Antonio Alvarez, el alcalde comunista que ces¨® por "aburguesamiento"
Antonio Alvarez Herrera, alcalde comunista de El Puerto de Santa Mar¨ªa, acaba de dimitir hace apenas una semana de su cargo, despu¨¦s de una gesti¨®n municipal de dos a?os y cuatro meses, que la totalidad de los grupos pol¨ªticos presentes en el Ayuntamiento de El Puerto consideran positiva e incluso dif¨ªcil de superar. Acusaciones de aburguesamiento, que ha negado reiteradamente su propio partido, desde que aparecieron en la Prensa local en un intento de explicar la decisi¨®n de Antonio Alvarez, son s¨®lo un aspecto de la profunda batalla que se ha librado en el seno de la Corporaci¨®n municipal y que ha concluido con el abandono definitivo de Antonio Alvarez.
Los desconchones de la casa en que vive no dan pie a imaginar que el aburguesamiento de Antonio Alvarez haya llegado demasiado lejos. La madre, de luto riguroso desde que hace seis a?os muriera el hermano mayor, barre las losas desniveladas de un pasillo que se abre a un patio interior algo destartalado ante los preparativos de una nueva mano de pintura. Antonio Alvarez no est¨¢ en casa. Desde hace una semana, ha dejado de salir a las ocho de la ma?ana de su domicilio, en la calle de Santa Luc¨ªa, con la perspectiva de la plaza de toros delante de los ojos, para, doblando a la izquierda, enfilar el camino del ayuntamiento. Despu¨¦s de la ¨²ltima batalla se termin¨® el horario r¨ªgido, y antes de volver al antiguo trabajo en las bodegas quedan unos pocos d¨ªas tranquilos que el ex alcalde intenta aprovechar.?Antonio no est¨¢; me dijo: "Madre, me voy a la playa", y no puedo decirle a cu¨¢l se fue; pero ya le digo, que si quiere parlamentar con ¨¦l, mi hijo ya no es alcalde?.
En el ¨²ltimo rinc¨®n de la playa de Valdelagrana, despu¨¦s de atravesar un par de kil¨®metros del paisaje ¨¢rido de las marismas, hay algunos bares populares a los que acude ahora, en el forzado descanso que le proporciona la dimisi¨®n. Antonio Alvarez, con su mujer y la nieta de a?o y medio, rubia y risue?a. Camino de la playa o de cualquier paseo por un pueblo, cuya vida ha dejado, de depender de ¨¦l, el ex alcalde comunista responde a las preguntas de la gente, sin hacer mucho drama de las cosas. ??Antonio, hijo, hay que ver lo que te han hecho, pobrecito m¨ªo! ?. Antonio. viejo l¨ªder comunista, arruga la mirada detr¨¢s de las gafas rectas de montura negra y sonr¨ªe. ?Si no ha pasao n¨¢?. Los compa?eros de las bodegas de Luis Caballero, donde trabaj¨® como arrumbador Antonio Alvarez desde los once a?os, le dan palmadas de ¨¢nimo en el hombro musculoso de empujar barriles, y maldicen las cosas de la pol¨ªtica que se han vuelto de golpe contra ¨¦l.
?Es que le han dimitido, sabe usted; hay que ver, despu¨¦s de lo que ha pasao mi hijo, que no ten¨ªa once a?os cuando empez¨® a trabajar. Yo le digo que no se va a sentar m¨¢s con esos que le han atormentado, y adem¨¢s que ya el tiempo le dar¨¢ a las cosas su color?.
Dos a?os y cuatro meses de trabajo al frente del Ayuntamiento de izquierdas de El Puerto de Santamar¨ªa han dejado una huella intensa en las ojeras de Antonio Alvarez. ?Sin embargo, que nosotros supi¨¦ramos, no estaba enfermo, ni much¨ªsimo menos. Lo que nuestro partido piensa es que a Antonio le ha desgastado sobre todo el pacto de la izquierda que manten¨ªa este ayuntamiento?. El¨ªas Mart¨ªn, abogado y concejal de UCD, desconf¨ªa de la dimisi¨®n, lo mismo que Manolo Moreno, concejal de Coalici¨®n Democr¨¢tica, que ofrece, en solitario, pegatinas con la bandera de Espa?a a los dem¨¢s concejales y amigos.
Los problemas del Patronato
Como si su marcha hubiera obedecido a causas repentinas, Antonio Alvarez ha dejado colgado en el despacho de la alcald¨ªa el peque?o poema dedicado por Rafael Alberti a ?estos nuevos alcaldes de Andaluc¨ªa?, y en concreto, al viejo l¨ªder de las bodegas Caballero. Sentado en una de las sillas de visitantes, Rafael G¨®mez, compa?ero de partido, paisano y admirador de Antonio, aunque evidentemente de talante personal muy distinto, le echa las culpas de todo este tinglado, como casi todo el mundo, a los enfrentamientos con el Patronato Municipal (que acaba de dejar de serlo) de la Vivienda y a las posturas encontradas que levant¨® el proyecto de la Junta de Obras del Puerto de ampliar en unos quinientos metros el espig¨®n de poniente.El Patronato parece, efectivamente, una cuesti¨®n muy seria. Tres mil viviendas sociales construidas desde finales de los a?os cincuenta y una probada solidez financiera le han convertido en el mejor de Espa?a. Las controversias del Ayuntamiento de izquierdas sobre aspectos de su funcionamiento interno, sobre la labor del propio gerente del Patronato y los antiguos alcaldes de El Puerto de Santa Mar¨ªa que lo integran se hab¨ªan ido paliando hasta ahora con la gesti¨®n moderadora de Antonio Alvarez Herrera, presidente, como alcalde, del mencionado Patronato. ?Yo admiraba en Antonio su sentido com¨²n. Ver c¨®mo se hab¨ªa convertido, por encima de intereses partidarios, en el alcalde de todos los portuenses?. Manolo Moreno, acostumbrado a la soledad de la derecha en lo plenos del Ayuntamiento de El Puerto de Santa Mar¨ªa, lamenta desaparici¨®n de un hombre, en su opini¨®n sumamente valioso, aunque para Francisco Lara, concejal del PSOE que ocup¨® la alcaldia interinamente durante una semana, o para Eduardo P¨¦rez, del PSA, la postura de Antonio Alvarez tuvo tambi¨¦n sus pegas.
Se dice que la gente hablaba mal de Antonio, que se le ve¨ªa mucho con los Terry, que iba a alguna fiesta de los se?oritos, que dialogaba con unos y con otros. ?Claro que com¨ªa con los se?oritos?, comenta un funcionario del Ayuntamiento; ?yo le he visto negociando cincuenta millones de pesetas en una comida; pero lo curioso es que presid¨ªa el ch¨®fer oficial?. Adem¨¢s, Antonio, encallecido por muchas negociaciones con la patronal, con muchas huelgas que no ve¨ªa claras no habr¨ªa dimitido tan s¨®lo por la cr¨ªticas.
Al anochecer, el antiguo arrumbador, que ha pedido la readmisi¨®n en las bodegas, enciende un cigarrillo negro, protegiendo del humo la canta de la nieta peque?a. La mujer, los padres, uno de sus hijos, dos vecinas y el perro Rufo circulan por el patio desvencijado.
La alcald¨ªa, un tormento
?Ya lo ve usted: este es el chal¨¦ de Antonio, ?qu¨¦ le parece? Esta casa, donde hemos vivido con un mont¨®n de vecinos. ?Ay que ver la gente que hay por ah¨ª!... Y todav¨ªa iban comentando que un chal¨¦ de lujo que se est¨¢ construyendo en el Buzo era para el alcalde...?. Antonio Alvarez, sobrepuesto de la dura batalla, m¨¢s dura en algunos aspectos que la propia clandestinidad, habla de los dos largos a?os de entrevistas, gestiones, tanteos, peticiones, propuestas. ?Todo depende de c¨®mo se vean las cosas; para m¨ª, ir a la Cinca de Pedro Domecq a negociar un tema y que ¨¦l me acerque la silla para servirme el desayuno es un triunfo de la clase obrera, de todas aquellas luchas, y, sin embargo, s¨¦ que si me hubiera visto m¨¢s de uno ya habr¨ªa comentado: "?Mira ¨¦se, qu¨¦ bien le va de alcalde!". Y yo pienso que si s¨®lo tenemos el Ayuntamiento, y el que gobierna en el pa¨ªs es UCD, habr¨¢ que negociar las cosas para sacar el dinero que necesitamos y no liarse en discusiones continuas?.Al contrario que muchos de sus compa?eros, Antonio Alvarez se niega a ver fantasmas y trampas continuas en cada paso que da. ?Cuando me tropiece con el fantasma, entonces dir¨¦ que los hay?. Mientras tanto, contesta al tel¨¦fono y agradece los numerosos homenajes que le ofrece la gente: los funcionarios del Ayuntamiento que han trabajado con ¨¦l, los alcaldes de varios municipios de los alrededores, entre los que hay, gente del antiguo Partido del Trabajo y del PSOE, de los compa?eros de las bodegas. Quiz¨¢ Antonio lamenta todav¨ªa el silencio que sigui¨® en el ¨²ltimo pleno del Ayuntamiento a la lectura de su dimisi¨®n. Los compa?eros del PSA con, cuatro concejales en la Corporaci¨®n; los cinco del PSOE y los propios companeros del PCA, tal vez obligados por su pertenencia al mismo partido, reaccionaron con algo de retraso sobre la iniciativa del solitario concejal de Coalici¨®n Democr¨¢tica, a la que se apuntaron r¨¢pidamente los ocho de UCD, de agradecerle los servicios prestados en los largos meses de alcald¨ªa. ?No s¨¦ c¨®mo hay gente que piensa que esto de ser alcalde es una maravilla. Para m¨ª?, dice Antonio, ?que he pasado por numerosas c¨¢rceles, esta etapa ha sido de las m¨¢s tormentosas de mi vida?.
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