El Bazar y el clero, ¨²nicos supervivientes pol¨ªticos de la revoluci¨®n
La ancha alianza pol¨ªtica que hizo posible la revoluci¨®n iran¨ª, mostr¨® desde su origen su vulnerabilidad y su car¨¢cter ef¨ªmero. El frente anti-Pahlevi abarcaba desde el clero hasta el Bazar, sin olvidar a los nacionalistas del antiguo Frente Nacional de Mossadeq, los liberales y progresistas de formaci¨®n europea, como Banisadr, los islamo-marxistas Mujaidin e Jalq, los Fedayines del Pueblo, los comunistas del PC Tudeh y una serie de grupos trostkistas y mao¨ªstas.En la improvisada divisi¨®n de tareas para consumar la revoluci¨®n, el clero se reserv¨® la orientaci¨®n ideol¨®gica, el Bazar el soporte econ¨®mico y la izquierda isl¨¢mica y marxista, la lucha frontal para depurar el Ej¨¦rcito, la polic¨ªa y la conquista de la calle.
En compensaci¨®n, los experimentos para crear consejos obreros y campesinos durante la inicial fase revolucionaria, en las f¨¢bricas y en el campo, hallaron dentro del clero y, sobre todo, entre los bazaris, un silencio cauteloso.
Las distintas concepciones revolucionarias no pod¨ªan coexistir. Malamente podr¨ªa admitir el Bazar la socializaci¨®n abierta que la izquierda postulaba, ni su prop¨®sito de extender los consejos obreros y campesinos por toda la geograf¨ªa iran¨ª. Tampoco la izquierda aceptaba la perpetuaci¨®n del modo de producci¨®n y del esquema social de la etapa anterior, ya que el Bazar no postulaba ning¨²n cambio sustancial dentro de los circuitos econ¨®micos tradicionales, a excepci¨®n de una mayor moralizaci¨®n de la actividad econ¨®mica, con la aplicaci¨®n del principio isl¨¢mico de la prohibici¨®n de la usura.
Un conflicto sordo
En el centro de este conflicto sordo, los nacionalistas al modo de Mehdi Bazarg¨¢n o los liberales al modo progresista de Abolhassan Banisadr, encontraron el espacio pol¨ªtico suficiente para que el ajatollah Jomeini les llamara al poder como mediadores. La f¨®rmula ideol¨®gica propuesta por el octogenario ajatollah, capaz de aunar las distinciones que anidaban bajo la extensa etiqueta revolucionaria no fue otra que la del antiimperialismo.
El clero vio en la captura de los rehenes de la embajada norteamericana, en noviembre de 1979, una magn¨ªfica oportunidad para ejemplificar su antiimperialismo y Jomeini, que no hab¨ªa estimulado la irrupci¨®n de los estudiantes en la embajada, se puso luego al frente de ellos.
Destituido Bazarg¨¢n de la jefatura del Gobierno, el 6 de noviembre de 1979, Jomeini apret¨® una tuerca m¨¢s en el proceso pol¨ªtico. El ayatollah vi¨® en el laico Abolhassan Banisadr y su equipo la posibilidad de mantener siquiera una parte de la amplia alianza de fuerzas pol¨ªticas dispares, cada vez m¨¢s d¨¦bil.
Banisadr gan¨® las elecciones con el apoyo de Jomeini y del clero , que retir¨® sus candidatos. Ello le permiti¨® cosechar once millones de votos . Poco a poco el clero, que de un modo contundente cop¨® las elecciones legislativas subsiguientes a la victoria presidencial de Banisadr, se adue?¨® tambi¨¦n del poder judicial, con Bejesti a la cabeza de la Corte Suprema. El fin de Banisadr se produjo inexorablemente.
La guerra con Irak, un conflicto extra?o procedente de un r¨¦gimen progresista y laico como el de Bagdag, permiti¨® a Banisadr un cierto respiro, pero su inconclusi¨®n no hizo m¨¢s que acelerar la ca¨ªda del presidente.
Hoy, de aquella amplia alianza que hizo posible la revoluci¨®n, s¨®lo quedan sombras que se oscurecen velozmente. La izquierda radical, perseguida a muerte, combina clandestinidad y agitaci¨®n contra el clero, los nacionalistas no cuentan nada, los laico-liberales de Banisadr han huido, los comunistas permanecen paralizados bajo el manto del im¨¢n, y el Bazar y el clero se yerguen desafiantes uno frente al otro. "Hay bazaris que chupan la sangre del pueblo", dec¨ªa recientemente en Teher¨¢n un l¨ªder isl¨¢mico. Las dos fuerzas, la del comercio y la de las mezquitas, est¨¢n frente a frente. Son las ¨²nicas que han sobrevivido. El pr¨®ximo conflicto ser¨¢ su conflicto.
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