Realidad y perspectivas del impuesto sobre la renta
Uno de los elementos centrales de la reforma de nuestros impuestos es, sin duda, el que recae sobre la renta de las personas f¨ªsicas, como ha se?alado el Ministerio de Hacienda en su Memoria de la reforma tributaria 1980, recopilando resultados de 1979, primer a?o del nuevo IRPF. Cuando se habla del impuesto sobre la renta, normalmente el contribuyente, sea ¨¦ste de m¨¢s o menos renta, mira inevitablemente a su alrededor, es un efecto psicol¨®gico que todo ciudadano practica, convirti¨¦ndose por unos minutos en inspectores de Hacienda, con sus correspondientes exclamaciones, en la declaraci¨®n, y el fraude en las rentas ocultadas sigue siendo, a pesar de la reforma fiscal, una habitual norma entre los democr¨¢ticos ciudadanos de este pa¨ªs. Para completar este oscuro comportamiento, los contribuyentes han rehuido presentar denuncias sobre los fraudes que cada cual pudiera conocer, y es que somos muy dados a criticar y poco asiduos a presentarnos en una ventanilla y ense?ar el DNI. As¨ª puestas las cosas, y en vista de que las denuncias brillan por su ausencia y, para colmo, se secuestra a hombres de negocios (que lo mismo hubieran sido secuestrados), por desgracia, se ha eliminado la publicaci¨®n de las listas de contribuyentes. El respeto a la intimidad se debe garantizar por otros medios, como se?ala la Constituci¨®n; pues con la ocultaci¨®n de las listas, por un lado, y la pr¨¢ctica de no denunciar el fraude no se solucionar¨¢ el dificil problema de la implantaci¨®n de la reforma fiscal, en la fase de educaci¨®n y moralidad p¨²blica.Compensar la eliminaci¨®n de las listas
Ya que si la eliminaci¨®n de publicar las listas de contribuyentes fuese equilibrada, con la obligaci¨®n de exigir a los bancos y entidades de cr¨¦dito la entrega de la relaci¨®n nominal de las retenciones practicadas a los intereses pagados a cuentas corrientes, de ahorro, plazos fijos, certificados de dep¨®sitos, etc¨¦tera, obligaci¨®n que est¨¢ en vigor, y que el sector financiero, en general, ha incumplido y, que se sepa, el Ministerio de Hacienda todav¨ªa no ha tomado las oportunas medidas, solucionar¨ªa en gran parte el problema de la ocultaci¨®n de rentas, cajas negras, etc¨¦tera.
?Qu¨¦ pasar¨ªa en estos momentos si las empresas tomasen el acuerdo de no declarar ingresos y pagos superiores a 500.000 pesetas? Sin embargo, est¨¢n colaborando muy activamente a este control de com pras y ventas imputadas, trabajan do muy eficazmente en este sentido el centro de proceso de datos del Ministerio de Hacienda, y asimis mo, ?qu¨¦ pasar¨ªa si todas las em presas ingresaran la retenci¨®n de sus respectivas n¨®minas, pero no cumplimentaran el modelo 190 (relaci¨®n nominal)? Piensen las ca bezas rectoras del Ministerio de Hacienda y examinen y analicen con detalle su propia memoria, en especial la renta declarada en 1979 por las distintas fuentes (v¨¦ase cuadro).
Los agravios comparativos est¨¢n a la vista; ning¨²n sector es ?rentable?, salvo el trabajo por cuenta ajena, que es el que se controla con facilidad. Las dem¨¢s rentas distan bastante de la realidad.
Con una pol¨ªtica adecuada quiz¨¢ ser¨ªa posible enmendar la err¨®nea l¨ªnea de partida del primer a?o del impuesto sobre la renta. Cuando, adem¨¢s, la aplicaci¨®n del delito fiscal queda a a?os vista por el pesado y complejo tr¨¢mite que lleva consigo y la poca predisposici¨®n en los juzgados a aplicarlo. Es, como dijo un penalista, ?matar moscas a ca?onazos?.
Pero las dificultades no paran ah¨ª, porque en la citada memoria se dice textualmente: ?No se ha preparado previamente la administraci¨®n tributar¨ªa para responder sin tensiones de adaptaci¨®n a la exacci¨®n de los nuevos impuestos?, para justificar que nunca, en nuestra historia administrativa, se dotan primero los medios necesarios, personales y materiales, al un¨ªsono de las leyes. Cuando se puede leer en los diarios de sesiones de las Cortes que ha sido precisamente la oposici¨®n la que ha tenido que utilizar el camino de la enmienda en el presupuesto para dotar con m¨¢s medios, en especial de inform¨¢tica, al Ministerio de Hacienda. Siguiendo con la propia mec¨¢nica del impuesto, la Administraci¨®n se ha tenido que enfrentar con el desagradable problema de las devoluciones. La cautela con la que se ha practicado y las molestias que ha ocasionado a otros y las investigaciones a que ha dado lugar en ciertos casos est¨¢ quitando las g¨¢nas a los contribuyentes de solicitar la devoluci¨®n, lo cual puede hacer que muchos contribuyentes honestos, que solicitaron de buena fe la devoluci¨®n, porque pensaron que ten¨ªan derecho a ella, dejen de creer en la bondad de las leyes, porque les ha costado padecer el tr¨¢mite burocr¨¢tico de una comprobaci¨®n, problema que se podr¨ªa solucionar adjuntando una carpeta de documentos con los comprobantes correspondientes, en especial cuando se producen devoluciones como consecuencia de aplicaci¨®n de deducciones por gastos o por inversiones, una relaci¨®n epistolar evitar¨ªa intermediarios y p¨¦rdidas de muchas horas de trabajo.
Cuatro millones no declararon
A esto hay que aumentar los millones de contribuyentes que no han declarado y que la Administraci¨®n no los ha detectado, ya que si tomamos como base de obliga ci¨®n los ingresos de la unidad familiar, casi todos tienen que pre sentar su declaraci¨®n de renta. La extensi¨®n de la declaraci¨®n no ser¨¢ nunca por su efecto de recaudaci¨®n; ser¨¢, en todo caso, su consecuencia, si hay renta (que parece ser que la hubo, pues, seg¨²n los expertos en distribuci¨®n de la renta nacional, no fueron un mill¨®n los que no declararon, sino cuatro millones de contribuyentes, ya que el n¨²mero de personas ocupadas en 1979 con ingresos brutos superiores a 300.000 pesetas al canz¨® la cifra de 11,7 millones y las declaraciones presentadas fueron seis millones). La extensi¨®n debe ser un medio para controlar las fuentes de renta,para ser imputadas a sus respectivos pagadores, porque el objetivo principal en toda esta primera fase de implantaci¨®n de la reforma fiscal es la credibilidad en su aplicaci¨®n. Cuando en la toma de posesi¨®n de los ¨²ltimos inspectores el titular de Hacienda afirmaba que ning¨²n sector de contribuyentes quedar¨ªa sin inspeccionar y nos encontramos con semejante situaci¨®n, esperamos que agilice los trabajos oportunos, porque bolsas de fraude, seg¨²n la memoria presentada, existen muchas. Mientras se conozca su existencia, la lucha debe ir en esa direcci¨®n; nunca en la del contribuyente que con una cierta buena fe est¨¢ creyendo en la nueva imposici¨®n sobre la renta. Las autoridades fiscales deben reflexionar muy seriamente que si esta reforma fiscal fracasa tardar¨¢n muchos a?os en deshacer los problemas que llevar¨¢ consigo.
Y decimos lo anterior con el sentido de justicia que plantea el art¨ªculo 31 de la Constituci¨®n, donde el sostenimiento del gasto p¨²blico se har¨¢ de acuerdo con la capacidad econ¨®mica, mediante un sistema inspirado en los principios de igualdad y progresividad, no teniendo alcance confiscatorio. El cuadro de distribuci¨®n de bases imponibles por fuentes de renta deja en evidencia que no se cumple el principio constitucional y que el reparto de carga es muy desigual.
Aqu¨ª, y ahora, se debe evitar el absurdo ejemplo que denunciaba recientemente Giorgio Benvenuto respecto al sacrificio que exige la pol¨ªtica fiscal italiana, donde paga m¨¢s contribuci¨®n un simple empleado que un director, una enfermera que un m¨¦dico, un periodista que un industrial. Para terminar con el revuelo que ha levantado el famoso libro rojo, publicado por el ministro de Finanzas, Franco Reviglio, denunciando que los mayores defraudadores se encuentran en Italia en los industriales del petr¨®leo, comerciantes, profesionales y artistas, industria de la alimentaci¨®n, artesan¨ªa e intermediarios.
Si tomamos nota que cada a?o resulta m¨¢s dif¨ªcil conseguir aumentar la presi¨®n fiscal, utilizando como instrumento la gesti¨®n de los impuestos (en 1980 el incremento fue del 0,8%, y para 1981 se espera que dif¨ªcilmente supere el 0,5%), no hay m¨¢s soluci¨®n que descubrir las bolsas de fraude que son los que no han declarado nada o han ocultado el total de los rendimientos de cualquier fuente de renta. Porque el contribuyente que ya ha declarado ha tragado tanta agua para hacer voluntariamente su declaraci¨®n que su ¨¢nimo no est¨¢ para recibir m¨¢s ?chubascos?, mientras no se ponga en evidencia a los que han defraudado voluntariamente, porque la idea general del contribuyente medio consiste en concebir la reforma fiscal como un medio para hacernos m¨¢s libres, nunca para ser m¨¢s explotados.
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