La utilidad de un "d¨ªa mundial"
Como hemos dicho muchas veces, el establecimiento de d¨ªas, a?os o d¨¦cadas dedicados a alg¨²n tema espec¨ªfico suele conllevar la doble y contradictoria consecuencia de contribuir a llamar la atenci¨®n sobre temas que, de alg¨²n modo, preocupan y afectan a sectores significativos de la poblaci¨®n, y de encubrir bajo esl¨®ganes y declaraciones de buenas intenciones la escasa voluntad de ciertos organismos de plantear soluciones reales a esos mismos problemas.El caso del D¨ªa Mundial del Medio Ambiente resulta ejemplar en este terreno. Tras casi diez a?os de informes, conmemoraciones y discursos, alentados por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (Estocolmo, 1972), nuestro maltrecho planeta sigue sometido a un expolio sistem¨¢tico en beneficio de poderosas minor¨ªas, que incluso han descubierto que cierta protecci¨®n del medio puede ser una suculenta fuente de nuevos beneficios, sin que ello signifique, en ning¨²n caso, un cuestionamiento de las causas estructurales de la degradaci¨®n, sino, normalmente, un incremento de las mismas.
En el caso de Espa?a, desde el famoso paseo en bicicleta del ex ministro L¨®pez Rod¨® por Estocolmo, el caos ambiental no ha cesado de incrementarse, pese a la proliferaci¨®n de organismos especializados de la Administraci¨®n dedicados al tema. En efecto, la ausencia total de criterios o, lo que es a¨²n peor, la competencia de diversos organismos, mal disfrazada por la creaci¨®n de la Comisi¨®n Interministerial de Medio Ambiente (CIMA), han conducido a que, bajo peque?as pinceladas verdes, los criterios m¨¢s estrictamente antiecol¨®gicos sigan campando a sus anchas, anulando en la pr¨¢ctica las escasas medidas positivas aventuradas t¨ªmidamente por algunos animosos funcionarios.
Como justificaci¨®n de esta situaci¨®n es habitual o¨ªr voces que plantean que la utilizaci¨®n de criterios ecol¨®gicamente m¨¢s racionales es un lujo al cual no podemos acceder m¨¢s que marginalmente en una ¨¦poca de grave crisis econ¨®mica, ya que problemas como el paro, el abastecimiento energ¨¦tico o la crisis de diversos sectores de la producci¨®n requieren atenci¨®n primordial.
Como es evidente, estos posicionamientos, al margen de la buena o mala voluntad con que son expresados, implican una falta de comprensi¨®n total del enfoque ecol¨®gico que, por definici¨®n, no puede reducirse a la protecci¨®n de ciertas parcelas del medio ambiente, sino que obliga a un replanteamiento de los propios modelos de relaci¨®n entre las comunidades humanas y el resto de la biosfera.
En este sentido, la misma resoluci¨®n de la crisis pasar¨ªa necesariamente por la adopci¨®n de una ¨®ptica ecol¨®gica que sustituya el estrecho economicismo al uso, y que ha sido expresada por el propio Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), bajo el lema de Desarrollo sin destrucci¨®n.
Por todo ello, resulta urgente que los llamados temas ambientales dejen de ser algo decorativo y que, en lugar de discursos y conmemoraciones, se promueva una pol¨ªtica ambiental coherente a lo largo de todo el a?o. Para que esto sea posible, muchos consideramos imprescindible lograr una mayor unidad de gesti¨®n de estos temas en la Administraci¨®n, as¨ª como el desarrollo inmediato de una legislaci¨®n clara y eficaz al respecto.
Por desgracia, la evoluci¨®n m¨¢s reciente nos conduce a pensar que la pol¨ªtica oficial se orienta en sentido diametralmente opuesto:
- La total inobservancia de los principios de la Estrategia Mundial para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (adoptados por Espa?a el pasado D¨ªa Mundial del Medio Ambiente).
- El proseguimiento de la aberrante pol¨ªtica forestal del Icona, dirigida m¨¢s a abastecer ciertas industrias que a contribuir a la protecci¨®n del territorio.
- Los continuos atentados contra los espacios naturales protegidos (casos evidentes de Do?ana y Daimiel), as¨ª como la escasa voluntad de llevar adelante el cat¨¢logo de espacios protegidos anunciado ya hace varios meses.
- La autorizaci¨®n de proyectos degradantes del medio, subordinados al lamentable papel que la Administraci¨®n espa?ola ha aceptado, en el marco de la llamada Nueva Divisi¨®n Mundial del Trabajo, en la cual nos ha tocado la recepci¨®n de las industrias m¨¢s contaminantes y despilfarradoras de capital, energ¨ªa y recursos en general.
- El desprecio a la protecci¨®n de especies amenazadas, del cual son ejemplos fehacientes la pol¨ªtica de fomento de la actividad ballenera de la Subsecretar¨ªa de Pesca, y la falta de medidas eficaces en lo concerniente a las especies te¨®ricamente protegidas.
- La postergaci¨®n sistem¨¢tica de una legislaci¨®n ambiental m¨ªnimamente aceptable (ley de protecci¨®n de la naturaleza ... ), as¨ª como la no ratificaci¨®n de tratados internacionales Pindamentales: caso del Convenio de Washington (CITES).
- Las concesiones sistem¨¢ticas al chantaje de ciertas empresas que amenazan con incrementar el paro si no se cede a sus exigencias.
- La aberrante pol¨ªtica energ¨¦tica, basada en la nuclearizaci¨®n a toda costa, cuando al margen del peligro inherente a esta opci¨®n resulta ser totalmente innecesaria y contraproducente.
Por ¨²ltimo, no quisiera dejar de citar la grave responsabilidad que comparten con la Administraci¨®n gran parte de los grupos de oposici¨®n, sindicatos e instituciones de toda ¨ªndole, ya que, salvo honrosas y puntuales excepciones, no han sido capaces de prescindir de la misma l¨®gica productivista ciega que ha inspirado la actuaci¨®n oficial.
Por todo ello, muchos grupos ambientalistas y ecologistas, m¨¢s que vincularse a cormemoraciones vac¨ªas de sentido, han optado por aprovechar esta fecha para denunciar y plantea: alternativas frente a algunos de los m¨¢s claros problemas que las jornadas oficiales seguir¨¢n ignorando, pero que, no obstante, determinar¨¢n nuestras posibilidades colectivas e individuales, de vivir mejor en una Espa?a y en un planeta m¨¢s habitable
Humberto da Cruzes profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Federaci¨®n de Amigos de la Tierra (FAT).
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