Sensacional victoria de Villeneuve en el Gran Premio de Espa?a de Formula 1
Gilles Villeneuve, un peque?o piloto canadiense, de veintinueve a?os de edad, logr¨® la sexta victoria de su vida en f¨®rmula 1 al vencer, en una actuaci¨®n sensacional, en el Gran Premio de Espa?a. El piloto de Ferrari tom¨® el mando de la carrera cuando s¨®lo se hab¨ªa cumplido una sexta parte de la misma, y aguant¨® hasta el final los dur¨ªsimos ataques de Laffite, Watson, Reutemann y De Angelis, que terminaron por ese orden, en una de las carreras m¨¢s bonitas y emocionantes de toda la historia de la f¨®rmula 1, desde sus comienzos en 1950. En la clasificaci¨®n del Mundial, Reutemann sigue destacado, aunque ahora Villeneuve se incorpora al peque?o grupo de pilotos con posibilidades.
La carrera se disput¨® bajo un fort¨ªsimo calor, que no caus¨® da?o en los neum¨¢ticos, pese al tremendo esfuerzo a que los sometieron los pilotos en una carrera con una lucha desde el comienzo hasta el final sin precedentes. Tampoco el calor hizo mella en las mec¨¢nicas, que aguantaron tambi¨¦n el esfuerzo de verse sometidas a un funcionamiento al l¨ªmite durante las ochenta vueltas de la carrera, en las que cada piloto tuvo que realizar m¨¢s de 1.800 cambios de marcha. Los pilotos, en cambio, s¨ª que sufrieron con el calor, que multiplic¨® los efectos de su esfuerzo. Villeneuve, de complexi¨®n muy reducida y muy pocos kilogramos de peso, hab¨ªa perdido casi cuatro al t¨¦rmino de la dur¨ªsima carrera del Jarama. El franc¨¦s Jacques Laffite, segundo clasificado, tuvo que ser literalmente extra¨ªdo de su Talbot por sus mec¨¢nicos, porque, exhausto, no ten¨ªa fuerzas para hacerlo por s¨ª mismo. Tras un rato de reanimaci¨®n con ox¨ªgeno, y ech¨¢ndole agua sobre la cara, el franc¨¦s recuper¨® las fuerzas necesarias para llegar hasta el podio a recibir los trofeos.Unos 70.000 espectadores acudieron al circuito a presenciar la emocionante carrera en directo. La cifra, afectada seguramente por el largo puente del Corpus Christi, no lleg¨® a ser la que necesitaba el RACE para cubrir gastos. Pero las p¨¦rdidas no habr¨¢n sido tan elevadas como para hacer desistir al organizador espa?ol de montar la carrera en a?os sucesivos.
La primera parte de la prueba estuvo marcada por la impresionante demostraci¨®n de Alan Jones. El campe¨®n del mundo se coloc¨® en seguida en cabeza, por delante de Villeneuve y Reutemann. A base de forzar al m¨¢ximo su ritmo, Alan Jones comenz¨® a cobrar una ventaja sustancial sobre sus perseguidores. Casi un segundo de ventaja en cada vuelta, distancia enorme en una competici¨®n de este tipo, consigui¨® Jones en las catorce primeras vueltas. Pero, al cabo de ese tiempo, su desenfrenada carrera se trunc¨® al salirse fuera de la pista.
Alan Jones hab¨ªa llegado a situarse casi a rueda del chileno Salazar, ¨²ltimo clasificado en ese momento de la carrera. Pese a que la prueba casi no hab¨ªa hecho m¨¢s que comenzar, el australiano estaba a punto de doblar ya a sus rivales. Y quiso hacerlo en un sitio favorable para perder el m¨ªnimo tiempo posible. Para ello, Jones forz¨® a¨²n m¨¢s su ataque, y ese fue su error. Porque, como iba al l¨ªmite, al pretender sobrepasarlo se sali¨® de la pista, perdiendo con ello toda posibilidad de ganar. Porque, aunque se reincorpor¨® a la carrera muy poco tiempo despu¨¦s, lo hizo en la cola y descolgad¨ªsimo. Su intento de demostrar a todos y, sobre todo a su propio equipo, que ¨¦l es mejor que Reutemann termin¨® en un error Infantil, propio de un piloto fuertemente pasional como Alan Jones, pero impropio de la experiencia que debe tener un campe¨®n del mundo.
Sin embargo, aunque perdida la esperanza de ganar, Jones no se rindi¨®. De nuevo en la pista, volvi¨® a ser la atracci¨®n de antes, recuperando entonces como un desenfrenado su desventaja con respecto a la cabeza. Uno tras otro, todos sus rivales fueron cayendo ante la furia de su acoso, hasta llegar al franc¨¦s Pironi, compa?ero de equipo de Villeneuve. Avisado de la situaci¨®n desde su box -el canadiense l¨ªder de la carrera, y Jones, lanzado en una recuperaci¨®n impresionante-, Pironi hizo un tamp¨®n al campe¨®n del mundo que ¨¦ste no pudo superar. De cualquier forma, el s¨¦ptimo lugar al final de la carrera, aunque no le sirve para puntuar, es un justo premio para la actuaci¨®n de Alan Jones.
Tremenda lucha por la cabeza
Mientras tanto, dos situaciones centraban la atenci¨®n de la carrera. La primera, la lucha por la cabeza. Villeneuve manten¨ªa desde la vuelta catorce la primera posici¨®n, pese a los ataques de Reutemann. La experiencia del argentino no parec¨ªa servir de nada ante la serenidad y la calidad del peque?o canadiense, que no comet¨ªa el menor error. Y, aunque el Ferrari perd¨ªa la peque?a ventaja en la parte virada del circuito, la superior velocidad punta de la recta le permit¨ªa mantenerla al final de cada vuelta.
El otro polo de atenci¨®n estaba en la recuperaci¨®n del franc¨¦s Laffite. Laffite hab¨ªa sido el m¨¢s r¨¢pido en los entrenamientos oficiales y sal¨ªa desde el primer lugar de la parrilla. Pero su salida fue muy mala y se perdi¨® en el fondo del pelot¨®n.
A partir de entonces, Laffite se lanz¨® al ataque y, despu¨¦s de luchar mucho en cada adelantamiento, lleg¨® a tomar contacto con el grupo de cabeza, compuesto por Villeneuve, Reutemann y, un poco m¨¢s atr¨¢s, el brit¨¢nico Watson.
Ninguno de ellos pudo resistir la presi¨®n del franc¨¦s. S¨®lo Villeneuve tuvo arrestos para hacerlo y mantener a raya a un Laffite desenfrenado. El diminuto canadiense, cansado ya de aguantar los ataques de Reutemann, sac¨® fuerzas de flaqueza cuando vio el Talbot de Laffite en sus retrovisores, plet¨®rico de moral por el ritmo ascendente de su remontada. Pero el Ferrari se convirti¨® en una muralla insalvable para Laffite. Sin un error en la parte m¨¢s virada, donde es casi imposible adelantar, Villeneuve se aprovech¨® de la superior velocidad punta de su Ferrari. En la recta, el coche de Villeneuve alcanzaba 285 kil¨®metros por hora, casi veinte m¨¢s que los de los Talbot, Williams, McLaren o Lotus. Y all¨ª, el canadiense cobraba los metros de ventaja que luego perd¨ªa en el resto del circuito.
Al final de la carrera, los cinco primeros clasificados, Villeneuve, Laffite, Watson, Reutemann y De Angelis, cruzaron la meta con un segundo de diferencia entre el primero y el ¨²ltimo. A la sensacional actuaci¨®n de Villeneuve -"el canadiense era una especie de puerta colocada en el medio del circuito que yo nunca pude abrir?, cement¨® a EL PAIS el propio Laffite al t¨¦rmino de la carrera-, sin cometer un solo fallo en 65 vueltas de f¨¦rrea defensa de la cabeza, Laffite respondi¨® con una remontada espectacular, Watson con un sorprendente y meritorio tercer lugar, y Reutemann, m¨¢s conservador, aguantando el ataque final de un gran De Angelis, capaz de grandes haza?as.
Los cinco dieron una emoci¨®n a una carrera que dif¨ªcilmente podr¨¢ olvidarse, porque no tiene precedente. Porque rara vez el segundo clasificado termina tan cerca del vencedor como lo que hizo el quinto en el Jarama.
Despu¨¦s de esta carrera, ¨²ltima de la primera parte del Mundial, el argentino Carlos Reutemann sigue al frente de la clasificaci¨®n, con 34 puntos, seguido por Alan Jones, con 24; Nelson Piquet, con 22; Giles Villeneuve, con 21, y Jacques Laffite, con 17.
Brillante Zapico
En la carrera de Alfa Romeo, que complet¨® el programa, el espa?ol Emilio Zapico volvi¨® a brindar otra de sus brillantes actuaciones. Pero, una vez m¨¢s, oscurecida por una clasificaci¨®n final deteriorada por los incidentes. Zapico, que luchaba por la cabeza, se sali¨® fuera de la pista en un econtronazo. Despu¨¦s, desde el ¨²ltimo lugar remont¨® hasta el quinto. En la Copa R-5 gan¨® Gonz¨¢lez Juli¨¢n, mientras que en la de Campeones, Celada se impuso a Rasilla.
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