Picassos de colza
El "a?o Picasso", ¨¦ste en que se conmemora (o debiera conmemorarse) el centenario del nacimiento del universal pintor malague?o, cada quien lo celebra a su modo. Las editoriales editan y reeditan libros sin cesar. Las galer¨ªas de arte y los museos organizan exposiciones. Y ante cada uno de estos plausibles eventos no falta quien hace alarde de fe picassiano-picassista con declaraciones que no provocan carcajadas por venir de quien, por lo general, vienen: de pol¨ªticos, clase investida hoy del omn¨ªmodo poder de opinar de todo, sin que nunca se les ocurra responder: "No tengo autoridad en esa materia". Sucede con Picasso como con la democracia. Quienes antes pasaban de aqu¨¦l y de ¨¦sta, ahora son los "de toda la vida" y los que saben del tema cuanto hay que saber y m¨¢s.Entre los "conversos de Picasso", qui¨¦rase o no, se encuentra tambi¨¦n toda una legi¨®n de mercachifles (supongamos que sorprendidos en la buena fe por quienes se mueven en las sombras sin dar la cara) que, ampar¨¢ndose en la sin precedente propagaci¨®n del nombre de Picasso que la efem¨¦ride propicia, organizan exposiciones de aguafuertes del autor del Guernica, que no son tales aguafuertes, sino reproducciones manipuladas, m¨¢s o menos fotomec¨¢nicas; es decir, copias sin valor, o, hablando en plata, falsificaciones.
Estos "picassos de colza" con que se trata de envenenar la econom¨ªa de los espa?oles, con precios que oscilan entre las 100.000 y el mill¨®n y pico de pesetas (precios m¨¢s bajos provocar¨ªan sospechas), pod¨ªan adquirirse hace a?os en cualquier tenderete del mercado londinense de Portobello Road por la m¨®dica cantidad de una a diez libras, seg¨²n tama?o y calidad; desde luego que no enmarcados ni enmascarados con numeraci¨®n de tirada baja ni adornados con firma ap¨®crifa. Yo poseo algunos de ellos, y no les doy m¨¢s valor que el que tienen ni jam¨¢s se me ocurrir¨ªa exponerlos como grabados aut¨¦nticos (como recientemente he visto en muestras de importantes coleccionistas particulares) por la sencilla raz¨®n de que no lo son.
Si la falsificaci¨®n de billetes de banco, pese a la fuerte penalizaci¨®n que tiene, provoca a la mafia internacional de falsificadores, cu¨¢nto no ha de provocar m¨¢s la estampaci¨®n de grabados de Picasso, que superan en mucho su peso de papel en oro.
Entre los picassos sospechosos que ¨²ltimamente he tenido oportunidad de ver expuestos en algunas galer¨ªas espa?olas, llaman especialmente la atenci¨®n ciertos ejemplares referidos a la serie "347".
Lo m¨¢s que he logrado sacar en claro sobre ellos es que han sido cedidos para su exposici¨®n por una galer¨ªa de Nueva York, Londres, Ginebra, Par¨ªs, etc¨¦tera, sin especificaci¨®n de cu¨¢l exactamente.
Suelen ir estampados sobre papel de cuerpo (del tipo de nuestro Gvarro), llevan cerco de plancha y la impresi¨®n es impecable. La numeraci¨®n se ajusta a la realidad conocida: cincuenta ejemplares por plancha y la firma aut¨®grafa a l¨¢piz aparentemente es aut¨¦ntica.
El papel s¨®lo ser¨ªa decisivo a la hora de una expertizaci¨®n si supi¨¦ramos con certeza que el empleado para una determinada plancha era de una marca dada (como el BFK del retrato de Pierre Crommelinck), sobre todo si ¨¦ste tiene marca de agua, aunque es de advertir que los falsificadores no suelen dejar sueltos cabos tan f¨¢cilmente comprobables.
El cerco de plancha y la marca del fondo son tan sencillos de conseguir que no precisan de comentario.
Otra cosa es la estainpaci¨®n. Antes de la aparici¨®n del offset, todo ten¨ªa que ser traniado. En consecuencia, cualquier trama (detectable a simple vista o con un cuentah¨ªlos) en un grabado era prueba fehaciente de su falsedad. Ahora, con el offset, la estampaci¨®n a l¨ªnea no precisa de trama. Y tampoco la mancha, aunque ¨¦sta exige una selecci¨®n de tonos y sucesivas estampaciones, proceso que tuve oportunidad de ver no ha mucho en Suiza, y cuyos resultados son sorprendentes. Es con esta t¨¦cnica con la que sospecho han sido estampados algunos de los seudopicassos que nos invaden.
En cuanto a la numeraci¨®n correcta, obviamente tode es cuesti¨®n de informaci¨®n, y la firma de Picasso no es ni m¨¢s f¨¢cil ni m¨¢s dif¨ªcil de imitar que la de cualquier otro artista.
Un hecho que llama poderosamente la atenci¨®n, y que puede ser determinante de la "atipicidad" de estos grabados, es que en algunos de ellos aparece la firma de Pablo Picasso impresa en el papel con una tinta azul clara. ?Qu¨¦ significa esto?.
En 1970 tuve oportunidad de ver completamente la serie "347 en el Institute of Contemporary Arts, en Londres, y ninguno de ellos llevaba esta impresi¨®n. Tampoco la vi en los ejemplares de la galer¨ªa Louise Leiris, de Par¨ªs, ni en los del Museo Picasso y sala Gaspar, de Barcelona, ni en los de la colecci¨®n itinerante del Ministerio de Cultura.
No s¨¦ si el antedicho Ministerio o el de Comercio tendr¨¢n algo que decir al respecto. Desde luego que alguien ha de cuidar de sanear el mercado y velar por el buen nombre del m¨¢s universal pintor-grabador de nuestro tiempo.
Entre tanto, a la hora de comprar es aconsejable dirigirse a una galer¨ªa de arte acreditada, de las respetabil¨ªsimas que en nuestro pa¨ªs hay; informarse de la bondad de lo que se adquiere cerca de quien sepa, y exigir siempre un certificado de garant¨ªa, pero a quien pueda responder econ¨®micamente de lo garantizado.
Y, sobre todo, tener muy presente que, de siempre, lo que m¨¢s se parece a lo aut¨¦ntico es lo falso.
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