El adi¨®s de Tamames
LA SALIDA de Ram¨®n Tamames del PCE, pocas semanas despu¨¦s del abandono de Eugenio Triana, tambi¨¦n miembro del Comit¨¦ Ejecutivo y adem¨¢s integrante del secretariado, ilustra el progresivo alejamiento de los profesionales, t¨¦cnicos e intelectuales de la militancia comunista. Tamames no era s¨®lo una de las figuras p¨²blicas m¨¢s atractivas y de mayor arrastre del PCE, sino que adem¨¢s su gesti¨®n como primer teniente de alcalde de Madrid ha sido eficaz y brillante. Su voluntario abandono de la organizaci¨®n comunista lleva aparejada su expulsi¨®n del Ayuntamiento, carambola que muestra, una vez m¨¢s, las perjudiciales consecuencias que tiene para los intereses colectivos el sistema electoral de listas bloqueadas y cerradas, monopolizado por los partidos. Los vecinos de Madrid votaron. a la vez a las siglas del PCE y a Ram¨®n Tamames -elogiosamente presentado por el propio Santiago Carrillo en v¨ªsperas de las elecciones como el mejor alcalde posible para esta ciudad- en lo comicios de abril de 1979. Muchos ciudadanos no terminar¨¢n de entender las razones por las que una figura p¨²blica como Ram¨®n Tamames puede resultar intercambiable por otro, sin m¨¢s preocupaci¨®n que exhibir la docilidad en el partido. Pero los problemas del PCE no proceden exclusiva mente de hombres como Tamames, no alineados en las zonas templadas del socialismo y defensores del sistema de libertades. La reagrupaci¨®n de los comunistas prosovi¨¦ticos no s¨®lo en Catalu?a, sino tambi¨¦n en el resto de Espa?a, movimiento en el que se enmarcan las medida disciplinarias contra el ex jesuita Francisco Garc¨ªa Salve muestra la persistencia y el vigor de los viejos h¨¢bitos y el relativo fracaso de las transformaciones promovidas, desde arriba, por la direcci¨®n del PCE, en su l¨ªnea pol¨ªtica y en su estrategia internacional. Estas dos oposiciones pueden llegar a acuerdos t¨¢cticos contra el secretario general del PCE, basados en la exigencia de la democracia interna, al igual que sucedi¨® en la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la ¨¦poca estaliniana, pero sus planteamientos ideol¨®gicos y pol¨ªticos son en s¨ª mismos incompatibles. En cualquier caso, la experiencia eurocomunista de Santiago Carrillo se halla amenazada desde los dos flancos. La direcci¨®n del PCE, incapaz de mediar entre ambas corrientes, parece haberse convertido en la tercera fracci¨®n, que asume del pasado el legado del r¨ªgido centralismo burocr¨¢tico -com¨²n, por lo dem¨¢s, a otros partidos a su derecha-, pero que trata de romper con algunos planteamientos ideol¨®gicos y pol¨ªticos del marxismo-leninismo. El resentimiento, as¨ª, es doble: mientras los prosovi¨¦ticos se reconocen en el estilo organizativo pero rechazan la l¨ªnea pol¨ªtica del carrillismo, los renovadores como Eugenio Triana o como Ram¨®n Tamames repudian el cors¨¦ asfixiante del aparato, aunque se consideren los principales impulsores de la l¨ªnea eurocomunista. Desde el punto de,vista de la vieja guardia y de sus reclutas m¨¢s j¨®venes, el temor alas influencias de los prosovi¨¦ticos, que se materializar¨ªan en cuestiones ideol¨®gicas y de estrategia internacional, marcha en paralelo con el recelo ante los profesionales e intelectuales, que reclaman una mayor participaci¨®n en la adopci¨®n de las decisiones y amenazan la estabilidad de un escalaf¨®n basado en la antig¨¹edad o en la disciplina. La frustraci¨®n de esos cuadros ante los pobres resultados electorales del PCE, que le sit¨²an en un papel subordinado en la Administraci¨®n local y hacen impensable su acceso a la Administraci¨®n central, es sim¨¦trica a la decepci¨®n de la vieja guardia por el escaso fruto que, en t¨¦rminos de votos, ha rendido la incorporaci¨®n a sus filas de brillantes y conocidos intelectuales. Tal vez en esa doble desilusi¨®n, basada en la d¨¦bil implantaci¨®n electoral de los comunistas, pueda encontrarse una de las claves de esa crisis, Los profesionales y t¨¦cnicos no ven futuro para su carrera pol¨ªtica como gestores de la cosa p¨²blica, hacia el exterior, ni se resignan, hacia el interior, a desempe?ar el papel de convidados de piedra en la elaboraci¨®n de las decisiones. Y los hombres del aparato piensan que esos picos de oro apenas han contribuido a mejorar sus resultados electorales.La designaci¨®n de dos hombres de la generaci¨®n intermedia -Jaime Ballesteros y Nicol¨¢s Sartorius- para defender, respectivamente, en la ¨²ltima reuni¨®n del Comit¨¦ Central, las ponencias de los estatutos y de las tesis, se halla vinculada con la retirada de Eugenio Triana y de Ram¨®n Tamames. Santiago Carrillo seguramente ha querido mostrar la existencia de oportunidades para el relevo en el PCE y su buena disposici¨®n para quienes ingresaron en la organizaci¨®n a finales de los cincuenta o comienzos de los sesenta. Jaime Ballesteros ha desempe?ado siempre cargos de confianza en el sancta sanct¨®rum de la organizaci¨®n y es un t¨ªpico hombre del aparato. Nicol¨¢s Sartorius ha desarrollado su actividad militante fundamentalmente en Comisiones Obreras y ofrece una imagen externa casi berlingueriana. Probablemente, la simpat¨ªa de la vieja guardia, de los funcionarios del aparato y de las bases comunistas del antiguo estilo le dirija hacia Ballesteros, mientras que Sartorius signifique una esperanza para los sectores m¨¢s renovadores y modernos de la organizaci¨®n y de su electorado y para amplios sectores del movimiento obrero. Con todo ello, si bien se mantiene en la incertidumbre lo que con humor el propio Carrillo ha denominado la cuesti¨®n sucesoria, a partir de ahora el secretario general, l¨ªder indiscutible tanto para Ballesteros como para Sartorius, podr¨¢ desviar la irritaci¨®n de las bases hacia sus presuntos herederos.
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