Las cajas de ahorro incrementaron sus beneficios m¨¢s que la banca en 1980
Las setenta y nueve cajas de ahorros confederadas, que representan un tercio de los dep¨®sitos del sistema financiero, obtuvieron en el ejercicio de 1980 un beneficio antes de impuestos superior en un 21,1% a los resultados presentados el a?o anterior. Este incremento en el beneficio es sensiblemente superior al de la media de la banca nacional, que se situ¨® en el 11,8%, y sin embargo las cajas de ahorro perdieron terreno frente a la banca en la captaci¨®n de dep¨®sitos.
Estos resultados aparentemente contradictorios se basan, seg¨²n fuentes del sector, en dos hechos distintos. Por un lado, ninguna de las entidades de ahorro ha aportado resultados negativos al cierre de sus respectivos ejercicios ni el conjunto del sector ha realizado ning¨²n esfuerzo especial para ayudar al saneamiento de entidades en dificultades. Tampoco han tenido que destinar una parte apreciable de sus resultados a la dotaci¨®n de un fondo de garant¨ªa para salvar entidades con problemas.Por otra parte, la banca ha mantenido un importante crecimiento de sus dep¨®sitos a plazo, continuando con ello la trayectoria ya iniciada en ejercicios anteriores, donde se apreci¨® una importante desviaci¨®n hacia modalidades mejor retribuidas que las tradicionales cuentas corrientes, como consecuencia de la sensibilizaci¨®n general ante el fen¨®meno de la inflaci¨®n.
Por el contrario, las cajas han mantenido una discreta tasa de crecimiento en las modalidades a plazo, un 1,39% en concreto, conservando sus dep¨®sitos a la vista en unas cifras similares a las del ejercicio precedente. Estas circunstancias han dado lugar a que el coste medio de los recursos para la banca hay a pasado del 7,25% en 1979 al 8,35% en 1980, mientras que en las cajas los incrementos a las retribuciones del pasivo eran mucho m¨¢s moderadas, pasando del 5,24% del ejercicio anterior al 5,51 % en 1980.
Paralelamente, la rentabilidad de los cr¨¦ditos libres obtenida por la Banca se increment¨® desde el 15,6% al 16,7% en el caso de la banca, y desde el 12,9% al 13,4% en las bajas.
Los incrementos en los gastos generales y de personal se han mantenido paralelos, por lo que no cabe atribu¨ªrsele a este cap¨ªtulo protagonismo alguno en la curiosa contradicci¨®n de p¨¦rdida de cuota de mercado pero mayores beneficios, por parte de las cajas de ahorro.
La Confederaci¨®n Espa?ola de Cajas de Ahorros (CECA), ¨®rgano que agrupa a las 79 entidades del sector, acostumbra a atribuir a las mayores exigencias legales en cuanto a cobertura de coeficientes de inversi¨®n obligatoria que tienen las cajas frente a los bancos -los fondos cautivos de las primeras casi duplican a los de los segundos-, sus menores posibilidades de crecimiento e incluso en su informe estad¨ªstico del mes de diciembre pasado apunta la posibilidad de que esta p¨¦rdida de cuota de mercado se mantenga a lo largo del pr¨®ximo a?o, si perdura el actual juego de coeficientes.
Con ser este hecho una realidad, diversos medios del sector consultados por el PAIS han puesto de manifiesto las dificultad es del sector de cajas de ahorro para incorporarse a las nuevas demandas del mercado.
Un reto sin respuesta
As¨ª, cuando algunos grupos bancarios, como el Popular, a trav¨¦s de los bancos que componen su sociedad de cartera Popularinsa, dise?aron una estrategia de banca de ¨¢mbito local o regional, con especial dedicaci¨®n a los peque?os clientes, a las econom¨ªas dom¨¦sticas y a los medianos empresarios, las cajas de ahorro no fueron capaces de ofrecer una respuesta coherente y global a este desaf¨ªo.Los resultados est¨¢n a la vista, este tipo de peque?a banca local o regional es la que est¨¢ presentando unos mayores beneficios en los ¨²ltimos ejercicios, mientras que las cajas pierden posiciones en los rankings de captaci¨®n de pasivo.
Pero esto es s¨®lo un aspecto de la realidad. Las cajas de ahorro, que durante toda la d¨¦cada de los sesenta y la primera mitad de los setenta aparec¨ªan como un todo pr¨¢cticamente sin fisuras, se est¨¢n viendo sometidas a unos procesos de centrifugaci¨®n que est¨¢n acabando por determinar una p¨¦rdida muy importante de protagonismo de su ¨®rgano aglutinante, la CECA, y una ascensi¨®n casi paralela de las entidades m¨¢s importantes y que suelen coincidir con las que tienen las ideas m¨¢s claras acerca de cu¨¢l ha de ser el futuro del sector.
As¨ª, lo que comenz¨® siendo un simple rechazo a servicios centralizados, tales como la custodia de valores a los servicios de gesti¨®n de la CECA, tras el decreto de agosto de 1977, debido a Fuentes Quintana, y por el que se fijaba la regionalizaci¨®n de las inversiones de estas instituciones, ha terminado resultando una aut¨¦ntica p¨¦rdida de protagonismo de la entidad.
Este decreto de regionalizaci¨®n de inversiones impone que una parte muy significativa de los recursos que capten las cajas deben ser reinvertidos en su zona de actuaci¨®n natural, y ha terminado siendo con el desarrollo de la democratizaci¨®n de los conse.jos de administraci¨®n, en los que se ha dado entrada a impositores v empleados, una aut¨¦ntica amenaza para la CECA, antigua se?ora del sector y quien en definitiva dise?aba las estrategias generales del conjunto de las cajas.
El cambio del modelo de Estado fuertemente centralizado por el del mapa auton¨®mico actual ha contribuido a restar protagonismo a un organismo nacido por y para el centralismo, como es la CECA, donde a pesar de que en sus ¨®rganos rectores se sientan hombres significativos de las cajas de ahorro perif¨¦ricas, como son Jos¨¦ Vilarasau, director de la primera entidad del pa¨ªs, la Caixa, o Carlos Sistiaga, tambi¨¦n director de la Caja de Ahorros Provincial de Guip¨²zcoa, falta el punto de equilibrio.
Quiz¨¢ el secreto est¨¦ en la composici¨®n del tr¨ªo de personas que en la actualidad rigen los destinos de la CECA, seg¨²n manifestaron a este diario fuentes sindicales del sector. Jos¨¦ Joaqu¨ªn Sancho Dronda, presidente de la CECA y director de la Caja de Zaragoza, Arag¨®n y Rioja; Luis Coronel de Palma, director de la Confederaci¨®n en la d¨¦cada de los sesenta, gobernador del Banco de Espa?a a comienzos de los setenta, primer embajador de Espa?a en M¨¦xico y, de nuevo, ocupando una de las direcciones de la instituci¨®n; y Miguel All¨²e Escudero, hijo de un hist¨®rico director de la entidad en los a?os cuarenta y cincuenta, anterior secretario general, y hoy el segundo director de la CECA, son los hombres que desde hace m¨¢s de una d¨¦cada rigen los destinos del sector.
El peculiar sistema de elecci¨®n a los ¨®rganos rectores de la Confederaci¨®n -una caja, un voto- ha permitido la supervivencia de los antiguos modos, amparados fundamentalmente en el voto de las peque?as instituciones, donde realmente nada o casi nada ha cambiado.
Frente a este hecho aparece la realidad de que son las cajas de ahorro perif¨¦ricas, y m¨¢s cincretamente las que desarrollan sus funciones en el ¨¢mbito de un territorio nacional definido, quienes han mostrado una mayor sensibilidad para el cambio.
Los efectos de esta realidad se ven desde casi todos los puntos de vista imaginables. Para empezar, las cajas de ahorro vascas han constituido su propia organizaci¨®n de representaci¨®n empresarial al margen de la Asociaci¨®n de Cajas de Ahorro para las Relaciones Laborales (ACARL), ¨®rgano dise?ado desde la CECA y del que en estos momentos est¨¢ a punto de separarse el sector catal¨¢n del grupo de cajas de ahorro, quien se encuentra ullimando un proyecto para la creaci¨®n de su propio ¨®rgano de negociaci¨®n laboral.
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