La progres¨ªa ya es adulta
El costumbrismo ha venido. Nadie sabe c¨®mo ha sido. Y se ense?ore¨® del teatro Salamanca, de Madrid, el pasado mi¨¦rcoles, frente a un espl¨¦ndido lleno de personas, deseosas de pasar un buen rato. Era la presentaci¨®n formal (en teatro) de un tr¨ªo de cantautores que desde hace tiempo viene actuando por los maravillosos tugurios de la capital de Espa?a: Joaqu¨ªn Sabina, Javier Krahe y Alberto P¨¦rez.No son nuevos, sino m¨¢s bien que han permanecido en sombras desde hace muchos, muchos a?os. El acuerdo b¨¢sico entre p¨²blico y artistas resid¨ªa en el hecho incontrovertible y fatal de que la progres¨ªa se ha hecho mayor. A partir de ah¨ª, y con las menores inhibiciones posibles, se disfruta de un mundo de vecindario, de potentes atributos sexuales, de un bosque de cornamentas, de huidas matrimoniales, de, cambios de car¨¢cter y otras tormentas hogare?as.
Realidades desnudas hechas jocosas
Sabina, P¨¦rez y Krahe son la conexi¨®n perdida con No me gusta que en los toros te pongas la minifalda. Son la familia Ulises, y El no nos mover¨¢n, de los ochenta son el espejo. Y como tal espejo, mostraban realidades desnudas hechas jocosas. El caso es hacerlas con clase. La ¨²nica v¨ªa aparente es la perversa ingenuidad de Brassens, gu¨ªa y alma del grupo e individuos. Es, en realidad, m¨²sica infantil, que, junto a letras adultas, violenta la percepci¨®n habitual de las cosas triviales. Es una crudeza que, desprovista de aura de la actuaci¨®n, de la comuni¨®n de almas, tal como era escuchada en las conexiones con Radio Nacional, se resent¨ªa bastante.
Intervenci¨®n del p¨²blico
Joaqu¨ªn Sabina era el de aspecto m¨¢s juvenil, atractivo y con toques rock; Javier Krahe, el padre simp¨¢tico, el profundo divertido; Alberto P¨¦rez, la parodia del cantautor (dice Ull¨¢n) y el m¨²sico-animador. Se turnaban en cantar, pero aqu¨¦lla no era una sucesi¨®n mon¨®tona, hab¨ªa su pizca de espect¨¢culo con d¨²os, acompa?amientos, coros y sonrisas, lo. cual provocaba constantes intervenciones de un p¨²blico- que lo entend¨ªa todo y le llegaba todo. Se pod¨ªa sentir el ambiente, una forma distinta de autoafirmaci¨®n sonora, m¨¢s completa y presente que las colecciones de Los Brincos o el D¨²o Din¨¢mico (ambas muy bellas)
Faltaba, y falta a¨²n, en nuestro pa¨ªs un espectro de cantautores modernos, que va desde James Taylor o Linda Ronstadt y que hablan a gente mayor, que tiene su propia historia y que no se siente identificada ni con Roc¨ªo Jurado ni con los Dead Kennedys. Son costumbres diferentes y ya asentadas. Costumbres duraderas. Costumbrismo. Tal vez ellos.
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