M¨¦xico tiene sus dos costas oceanogr¨¢ficas repletas de bolsas de petr¨®leo y gas natural
Los sedimentos encontrados en el golfo de M¨¦xico permiten asegurar a la prestigiosa entidad norteamericana que bajo las aguas existe un manto de hidrocarburos que, en el peor de los casos, tendr¨ªa m¨¢s de 2.000 millones de barriles de petr¨®leo y 150.000 millones de metros c¨²bicos de gas, para elevar la previsi¨®n m¨¢s optimista hasta 22.000 millones de barriles de crudo y m¨¢s de un bill¨®n de metros c¨²bicos de gas.En cualquier caso se trata de cifras fant¨¢sticas -las reservas probadas de M¨¦xico ascienden en su totalidad a unos 60.000 millones de barriles- que han excitado el apetito de las grandes compa?¨ªas petroleras norteamericanas. La ampliaci¨®n por parte de M¨¦xico de la zona econ¨®mica exclusiva a doscientas millas pone esta inmensa riqueza potencial en manos mexicanas, en tanto que su limitaci¨®n a las tradicionales doce millas permitir¨ªa a las sociedades estadounidenses explotar libremente el subsuelo del golfo.
En M¨¦xico se piensa que a las multinacionales del petr¨®leo poco les importa el tema de la soberan¨ªa sobre este yacimiento, pero su inclusi¨®n dentro de los l¨ªmites mexicanos las excluir¨ªa de todo proyecto de explotaci¨®n, ya que en este pa¨ªs el petr¨®leo es un sector nacionalizado y s¨®lo opera la compa?¨ªa estatal Pemex.
Gui¨¢ndonos siempre por los datos del Geological Survey, el yacimiento estar¨ªa ubicado sobre una extensi¨®n de 150.000 kil¨®metros cuadrados. La profundidad del agua var¨ªa desde los 54 metros, en los bancos de arena existentes junto a la desembocadura del r¨ªo Grande, hasta los 3.700, en las planicies abisales. Petr¨®leo y gas estar¨ªan en una proporci¨®n de veinte a ochenta.
El hecho de que dos terceras partes de estas reservas se encuentren bajo capas de agua de 3.000 metros, por tanto inexplotables en la actualidad, ha hecho que M¨¦xico reaccione con prudencia ante el retraso norteamericano en la aprobaci¨®n del tratado de l¨ªmites marinos. El ministro del Petr¨®leo mexicano, Jos¨¦ Andr¨¦s de Oteyza, ha manifestado al respecto que ?por ahora no necesitamos esos recursos, son una reserva para el futuro?.
Informaci¨®n de procedencia norteamericana
Por su parte, el subsecretario de Minas y Energ¨ªa, Fernando Hiriart, ha restado importancia a los informes estadounidenses. ?A ciencia cierta nadie sabe cu¨¢nto hay?, ha dicho. ?Aunque los estudios realizados indican que, efectivamente existe petr¨®leo?. Pero a t¨ªtulo preventivo Pemex, que hasta ahora hab¨ªa explorado principalmente la zona marina de Campeche, con excelentes resultados -de aqu¨ª extrae m¨¢s de la tercera partede su petr¨®leo-, va a empezar una exploraci¨®n intensiva en la plataforma continental situada al sur de r¨ªo Grande, en zona lim¨ªtrofe con Estados Unidos.Resulta curioso constatar que la mayor¨ªa de los datos que tiene M¨¦xico sobre sus propios mares proceden de estudios realizados por entidades norteamericanas, incluidas las cartas n¨¢uticas, que no son sino una reproducci¨®n de las que edita la marina estadounidense. El nivel de eficacia alcanzado por Pemex en la explotaci¨®n de la plataforma continental no va acompa?ado de investigaciones b¨¢sicas sobre la geolog¨ªa marina. M¨¦xico no tiene un solo barco oceanogr¨¢fico y durante los ¨²ltimos diez a?os han operado dentro de sus aguas 185 buques cient¨ªficos, de los cuales 171 llevaban bandera norteamericana.
Incluso en plena negociaci¨®n del tratado de l¨ªmites mar¨ªtimos, la informaci¨®n b¨¢sica era aportada por Estados Unidos, que alternaba las discusiones diplom¨¢ticas con estudios geol¨®gicos sobre la riqueza potencial de un mar al que le estaban poniendo fronteras. A falta de medios cient¨ªficos propios para explorar sus mares, M¨¦xico carece incluso de una legislaci¨®n que regule la actividad de buques oceanogr¨¢ficos extranjeros. Esto hace que la extensi¨®n de la zona econ¨®mica exclusiva a las doscientas millas sea poco m¨¢s que una entelequia.
No es ciencia-ficci¨®n
La Conferencia de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar reconoce a los pa¨ªses ribere?os la facultad de regular la investigaci¨®n cient¨ªfica de sus mares, algo que ya han hecho Per¨², Brasil y Argentina, entre otros pa¨ªses latinoamericanos. Numerosas voces se han elevado en M¨¦xico para que regule urgentemente este campo, principalmente a la vista de su contencioso con Estados Unidos.A la actividad de los barcos oceanogr¨¢ficos estadounidenses se une tambi¨¦n la instalaci¨®n de plataformas de exploraci¨®n en zonas de aguas profundas. Se calcula que actualmente hay ya instaladas m¨¢s de trescientas plataformas estadounidenses en el golfo de M¨¦xico y que dentro de dos a?os puede haber ya arriba de las cuatrocientas.
Es cierto, como dice el ministro Oteyza, que esta es una batalla de futuro, pero nadie pone en duda de que antes de veinte a?os el encarecimiento de] petr¨®leo y el agotamiento de muchos de los actuales yacimientos har¨¢ rentable la explotaci¨®n de los crudos existentes en los fondos oce¨¢nicos. La falta de informaci¨®n propia y la ausencia de una legislaci¨®n adecuada sobre el tema convertir¨ªan a M¨¦xico en dependiente de las grandes companias norteamericanas a la hora de extraer el petr¨®leo de sus mares.
De ah¨ª que no est¨¦ tan clara la afirmaci¨®n hecha por el ministro mexicano Oteyza de que la ratificaci¨®n del tratado de l¨ªmites mar¨ªtimos sea una cuesti¨®n de Estados Unidos, y no de M¨¦xico. De hecho,varias grandes empresas estadounidenses, como US Steel y Lockheed, ya han anunciado inversiones de varios miles de millones de d¨®lares para iniciar la explotaci¨®n de recursos minerales a grandes profundidades. No se trata, pues, de un tema de industria-ficci¨®n, sino de algo que ya est¨¢ en puertas.
El especialista en Derecho Internacional Carlos Arellano ha precisado que, al margen de que exista o no ratificaci¨®n estadounidense del tratado, M¨¦xico debe seguir usando con normalidad los recursos de su subsuelo marino, sin temor a violar ninguna norma de derecho y que tiene que protestar ante organismos internacionales en el caso de que se produzca alguna interferencia por parte de Estados Unidos.
El documento firmado por los cancilleres, Cyrus Vance y Santiago Roel, en mayo de 1978, tiene para el doctor Arellano la cualidad de ?perfeccionar los linderos de las aguas de ambos pa¨ªses, pero su falta de ratificaci¨®n no cuestiona derechos preexistentes?. Concluye, sin embargo, que, para evitar posibles contenciosos futuros, es ventajoso que el convenio sea ratificado. En cualquier caso, M¨¦xico debe vigilar la totalidad de sus doscientas millas.
Incluso para esta vigilancia, M¨¦xico carece de medios suficientes. Su marina de guerra es apenas superior a la de cualquier peque?o pa¨ªs centroamericano, a pesar de que tiene m¨¢s de 6.000 kil¨®metros de costas. En los dos ¨²ltimos a?os ha iniciado un proceso de modernizaci¨®n que ha incluido la firma de un contrato con la empresa nacional Baz¨¢n para el suministro de seis torpederas.
A la vigilancia sobre el golfo de M¨¦xico, que es donde se centra el apetito de las compa?¨ªas petroleras norteamericanas, debe unir tambi¨¦n el control del oc¨¦ano Pac¨ªfico, donde el Geological Survey sit¨²a, al sur de la pen¨ªnsula de California, otro yacimiento menos cuantioso, pero tambi¨¦n importante: cuatrocientos millones de barriles de petr¨®leo y 19.000 millones de metros c¨²bicos de gas.
A este pa¨ªs que, seg¨²n todos los indicios, se encuentra asentado sobre un fabuloso mar de hidrocarburos, le basta por ahora con la explotaci¨®n de los yacimientos terrestres y los de su plataforma continental, pero en la delimitaci¨®n de sus aguas con Estados Unidos puede estar la batalla del futuro, algo demasiado importante para dejarlo en manos de las multinacionales norteamericanas.
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