Una imagen bien recibida

Jos¨¦ Su¨¢rez inici¨® su carrera de actor en plenos a?os cuarenta, cuando el cine espa?ol quer¨ªa cambiar r¨¢pidamente de imagen y necesitaba de caras nuevas. El ¨¦xito que hab¨ªa obtenido Alfredo Mayo en sus pel¨ªculas militares sugiri¨® a los productores la posibilidad de ampliar el riesgo a nombres desconocidos. Se necesitaban actores que emularan la fotogenia de los artistas americanos; sin duda, los preferidos del p¨²blico espa?ol del momento.Jos¨¦ Su¨¢rez ten¨ªa una expresi¨®n de rasgos duros que compensaba con una cierta ternura, con una ingenuidad insinuada. Fue descubierto por el director Gonzalo Delgr¨¢s, quien le contrar¨® para Altar mayor, en 1944. Hasta entonces, Jos¨¦ Su¨¢rez hab¨ªa trabajado como simple ferroviario. Su imagen fue bien recibida por el p¨²blico. Aumentaron, por tanto, los nuevos nombres: Jorge Mistral, que le super¨® en popularidad, o Francisco Rabal, que tambi¨¦n proced¨ªa de oficios alejados del cine.

Fueron los mejores momentos del cine espa?ol en lo que a galanes se refiere; la mayor¨ªa de ellos no han sido a¨²n reemplazados.

No necesitaban ser buenos actores, corno tampoco lo eran, en su mayor¨ªa, los galanes norteamericanos. Se trataba, ante todo, de componer una figura est¨¢ndar qu¨¦ rara vez se encontraba en la vida real.