Un "afeitado" de juzgado de guardia
Plaza de Salamanca. 15 de septiembre. Toros de Juan Mari P¨¦rez Tabernero, con romana, mansos y tres de ellos sospechos¨ªsimos de afeitado; por este motivo, devuelto el tercero al corral y sustituido por otro del mismo hierro. Anto?ete: media estocada ca¨ªda (silencio). Cinco pinchazos, media y descabello (palmas y pitos). Paco Camino: pinchazo y estocada ca¨ªda (algunos pitos). Dos pinchazos y estocada corta (ovaci¨®n y salida al tercio). Rafael de Paula: pinchazo. media tendida y media baj¨ªsima (palmas). Pinchazo y media (protestas) Seg¨²n el taurinismo, los toros no se afeitan y adem¨¢s nadie puede decir que un toro est¨¦ afeitado, sin riesgo de graves represalias, si antes no lo ha dictaminado as¨ª la Direcci¨®n General de Seguridad (sic); se refieren a la Secretar¨ªa de Estado, claro. Pero estamos arreglados, pues la Secretar¨ªa de Estado lleva tiempo sin determinar nada a estos efectos. Pero, tambi¨¦n a estos efectos, nos tomamos la libertad de asumir su papel y decir que, por lo menos, tres de los toros de Juan Mari, lidiados ayer en Salamanca, estaban afeitados, por a?adidura, de esc¨¢ndalo. Y el primero que le sali¨® a Paula, de juzgado de guardia.
Tan desmochado sali¨® ese toro, que a la bronca del p¨²blico tuvo que corresponder la presidencia devolvi¨¦ndole al corral. Ahora bien, un aficionado de la madrile?a andanada del 8, que estaba all¨ª, dec¨ªa:. ?Eso antes, us¨ªa, en el reconocimiento ?.
Ignoramos c¨®mo har¨ªan el reconocimiento autoridad y veterinarios en los corrales de la plaza de Salamanca. A lo mejor no miraban cabezas sino culatas. Y s¨ª, de culata estaban bien los toros, la ten¨ªan poderosa, como moza del bierzo. Pero eso no es en lidia. Del toro pedir¨ªamos, si nos dejaran elegir -que no nos dejan una presencia equilibrada, de pit¨®n a rabo, y ese singular todo armonioso que llamamos trap¨ªo. Pero si. por circunstancias debemos aceptar una merma, que no sea por las astas, y a¨²n menos por acci¨®n de oscura y delictiva mano, armada de serrucho y escofina. Cuando esto sucede, se rechaza, se denuncia (as¨ª les lleven los diablos a los taurinos) y ,los poderes p¨²blicos han de tomar las medidas correctoras oportunas, si es que est¨¢n a lo que est¨¢n. Mas es evidente que no est¨¢n. Los poderes p¨²blicos, en materia de fraudes en el toreo, y m¨¢s correctamente en el afeitado, se llaman a andana.
Afeitados varios, astifino ninguno, los toros de Juan Mari salieron mansos de solemnidad, algunos amoruchados y otros con las oposiciones ganadas y la documentaci¨®n dispuesta para ocupar plaza de buey. El cuarto de la tarde, un colorao grand¨®n, poderoso y romo, desempe?¨® esa plaza con probidad y brillantez. Miraba espantado las puyas, hu¨ªa de los caballos y hasta sal¨ªa de estamp¨ªa cuando le laceraba el estoque.
Anto?ete ofici¨® con este manso su insuperable maestr¨ªa. Fue a su encuentro a los medios, donde se dobl¨® a dos manos; le dej¨® ir a la querencia, all¨ª le castig¨® de nuevo, intent¨® pasarle en redondo y como no hab¨ªa embestida, emple¨® muy pocos y muy toreros muletazos para ¨¢hotmar y cuadrar. No se pod¨ªa pedir m¨¢s. Pero hay un cierto p¨²blico que no discierne calidades, y aullidos de saciedad atronaban los t¨ªmpanos. En su primero, Anto?ete cuaj¨® tambi¨¦n unas dobladas de arte y derechazos enjundia, y vari os cargando la suerte, pero la faena no le pod¨ªa salir redonda, pues el toro era otro manso de escaso recorrido.
Al segundo, de condici¨®n aplomado, Camino lo liquid¨® tras un breve tanteo. De la misma condici¨®n el tercero, Paula apur¨® sus posib¨ªlidades a lo largo de una faena porfiona en la que consigui¨® pases sueltos de su pecul¨ªar marca. La corrida transcurr¨ªa desesperante por la condici¨®n del ganado, pero al final salieron dos toros aceptablemente nobles. La afici¨®n madrile?a (que ya dec¨ªamos estaba all¨ª), siguiendo su costumbre de esta hora, suspiraba: ?Ay, madre m¨ªa, si este toro le toca a Anto?ete ?. Pero a Anto?ete ya se le hab¨ªa pasado el turno. Le correspond¨ªa a Paco Camino, que acababa de despabilar la mandanga, Io cual le sirvi¨® para buscarse en, una serie de redondos y otra de naturales. De todas formas, la nobleza de la res admit¨ªa m¨¢s completa y m¨¢s ligada faena.
Comprobada la boyant¨ªa del sexto, a todos les entraron ganas de torear de capa. Paula, lo hizo con arte a la ver¨®nica, y Anto?ete, tambi¨¦n a la ver¨®nica, con hondura. Camino dibuj¨® sus personal¨ªsimas chicuelinas de frente. Y cuando se acab¨® el tercio, se hab¨ªa agotado el toro tambi¨¦n. Paula, por este motivo, no pudo hacer faena. Llovieron almohadillas. La corrida del arte, por culpa de todos, hab¨ªa sido un fracaso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.