La eliminaci¨®n de los ¨²ltimos hombres del "bumedianismo"
Una reciente reuni¨®n del Comit¨¦ Central del Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN) ha consagrado los poderes del jefe del Estado rompiendo el tab¨² del silencio sobre las malversaciones de antiguos dirigentes, que pod¨ªan prevalerse de la inmunidad que les confer¨ªa. su pasado.As¨ª, una nueva fase de la revoluci¨®n argelina parece estar en marcha, con el objetivo declarado de mejorar el clima social, consolidar el prestigio del pa¨ªs en la arena exterior, reinstaurar la dimensi¨®n del Islam y poner nuevos jalones destinados a hacer de los pa¨ªses magreb¨ªes el gran conjunto armonioso en el que pueda sustentarse la re en un destino com¨²n, salvando el dilema del Sahara. Tales parecen ser las grandes opciones personales del presidente argelino.
En Argelia, la clave del poder siempre ha reposado en el Ej¨¦rcito. "Escudo de la revoluci¨®n", seg¨²n la terminolog¨ªa constitucional, las fuerzas armadas tienen en este pa¨ªs una dimensi¨®n y una responsabilidad pol¨ªtica que excede el h¨¢bito occidental en la materia. Los hombres que han intentado jugar a la pol¨ªtica sin contar con ellas, como Ahmed ben Bella, las han encontrado tarde o temprano en su camino.
Nadie puede llamarse a enga?o sobre la textura y la localizaci¨®n de los centros de poder del pa¨ªs. Pese a sus contradicciones internas, el Ej¨¦rcito sigue siendo la ¨²nica fuerza monol¨ªtica en Argelia.
No obstante la- relativa juventud de la revoluci¨®n argelina, las fuerzas armadas han sufrido en los ¨²ltimos diez a?os una renovaci¨®n apreciable en sus estamentos dirigentes. Si la unicidad del poder representa una condici¨®n sin la cual no es posible la continuidad de un r¨¦gimen que se proclama presidencialista, no es menos revelador el que hayan sido los elementos m¨¢s j¨®venes de la oficialidad los que han inspirado, en primera instancia, los profundos cambios operados en el equipo dirigente a partir del fallecimiento de Bumedian, a finales de 1978.
Los rieles herederos
A la muerte de ¨¦ste, un grupo de sus fieles seguidores, integrado por los ocho hombres del Consejo de la Revoluci¨®n (seis militares y dos civiles), se arrog¨® la paternidad - del poder, prevali¨¦ndose del t¨ªtulo de herederos.Trece a?os ininterrumpidos de gesti¨®n ministerial, bajo el f¨¦rreo paternalismo de Bumedian, parec¨ªan constituir un s¨®lido cimiento en el que asentar una transici¨®n sin convulsiones.
La emergencia de Chadli como candidato- ¨¢rbitro de las fuerzas armadas entre dos tendencias enemigas, encabezadas por el ministro de Asuntos Exteriores, Abdelaziz Buteflika, y el coronel Salali Yahiaui, entonces coordinador del FLN, pareci¨® ser el mal menor entre los que acechaban a un pa¨ªs traumatizado por la brutal desaparici¨®n del carism¨¢tico Bumedian. La desaparici¨®n del Consejo de la Revoluci¨®n y su fusi¨®n de pleno en el seno del primer bur¨® pol¨ªtico del FLN renovado, en marzo de 1979, permit¨ªa vislumbrar los l¨ªmites de maniobra de Chadli, por a?adidura, un hombre pareo en declaraciones y discreto en sus apariciones p¨²blicas.
Practicando una pol¨ªtica de peque?os pasos, bas¨¢ndose en la confianza otorgada por el Ej¨¦rcito y el control de los doscientos hombres que forman el Comit¨¦ Central del FLN, a trav¨¦s de una delicada operaci¨®n quir¨²rgica encaminada a bloquear t¨¦cnicamente a los partidarios de Buteflika y atraer a los de Yahiaui, Chadli ha ido poseyendo, parce la por parcela, la geograf¨ªa de los centros de poder.
Los dos apoyos, de Chadli
Con un cuidado extremo, y apoy¨¢ndose en el doble pilar Ej¨¦rcito-partido, Chadli ha ido estructurando el aparato central del FLN por etapas, de manera que consolidase su poder y relanzara las coordenadas de una gesti¨®n econ¨®mica centrada en la rentabilidad y la satisfacci¨®n de las necesidades m¨¢s acuciantes de los argelinos.
La descrispaci¨®n del clima social exigia sin duda esa mutaci¨®n, relegando la visi¨®n planetaria del anterior r¨¦gimen. As¨ª, en junio de 1980, el jefe del Estado argelino modificaba la composici¨®n del bur¨® politico, del que desaparec¨ªan cuatro antiguos miembros del Consejo de la Revoluci¨®n, Tayebi Larbi, Ahmed Draia, Ahmed Bencherif y Mohamed Abdelghani.
La segunda fase de la eliminaci¨®n de los hombres de Bumedian era mucho m¨¢s delicada, en la medida en que se trataba de marginar a las dos grandes figuras del anterior r¨¦gimen, Buteflika y Yahiaui. El segundo de ellos dispon¨ªa del apoyo de varias organizaciones de masas, contaba con un n¨²mero sustancial de partidarios en el seno. del FLN y ten¨ªa una considerable ascendencia sobre los cuadros militares salidos de la academia interarmas de Cherchell, la cual hab¨ªa dirigido antes de ser nombrado coordinador del partido ¨²nico.
Yahiaui y Buteflika
La ambig¨¹edad y la falta de esp¨ªritu de que habr¨ªa dado pruebas al ser solicitado por Chadli para jugar un protagonismo de segunda fila hicieron perder a Yahiaui el tren de las reformas puesto en marcha por el presidente. A juzgar por los estamentos del FLN, Yahiaui se habr¨ªa autoconsumido con sus vacilaciones, tanto como por su obstinaci¨®n -en matenerse neutral hacia el nuevo equipo. A la postre, el apoyo p¨²blico que le hab¨ªan conferido los diplom¨¢ticos sovi¨¦ticos acab¨® de hundirlo pol¨ªticamente.
La separaci¨®n de Buteflika no habr¨ªa tropezado con los mismos dilemas, en la medida en que ¨¦ste se hab¨ªa marginado voluntariamente de la direcci¨®n pol¨ªtica, rechazando un puesto activo en el bur¨® pol¨ªtico del FLN` y aceptando la traves¨ªa del desierto, a partir de enero de 1980, al perder su cargo de ministro consejero que, por a?adidura, no ten¨ªa una atribuci¨®n concreta.
De los ocho hombres del disuelto Consejo s¨®lo tres permanecen en el seno del bur¨® pol¨ªtico del FLN, remodelado por segunda vez a finales de junio pasado: Chadli, el coronel Abdallali Belhouchet, uno de los dos viceministros de Defensa, y el primer ministro Abdelghani, que ha vuelto a formar parte de la citada instancia pol¨ªtica.
Al lado de ellos, un equipo homog¨¦neo de fieles partidarios de Chadli, integrado por dirigentes del partido, como Sliman Hoffmann o Mohamed Mazuzi, y del Estado, como Belkacem Nabi; el ministro de Energ¨ªa y Mohamed Yala, el titular de la cartera de Finanzas, han emprendido la tarea de conferir a Argelia un nuevo rostro, en su doble faceta pol¨ªtica y econ¨®mica.
Sus l¨ªneas de fondo parecen situarse, en el terreno pol¨ªtico, entre un socialismo radical y el arabismo progresista, mientras en lo econ¨®mico se coloca decididamente en pro de una descentralizaci¨®n del tejido administrativo y una correcci¨®n del modelo de desarrollo basado hasta aqu¨ª, excesivamente, en el monopolio de las sociedades estatales.
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