EE UU y Espa?a, vistos desde Toledo
En el palacio de Fuensalida, en Toledo, se celebr¨® el pasado mes de junio el seminario Sociedad y pol¨ªtica exterior, organizado por la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo, y en el que participaron en el debate sobre pol¨ªtica exterior norteamericana en los a?os ochenta tratadistas del calibre de Joseph Kraft.La impresi¨®n dominante en el coloquio fue la de que, aunque se debatieron de forma pragm¨¢tica los temas m¨¢s relevantes de la pol¨ªtica exterior, las intervenciones quedaban cojas por falta de un enfoque m¨¢s profundo, imposible de llevar a cabo en una sola tarde, sobre el pensamiento que impulsa la acci¨®n exterior de Estados Unidos en relaci¨®n con Europa y Suram¨¦rica. Me preocup¨® la convicci¨®n de que la Administraci¨®n Reagan busca en primer lugar un eficaz sistema de defensa para montar despu¨¦s sobre ese sistema una verdadera pol¨ªtica exterior. Y, sin embargo, se nos qued¨® en el tintero toda la pol¨ªtica americana en relaci¨®n con los acuerdos SALT. No mencionamos suficientemente la posici¨®n en relaci¨®n con los derechos humanos, y no quedaron esclarecidos los puntos de vista sobre la renovaci¨®n o no de los acuerdos hispano-norteamericanos, en forma de tratado o de acuerdo, ni la pol¨ªtica de Reagan sobre el norte de Africa, y el contencioso argelino-marroqu¨ª sobre el Sahara. En conjunto, sin embargo, fue un buen coloquio en una calurosa tarde de junio, y es bueno ahora desmenuzar algunos de los argumentos que se dijeron y otros que quedaron en el ¨¢nimo de los presentes prendidos entre los encantos del palacio de Fuensalida, la amabilidad de Chencho Arias Llamas y la presencia de Pina L¨®pez Gay.
A m¨ª me llam¨® la atenci¨®n, sobre todo, que no se hablara de los acuerdos SALT. Tentado estuve de sacar el tema, pero no quise que mi intervenci¨®n fuera dominante. Pienso que la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos en relaci¨®n con Espa?a no debe verse desligada de los progresos o retrocesos que experimente la cuesti¨®n de las armas estrat¨¦gicas.
Los acuerdos SALT y Espa?a
Pienso que dif¨ªcilmente se va a poder renegociar con Estados Unidos, con la premura de tiempo de un calendario que expira en septiembre y las incertidumbres de un Gobierno espa?ol debilitado por graves divisiones y cuestiones internas que forzosamente distraen su atenci¨®n, sin tener en cuenta la cuesti¨®n de la nuclearizaci¨®n de las bases, la utilizaci¨®n de las mismas para los fines de la estrategia defensiva mundial norteamericana y la capacidad de Estados Unidos para desarrollar una fuerza capaz de compensar el poder¨ªo sovi¨¦tico de destrozar el arsenal estrat¨¦gico norteamericano en sus propias bases y antes de que pueda ser utilizado. Las negociaciones SALT demuestran, por un lado, que la URSS ha tomado la delantera en materia de armamento nuclear, desarrollando los SS-20 mucho m¨¢s r¨¢pidamente que los Pershing o los Cruise, y que Estados Unidos s¨®lo estar¨¢ en condiciones de nivelar la balanza avanzando en el despliegue de programas alternativos que permitan mejorar las actuales fuerzas de despegue r¨¢pido en sus bases europeas y atl¨¢nticas dentro de unos dos a?os. As¨ª pues, hasta 1983 las bases, tal y como est¨¢n en la actualidad, ser¨¢n inapreciables para Estados Unidos, y en estas condiciones, m¨¢s que ponerles condiciones, lo que nos corresponde es exigirles contrapartidas. Aun as¨ª, hoy por hoy, la posibilidad de que en 1984 o 1985 Estados Unidos tenga una fuente de counterforce distinta de los bombarderos estrat¨¦gicos es algo que quiz¨¢ ni la propia Administraci¨®n Reagan puede saber hasta que haya definido su pol¨ªtica estrat¨¦gica, y hasta que esto suceda parece dif¨ªcil que quiera firmar un pacto militar nuevo y a largo plazo, sin saber exactamente la utilidad que este pacto le pueda reportar. La decisi¨®n americana de vincular las negociaciones SALT con otros problemas pol¨ªticos contribuir¨¢ a retrasar la formulaci¨®n definitiva de la pol¨ªtica militar norteamericana y la negociaci¨®n con un Gobierno d¨¦bil que va a buscar en este acuerdo un bal¨®n de ox¨ªgeno que le permita encarar con mejor aspecto otros graves problemas internos no contribuye ciertamente a mejorar la posici¨®n negociadora.
Los derechos humanos
Se ha dicho, sin raz¨®n, que esta cuesti¨®n qued¨® arrumbada por la ca¨ªda de Carter. La exageraci¨®n nunca es buena consejera en pol¨ªtica exterior. Los valores de Occidente no pueden ser s¨®lo el avance tecnol¨®gico y el desarrollo de la sociedad de consumo. Hay conceptos que van mas all¨¢ del bienestar, como la defensa. de la vida y la libertad. Todo ello, por supuesto, dentro del respeto a la ley y al Estado de derecho. Otra cosa es que, siendo amigos de la libertad en todas partes, los gobernantes se preocupen ego¨ªsta, pero justificadamente, de la libertad, sobre todo, en su propio pa¨ªs. Los quijotes son cada vez m¨¢s raros en el siglo XX e, indudablemente, existen l¨ªmites en cuanto a lo que cualquier potencia grande, como Estados Unidos, o mediana, como nosotros, puede hacer para transformar otras culturas, otras costumbres y otras instituciones. Mientras tanto, los pa¨ªses que no respetan la democracia pluralista siguen incrementando su potencia incluso militar y parecen sentirse crecientemente inclinados a utilizar incluso sus armas, como en Polonia, para impulsar su causa.
En un mundo que busca la paz y la prosperidad hay que hacer saber a los terroristas que todo apoyo material financiero y psicol¨®gico les va a estar vedado. Hay que buscar una r¨¢pida y segura respuesta contra el terrorismo, y para ello es necesaria la acci¨®n internacional.
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