John Huston emociona con su pel¨ªcula a Zarra y otras "viejas glorias" del f¨²tbol vasco
Eran las 11.45 horas del s¨¢bado 19 de septiembre. La selecci¨®n mundial, con s¨®lo diez Jugadores y el ¨¢rbitro en contra, acababa de empatar en el estadio de Colombes, de Par¨ªs. A un minuto del final del partido, el equipo alem¨¢n va a ejecutar un penalti discutible que puede cambiar el signo de la contienda. El legendario jugador bilba¨ªno Telmo Zarra se revuelve inquieto en el banquillo. A su lado, I?aki Eizaguirre, que fuere famoso portero en la misma ¨¦poca, contiene la respiraci¨®n. El delantero nazi dispara y... detiene el portero norteamericano. Suspiros de alivio y largos aplausos. "Ha sido muy emocionante", comentan ambos al t¨¦rmino del encuentro.
Se hace la luz en el teatro Victoria Eugenia de San Sebasti¨¢n, donde acaba de proyectarse, dentro de la secci¨®n oficial del Festival Internacional de Cine, la pel¨ªcula de John Huston Evasi¨®n o victoria. Puestos en pie, y participando en un largo aplauso de cinco minutos, aparecen, junto a Zarra y Eizaguirre, las viejas glorias del f¨²tbol internacional espa?ol Gabriel Alonso (Real Madrid y Celta), Sebas Ontoria (Real Sociedad) y Araquistain (Real Sociedad y Real Madrid), que han sido invitados al estreno por la organizaci¨®n del certamen.Acompa?ados de sus mujeres, ocupan la fila 12 impar del teatro, observando las normas de etiqueta que rigurosamente se exigen este a?o. Muy pocos espectadores se han percatado de su presencia.
La trama de la pel¨ªcula Evasi¨®n o victoria, en lo que a taquillaje se refiere, es sencilla. En un campo de prisioneros aliados se ensayan los sistemas de fuga m¨¢s sofisticados. Es la obsesi¨®n, la ¨²nica meta. Un oficial nazi -encarnado de. forma impecable por Max von Sydow-, que ha sido jugador de la selecci¨®n alemana, reconoce entre los prisioneros a un famoso entrenador de f¨²tbol ingl¨¦s. De la conversaci¨®n deportiva saldr¨¢ un reto: un encuentro de f¨²tbol entre una selecci¨®n de presos aliados y otra de la Alemania de Hitler.
El escenario elegido ser¨¢ el estadio de Colombes, de Par¨ªs. En el conjunto de los aliados, Huston logra reunir a un buen n¨²mero de magos del bal¨®n, entre los que destacan Pel¨¦, Bobby Moore (Inglaterra), Ardiles (Argentina), Coprins (Holanda), Van Himst (B¨¦lgica) y O'Callaghan (Irlanda). Unicamente el portero y el entrenador, que encarnan de forma muy convincente Silvester Stallone y Michel Caine, no son profesionales del f¨²tbol.
El partido se inicia con un signo incierto, dado que el ¨¢rbitro suizo ha sido comprado para hacer posible el ¨¦xito propagand¨ªstico nazi y porque, paralelamente, est¨¢ en marcha una operaci¨®n de fuga de los quince jugadores, que ha sido preparada por resistentes franceses. El primer tiempo es un desastre. Los aliados son arrollados por los jugadores alemanes, que con toda clase de brusquedades consentidas ponen el marcador en un 4-1.
En el descanso, el equipo aliado, con el t¨²nel de su fuga preparado en las duchas de sus vestuarios, anteponen su esp¨ªritu deportivo ("podemos ganarles") al deber de evadirse y saldr¨¢n al campo para lanzarse en tromba sobre la porter¨ªa alemana. Es a partir de entonces cuando el espectador empezar¨¢ a vivir una verdadera historia de suspense, con tensi¨®n in crescendo, que corre pareja a la propia marcha del partido. Gozar¨¢ entonces de bell¨ªsimas secuencias de jugadas y remates realizadas con primeros planos y con la sabia utilizaci¨®n de la ralentizaci¨®n.
El teatro Victoria Eugenia de San Sebasti¨¢n se transformar¨¢ por minutos en el campo de Atocha, elegante y recogido, al aplaudir un sector importante de p¨²blico el gol de los aliados, que situaba, a dos minutos del final del partido, el marcador en un 4-3. Araquistain, en su butaca, aplaude alborozado, en tanto que Zarra trata de contenerse disimulando la tensi¨®n del momento. Se produce una larga jugada que acaba con el empate de los aliados. Los aplausos del teatro los acall¨® el ¨¢rbitro suizo, que anula el gol porfuera de juego. I?aki IzaguIrre comenta a su compa?ero de butaca "que no ha habido off-side por ning¨²n lado". Sebas Ontoria se revuelve en su asiento.
Pel¨¦, lesionado, sale al campo; faltan segundos pata el final. En una jugada de las que le hicieron legendario, recorre el campo con el bal¨®n, en una borrachera de f¨²tbol ralentizado, y marca, con ayuda de Bobby Mocire y Ardiles, un golazo en una tijera de espaldas a la porter¨ªa, que se, repetir¨¢ una y otra vez, mientras resuena la m¨²sica machacona de Michel Polnareff. Zarra, Eizaguirre y Araquistain no pueden ya contener los aplausos y los suspiros. Luego vendr¨¢ el penalti ya narrado, y Araquistain comentar¨¢ "que estaba bien se?alado".
Al t¨¦rmino de la pel¨ªcula (el desenlace es preferible no desvelarlo), las cinco viejas glorias del f¨²tbol aplauden en pie. "Ha sido emocionante", coinciden todos ellos. Antes de salir a las escaleras del teatro para recibir los aplausos del p¨²blico har¨¢n una cr¨®nica de urgencia de la pel¨ªcula-partido para el pa¨ªs. "El ¨¢rbitro estaba comprado; sin embargo, el resultado es justo. Ha sido un bello partido. Lleno de suspense, imposible de mejorar en un campo de verdad".
Todos confiesan que se han sentido en el banquillo durante la proyecci¨®n de la pel¨ªcula, en la que destacan el fondo humano y la realizaci¨®n fotogr¨¢fica. "Parece mentira", comenta Zarra, "c¨®mo se puede tener al p¨²blico en tensi¨®n con la marcha de un partido de f¨²tbol. Me parec¨ªa que estaba viendo una pel¨ªcula del tipo de Aeropuerto. Yo, que soy un hombre fr¨ªo, he sentido una tensi¨®n y una emoci¨®n como nunca sent¨ª en un campo de f¨²tbol de verdad".
Hinchas incondicionales del equipo aliado, los cinco ex jugadores deseaban que, tras el descanso, continuar¨¢ el partido, "aunque tambi¨¦n quer¨ªamos que lograran evadirse". "Lo bello de la pel¨ªcula", insist¨ªa al respecto I?aki Izaguirre, "es que demuestra, una vez m¨¢s, los grandes valores humanos que los deportistas llevan en su interior".
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