inversi¨®n y el empleo. El new deal de Reagan parece no dejar dudas, buscando una importante disminuci¨®n del gasto p¨²blico en ¨¢reas de bienestar social y favoreciendo su privatizaci¨®n.
El avance del neocapitalismo
Es claro que puede tener ¨¦xito esta campa?a electoral en todo el mundo, pues rebaja impuestos y tal vez produzca un relanzamiento capitalista. Pero este ser¨¢ un avance en las m¨¢s crueles condiciones del neocapitalismo, dejando desprotegidos a sectores muy amplios y muy necesitados de la poblaci¨®n. Los intentos del senador Kennedy por reforzar la Seguridad Social parecen hoy ya un sue?o. Las ideas del circulo neoliberal imperan en Norteam¨¦rica...; pero ?tambi¨¦n en Europa?
El eco en la campa?a de Chirac de estas nuevas ideas venidas del Oeste, como Alain Vernholes las califica, y la similitud de planteamientos de Margaret Thatcher no dejan lugar a dudas, el germen est¨¢ fructificando en Europa. Y no se trata de partidismos electorales; en 1979 una comisi¨®n de la Asamblea Francesa para el control de la Seguridad Social se expresaba en semejantes t¨¦rminos. Ve¨ªa con miedo el incremento de la Seguridad Social, recogiendo todas las razones y cr¨ªticas aducidas: excesivos costes, dif¨ªcil gesti¨®n, mala distribuci¨®n, peligro de conllevar un socialismo de Estado, amenaza para la libertad del individuo, en especial a la hora de invertir... Es decir, problemas pol¨ªticos, econ¨®micos, administrativos... Todo ello parece una seria amenaza al sistema franc¨¦s de protecci¨®n social.
Ante todas estas novedades podemos plantearnos si estas medidas son tan necesarias para el sistema. Tal vez le permitan salir de su postraci¨®n, pero tal vez7s¨®lo sirvan para aumentar la inflaci¨®n y disminuir m¨¢s la demanda, sin solucionar ni inversi¨®n ni paro. Y si son de verdad eficaces, es seguro que lo ser¨¢n para unos pocos, con gran sufrimiento de muchos.
Jos¨¦ Luis Peset es investigador cient¨ªfico del Instituto de Historia de la Medicina Arnau de Vilanova. Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas.
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