Existencialismo primitivo
Danza macabra es un drama preexistencialista. No es extra?o: Kierkegaard influ¨ªa con fuerza sobre la ¨¦poca y, adem¨¢s, Kierkegaard no sal¨ªa de la nada, sino de un determinado espacio social e intelectual donde estaban en conflicto vivo unas contradicciones: entre puritanismo y ate¨ªsmo, entre gregarismo e individualismo, entre rigidez social y libertad. Strindberg sale de ese espacio escandinavo y recibe toda su angustia: hasta el punto de llegar a una tensi¨®n mental que se defini¨® como locura en su tiempo: en realidad era un perseguido y la man¨ªa persecutoria ten¨ªa unas bases considerables de realidad.En Danza macabra, los dos personajes est¨¢n encarcelados en el espacio: una torre -que fue prisi¨®n- amurallada dentro de una isla cuya sociedad les reh¨²ye -hasta las criadas se marchan-. Est¨¢n simult¨¢neamente encerrados en el tiempo: en los a?os que pasan sin traer soluci¨®n y sin m¨¢s salida que la muerte. Los dos personajes forman un matrimonio: Strindberg dedic¨® pr¨¢cticamente su vida y su obra a maldecir del matrimonio, y ¨¦ste es un matrimonio maldito que suelta continuamente su enjambre de odios mutuos.
Danza macabra, de Strindberg
Adaptaci¨®n de Ana Ant¨®n-Pacheco y Miguel Narros. Int¨¦rpretes: Julia Mart¨ªnez, Luis Prendes, Victor Valverde, Julia Garrido y Mar D¨ªez. Figurines de Miguel Narros. Escenograf¨ªa de Andrea d'Odorico. Direcci¨®n de Miguel Narros. Estreno: 24-4-1981. Teatro Maravillas.
Hay un tercer personaje que cumple una funci¨®n de t¨¦cnica dram¨¢tica: un papel de coro, que refleja su estupor ante la situaci¨®n -aunque ¨¦l traiga tambi¨¦n su fracaso encima-, que ?entrevista? -dir¨ªamos con t¨¦rmino period¨ªstico- a cada uno de los personajes para que ¨¦stos se expliquen bien y a fondo. Termina contagiado, enfermo ¨¦l tambi¨¦n de ese odio: como la pareja joven que hace ese mismo papel t¨¦cnico en ?Qui¨¦n teme a Virginia Wooy?, de Albee. Pero lo que, sobre todo, se ve en este infiemo que es el otro, en este martir¨ªo mutuo, en estos ladrillos que cercan a los progagonistas, es un adelanto de lo que muchos a?os despu¨¦s ser¨¢ Huis Clos, de Sartre.
El desarrollo de esta angustia se produce sin descanso. Crueldad, presencia de la muerte, soledad, incomunicaci¨®n, saltan desde la primera escena y no terminan siquiera con el final: la situaci¨®n se prolonga m¨¢s all¨¢ de la obra. El tel¨®n no resuelve nada.
La direcci¨®n de Miguel Narros va por ese camino, como su adaptaci¨®n del texto -con Ana Ant¨®n-Pacheco-. Hay una cierta intenci¨®n correctora de la dureza contra la mujer, que fue la constante -biogr¨¢fica y literaria- de Strindberg; es efectivamente m¨¢s aut¨¦ntico y m¨¢s contempor¨¢neo saber que un personaje nunca es enteramente malo y que tiene unas razones para su comportamiento; pero no era esa la intenci¨®n del autor. La sensaci¨®n de pesadez del clima esc¨¦nico se exagera algo con la lentitud de ritmo, sobre todo en las primeras escenas. Pero la verdad es que el clima de opresi¨®n y cierre est¨¢ perfectamente conseguido.
Narros ha profundizado seriamente con su direcci¨®n en el conflicto humano, le ha sacado todo el relieve que requer¨ªa el texto. Ha luchado -se ve que a veces denodadamente- contra el malestar que puede sentir el espectador por la prolongaci¨®n de una situaci¨®n ¨²nica, sin apenas derivaciones; ha introducido algunos leves toques de irrealidad -sin pasarse, y con acierto- para descargar el naturalismo constante, para darle alg¨²n vuelo mayor: no llegan a desvirtuar la obra.
La escenograf¨ªa -de Andrea d'Odorico- es otro acierto, y tambi¨¦n va m¨¢s all¨¢ de un naturalismo inminente; rodeando la pesadez s¨®lida del mobiliario central est¨¢ la muralla (quiz¨¢ le sobrepase la puerta central, que adem¨¢s parece como de otra arquitectura); est¨¢ el mar, la arena que lo cerca todo y algunas nubes que alivian.
La interpretaci¨®n, sin ser sorprendente, es adecuada. Julia Mart¨ªnez tiene momentos espl¨¦ndidos y est¨¢ en situaci¨®n todo el tiempo; Luis Prendes ofrece una continuidad de gesto y de palabra y controla muy bien algunos efectos de situaci¨®n -el desmayo o la agresividad- que podr¨ªan haber estropeado el clima si fuesen exagerados. El papel de V¨ªctor Valverde es m¨¢s ingrato, con menos profundidad psicol¨®gica, y lo realiza con solvencia.
El p¨²blico del estreno aplaudi¨® sin exageraci¨®n en el entusiasmo.
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