Un torero con sitio, parcela y cortijo
ENVIADO ESPECIAL, Se quedaba el toro, el tercero, y era de ley que el torero -Tom¨¢s Campuzano- deb¨ªa ali?ar y matar, nada m¨¢s. Pero Tom¨¢s Campuzano porfiaba, consent¨ªa, dejaba llegar. Daba miedo porque, desde el tendido, ve¨ªamos que lo que dejaba llegar era la cornada. Con valor, con pundonor, est¨¢ cuajando en torero con sitio Tom¨¢s Campuzano; sitio, ampliable a parcela y cortijo.
No le acompa?a la figura, pues es tan grand¨®n que parece un pelotari. Pero con torer¨ªa puede arreglar su imagen. La torer¨ªa se puede aprender. Hay ahora espadas, los reaparecidos principalmente, que dan de ello lecci¨®n todas las tardes, incluso las malas. El jueves fue Anto?ete. Ayer, Manolo V¨¢zquez.
No es que estuviera bien Manolo V¨¢zquez. Por el contrario, estuvo bastante mal. Sale el hombre con el ¨¢nimo prendido con alfileres y cuando le aparece el toro de genio y problemas -como el primero-, se le pone un gesto que parece querer decir: ?Tierra, tr¨¢game?.
Plaza de Bilbao
22 de agosto. S¨¦ptima corrida de feria. Cinco toros de La Quinta (hermanos Buend¨ªa), y cuarto de Joaqu¨ªn Buend¨ªa; en conjunto, terciados y gordos. algunos sospechosos de pitones, mansos, que dieron desigual juego. Manolo V¨¢zquez: estocada corta, tendida y baja y rueda de peones (bronca y almohadilla.), pinchazo hondo delantero (pitos). Jos¨¦ Mari Manzanares: pinchazo a toro arrancado, otro pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio); seis pinchazos, aviso y descabello (silencio). Tom¨¢s Campuzano: media estocada ca¨ªda y rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio); media estocada (oreja). Manolo V¨¢zquez fue despedido con bronca y almohadillas. Hubo tres cuartos de entrada.
La tierra -arena, morena arena la del ruedo de Vista Alegre- no se lo trag¨®, fue ¨¦l, Manolo V¨¢zquez, quien tuvo que tragar parones y embestidas descompuestas que, ya se puede imaginar, no consent¨ªa ni aguantaba en absoluto. Mucho se enfadaron los vizca¨ªnos por ello.
El cuarto, en cambio, mostr¨® una nobleza acompanada de contenido temperamento, muy apropiado para que exhibiera apuntes de la tauromaquia grande un torero de arte. Como Manolo V¨¢zquez lo es, se aprest¨® a dibujar esos apuntes: ayudados a dos manos; generosa distancia en los medios para citar en redondo, la muleta planch¨¢ y adelante; esta trincherilla honda para rematar dos buenos derechazos, un cambio de mano torer¨ªsimo como broche exquisito y de otros dos derechazos no tan buenos...
Algo faltaba. s¨ª; faltaba el coraz¨®n del torero, que no le dejaba confiarse, y faltaba la afici¨®n del p¨²blico, que no acertaba a ver apuntes. ni bocetos, ni arte -pensamos que no ve¨ªa nada- y abucheaba todos y cada uno de los pasajes de la faena. El toreo g¨¹eno habr¨¢ que hacerlo en otros lugares con m¨¢s sensibilidad.
Ali?¨® Manolo V¨¢zquez y se acab¨® aqu¨ª, sin triunfo, su tarde bilba¨ªna, pero la lecci¨®n ya estaba dictada, y un torero que quiere serlo, como es el caso de Campuzano, si adem¨¢s tiene inteligencia, lo que debi¨® hacer era tirar de block y tomar nota, para su propio provecho. Si los toreros que m¨¢s o menos empiezan lo hacen as¨ª, podemos augurar un interesante futuro para la Fiesta.
Los que m¨¢s o menos empiezan, claro, no los que se creen que ya lo saben todo o los que est¨¢n, pero no est¨¢n, que ambas son las circunstancias del llamado fino torero alicantino, tambi¨¦n llamado Jos¨¦ Mari Manzanares.
Un buen toro, un desmochado toro. un pequeno toro, un majo toro le correspondi¨® en primer lugar y le sirvi¨® para darle unas docenas de derechazos, mediocre cada uno, todos sin ligar. Este torero, que posiblemente sea en la calle lo que dicen un lig¨®n, en el ruedo no liga nada. Cuando se le acab¨® el menguado repertorio de derechazos, como al toro no se le hab¨ªa acabado la embestida, se produjo una sensaci¨®n de vac¨ªo. El torero no sab¨ªa qu¨¦ hacer y el p¨²blico tampoco. ??Qu¨¦ hacemos ahora??, nos pregunt¨¢bamos unos a otros. Uno vestido de papa apareci¨® por el tendido cinco y miramos all¨ª. Una jamona despatarrada se tapaba pudorosamente el escote con la mano extendida y tambi¨¦n miramos all¨ª. Jos¨¦ Mari Manzanares repiti¨® en el quinto la raci¨®n de derechazos que sabe. Estos toreros del unipase han conseguido que cualquier minucia del tendido tenga m¨¢s inter¨¦s que cuanto sucede en el ruedo.
Para el sexto ya esi¨¢bamos aburrid¨ªsimos y si llegamos a salir del sopor fue porque Campuzano volvi¨® a animarse y a hacur el toreo con un toro que de nuevo se le quedaba corto. Muy bien colocado, con temple, con mando, sin importarle que a veces los pitones le pasaran en inquietante proximidad al corbat¨ªn, iba cuajando y ligando redondos, que al final convirti¨® en circulares, por el procedimiento de jugar al corro con el descastado animal, un manso apelmazado y aborregado.
S¨ª, el valor y el pundonor pueden hacer de Campuzano un torero con sitio, parcela y cortijo.
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