Utop¨ªa y derecha
Pongamos, como hip¨®tesis de trabajo (Si es que para entonces nos dejan trabajar en algo), que la extrema derecha se instala definitivamente en un banco bancario o en un banco del Retiro, v desde all¨ª empieza a gobernar el pa¨ªs. ?Qu¨¦ van a hacer con el paro, la carest¨ªa, la crisis energ¨¦tica, el descontento, el terrorismo internacional, ETA y la guerra de la sardina musulmana. Me lo han dicho m¨¢s de una vez los corresponsales extranjeros, que ven los toros desde los apuntes taurinos de Anciones:-Los golpistas no dan el golpe porque ellos tampoco tienen la soluci¨®n.
La extrema derecha, como la extrema izquierda, como todo extremismo/aventurerismo revolucionario/contrarrevolucionario (Marx detestaba estos aventurerismos, por acient¨ªficos), nunca tienes soluciones, sino simplificaciones: pena de muerte y lentejas para todos. Emilio Lled¨® me env¨ªa sus impecables traducciones de Plat¨®n, hechas con valiosos colaboradores. Dice Bertrand Russell, sobre la Rep¨²blica de Plat¨®n, modelo t¨®pico de utop¨ªa, que, puesta en pr¨¢ctica, ser¨ªa una, cosa inhabitable: ?S¨®lo dar¨ªa muchos guerreros y buena comida. Una cosa as¨ª como Esparta?. Pero hubo un Peloponeso y por ello hay una Europa. No podemos volvernos espartanos y de las JONS. Mientras el progresismo se mueve por utop¨ªas -Fourier, Marx, Rousseau, Tom¨¢s Moro, hasta el eurocomunismo Carrillo/ Berlinguer o el urbanismo de Lef¨¦bvre-, resulta que el integrismo se mueve por nostalgias. O sea, que no se mueve.
Para decirlo de otra forma. la derecha sit¨²a sus utop¨ªas en el pasado, y la izquierda, en el futuro. ?Qu¨¦ le ofrece hoy la derecha espa?ola a nuestra sociedad? La derecha civilizada ofrece, mayormente ideas robadas a los programas de la izquierda, como Giscard aguant¨® alg¨²n tiempo espiando los programas del socialismo y anticip¨¢ndose a ellos.
En cuanto a la derecha asilvestrada o ultraderecha. s¨®lo nos ofrece nostalgia retrocamp, himnos de hace cincuenta a?os, un vago imperialismo que ha caducado en toda Europa (lo nuestro, en sus ¨²ltimos tiempos, era ya un Imperio en zapatillas), y disciplina, mucha disciplina, todos al suelo, que no se mueva nadie, m¨¢s ?la moral dominante de la clase dominante? (Sartre), que los car¨ªsimos abortos en Londres (luego eso se ha socializado) o las car¨ªsimas vicetiples con loro hamaca y sofocos en el escote (finales de Goya, frontera de Ventas) son cosas que nunca ha podido pagar el currante con sobre de s¨¢bado. Mientras los partidos pol¨ªticos, la izquierda, la derecha parlamentaria, el centro, redactan programas, ofrecen soluciones, negocian cosas, inventan -mal o bien que el hombre genial no se programa- el futuro, la ultranza callejera y cantarina s¨®lo nos propone nostalgias, viajes al tiempo perdido, c¨¢nticos, represalias y pintadas. ?D¨®nde est¨¢n los informes t¨¦cnicos de esa derecha, sus estudios econ¨®micos, sus planes cient¨ªfi?cos, sociales, sus programas de Gobierno para el d¨ªa siguiente al D¨ªa Invicto que sue?an? ?C¨®mo puede encontrar clientela en la calle una propuesta pol¨ªtica que frente al paro ofrece m¨²sica, frente al problema social, venganza, frente a la crisis econ¨®mica, se?oritismo, frente a la Andaluc¨ªa sin pan, romer¨ªas del Roc¨ªo? Lo malo de esa derecha no es que tenga un programa de derechas: es que no tiene programa.
En cuarenta a?os de conservadurismo, no se han conservado las casas de Goya y Zurbar¨¢n, que yo he visto abandonadas en sus respectivos pueblos. La falta de programa de esa derecha nos revela un mismo hist¨®rico que no aspira a gobernar. sino sencillamente a mandar. La ultraderecha acusa a la democracia de descobierno. Franco no gobernaba: era listo y no aspiraba a tanto. Simplemente mandaba.
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